miércoles, 9 de julio de 2014

CURSO SOLUTRENSE. LA TRACEOLOGÍA: EL ESTUDIO DE LAS HUELLAS DE USO EN LA INDUSTRIA LÍTICA

Ignacio Martín Lerma. Profesor del Dpto. de Prehistoria. Universidad de Murcia
La Traceología es una disciplina analítica, al servicio de la Arqueología, basada en el estudio de las huellas que se generan sobre los instrumentos debido a su utilización. La información obtenida nos aporta un diagnóstico de uso: las zonas activas del útil, el tipo de acción (cortar, raspar, perforar, etc), la materia trabajada (hueso, asta, piel, etc) y, más difícilmente, el tiempo estimado. A su vez, un Estudio Funcional, englobaría aspectos más amplios, al tratar de integrar el diagnóstico anterior en una visión con mayor complejidad: la posición del objeto dentro de una cadena operativa y abordar la propia funcionalidad del sitio, profundizando así en los modos de vida de los grupos humanos prehistóricos (Martín Lerma et al, 2008).
El estudio de la funcionalidad, gracias a su larga trayectoria, está considerado como un elemento totalmente necesario para una mejor comprensión del pasado. Los trabajos de Semenov (1964) y, posteriormente, los de Keeley (1980), sirvieron de base para asentar esta disciplina. Será a partir de los años setenta cuando la observación microscópica de trazas se propague de la mano de investigadores como Anderson-Gerfaud (1981), Mansur (1983, 1986),  Plisson (1985) o Gutiérrez Sáez (1996), consolidándose así los principios de la Traceología actual.

En el transcurso de los estudios traceológicos es inevitable apuntar la importancia de una serie de “tests-ciegos” (blind tests)  que sirvieron para contrastar los primeros resultados. El test-ciego consiste en analizar una serie de piezas, talladas y usadas experimentalmente por una tercera persona, sin que el analista tenga conocimiento previo de las condiciones de la experimentación (materias primas, materias trabajadas, acciones empleadas, tiempo, etc). Si bien, no han estado exentos de polémica (Grace et alii, 1988), la mayor parte de los tests-ciegos han dado resultados positivos, confirmando la eficacia del método.

Variables Independientes
Son aquellos factores que interaccionan entre sí durante el uso, y son básicamente la materia prima, la materia trabajada, el gesto y el tiempo. La forma en la que cada uno de estos elementos interviene, determina el tipo de huellas resultantes.
Las materias primas condicionan la cantidad y calidad de trazas que podemos encontrar en un útil lítico. Con respecto a las materias trabajadas, la respuesta al uso viene condicionada por los factores intrínsecos de cada materia. La piel, los vegetales frescos o el hueso, por citar ejemplos diversos, provocan estigmas muy diferentes y susceptibles de ser reconocidos, siempre que su desarrollo sea suficiente. Por otra parte, incluso la misma materia, puede variar su comportamiento atendiendo a aspectos como el grado de humedad, caso de las huellas derivadas del trabajo de la piel fresca, seca o húmeda.
Importante también es la evaluación del gesto, ya que condiciona de manera directa el tipo de huellas a desarrollar. La actividad es la forma en la que el útil ha transformado la materia, la cinemática del trabajo. Todo instrumento sometido a un esfuerzo concreto, desarrolla un tipo específico de trazas, cuya lectura correcta nos permitiría identificar tanto el material como la acción desarrollada. 

Variables Dependientes
Englobamos dentro de las variables dependientes, las huellas generadas por la confluencia de las variables independientes citadas anteriormente, que son el pulimento, las estrías, el embotamiento y los desconchados.
El pulimento se presenta como una capa brillante, situada sobre el borde activo, y que, en caso de un desarrollo extremo, es observable a simple vista. Los rasgos diagnósticos de cada tipo de pulimento, según la materia trabajada, se manifiestan según va avanzando el trabajo y varían en función de atributos como la topografía, la trama, la compacidad, el brillo, la textura y la presencia de accidentes característicos, entre otros. Se han ido definiendo así pulimentos propios de los cereales (el conocido como “lustre de cereal”, visible a simple vista), la madera, el hueso, el asta, la piel fresca y seca, la carne, etc. Aunque no existen tipos rígidos que puedan adscribirse a cada materia, sí existen tendencias generales que pueden seguirse.
Pulimento
Una segunda categoría de huellas son las estrías, asociadas a la interpretación del gesto. Podrían definirse como surcos, depresiones o adiciones que se producen sobre la superficie de los bordes usados. Algunos caracteres de las estrías pueden indicarnos el tipo de acción a partir de su posición respecto al filo activo: son paralelas a él en acciones longitudinales y perpendiculares en acciones transversales. Por otra parte, determinadas morfologías se asocian a materias trabajadas específicas, si bien de forma no tan estrecha como los pulimentos.
Estría
El embotamiento es una variable que no requiere de grandes aumentos para ser reconocida ya que es el redondeamiento que sufren el filo, las aristas y zonas elevadas de la microtopografía silícea, a causa de la abrasión producida durante la acción. Esta huella hay que relacionarla con otros atributos para que la interpretación respecto a la identificación de una materia concreta, sea más precisa.

Embotamiento
Los desconchados son los negativos de las esquirlas o pequeñas melladuras que se van generando durante el trabajo como respuesta a la tensión que sufre la pieza en contacto con la materia trabajada. Pueden ser observados a simple vista y, en todo caso, a bajos aumentos. La dureza de la materia trabajada, los tipos de materias primas y acciones realizadas, la morfología del filo activo, la duración del trabajo y la intensidad de la presión son los factores que van a influir en las características y cantidad de los desconchados, y en estos aspectos se centra su capacidad diagnóstica. Uno de los principales problemas que presentan es su distinción respecto al retoque de talla. Un criterio general para diferenciarlos, sería la regularidad tanto de las extracciones como de su distribución a lo largo de los filos de las piezas, siendo mayor en el caso del retoque intencional.
Desconchado
METODOLOGÍA
En los análisis de huellas de uso, se utiliza como medio de limpieza, sobre todo, la cubeta ultrasónica que permite eliminar todo resto de suciedad de las piezas sin que las superficies sufran daños. Para la observación, los aparatos ópticos más comunes son la lupa binocular (que puede llegar a 100x) y se emplea mayoritariamente para el estudio de los desconchados. Por su parte, el pulimento, las estrías y el embotamiento, se analizan con microscópico metalográfico (entre 100x y 800x), que permite un examen más pormenorizado de las superficies silíceas. Por último, el microscópico electrónico de barrido (hasta 8000x) suele emplearse para observaciones muy detalladas como, por ejemplo, la detección de residuos.

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EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA Y FUNCIONAL DE LAS PUNTAS DE PROYECTIL SOLUTRENSES*

Ignacio Martín Lerma. Profesor del Dpto. de Prehistoria. Universidad de Murcia.

*Esta conferencia está basada en el estudio que presentamos en el Congreso Internacional: El Solutrense (Velez Blanco, 2012): Gibaja Bao, J. F., Muñoz Ibáñez, F. J., Gutiérrez, C., Márquez, B., & Martín Lerma, I. (2013). Las puntas solutrenses: de la tipología a los estudios funcionales. Espacio, Tiempo y Forma, (5), 491–506.

Las puntas solutrenses son por antonomasia uno de los elementos más definitorios del Paleolítico superior. Este interés por un tipo de instrumento tan bien diseñado, cuya lectura nos remite a un alto conocimiento de las técnica de talla, han provocado la atracción de los investigadores hasta el punto de realizas detalladas y continuas seriaciones cronológicas en base a la forma de las puntas y la tecnología aplicada en su elaboración. Son innumerables las contribuciones científicas que han sido publicadas alrededor de ellas, especialmente por el hecho de constituir un “fósil director” con el que apostillar una cronología relativa al contexto/nivel arqueológico al que están asociadas.
Por lo tanto, es más que evidente que los estudios morfológicos han tenido y tienen un protagonismo preponderante a la hora de hablar de las puntas solutrenses. Los distintos morfotipos definidos han sido el nexo de unión para establecer seriaciones cronológicas, distribuciones en el espacio de yacimientos en los que aparecen determinadas puntas e incluso desde una perspectiva diacrónica y sincrónica hablar del origen de las comunidades que las elaboraron y de su conexión entre ellas. Todas estas cuestiones han llenado y siguen llenando páginas y páginas en revistas, libros y congresos (Ripoll 1994, Zilhao 1994, Straus 2001).
A las citadas perspectivas de carácter morfológico, se le han unido en los últimos años análisis más completos y refinados centrados en el origen de las rocas explotadas, los modos de aprovisionamiento y los sistemas técnicos vinculados con su elaboración. Hasta hace bien poco muchas de las propuestas sobre la procedencia de las materias primas líticas empleadas en la producción del utillaje no se realizaban en base a analíticas petrográficas o químicas, sino que se construían al amparo de los conocimientos que se tenían del entorno en el que los investigadores trabajaban. Es el caso, de los trabajos de J. Zilhao (1997) para la Estremadura portuguesa o M. Rasilla (1989) y L.G. Strauss y M.R. González (2009), entre otros,  para el área cantábrica. Hoy se entiende que estas apreciaciones visuales subjetivas deben ser corroboradas mediante la aplicación de un conjunto de analíticas que proporcionen objetividad a los resultados. A este respecto, cabría resaltar los trabajos de T. Aubry y X. Mangado para contextos solutrenses de Francia y Portugal (Aubry, 1991, Aubry et al. 1998, 2007).   
En relación a los distintos procesos de talla y al grado de conocimientos técnicos requeridos, han tomado fuerza los estudios dedicados a los remontajes como una vía más de aproximación a la tecnología (Muñoz 2000, Tiffagom 2004). Un claro ejemplo de ello de la potencialidad que tales estudios pueden generar son los diversos trabajos de investigación llevados a cabo en el asentamiento francés de Les Maitreaux es un claro ejemplo (Aubry et al. 1998, 2004).
¿Qué papel han jugado los estudios traceológicos en el marco de las puntas solutrenses?, que es el tema que tocamos en este trabajo, la verdad es que más bien poco. Pensamos que quizás ello pueda deberse a que se asume una función evidente por su forma y, por lo tanto, la información que pueden aportar y las interpretaciones que se pueden generar en este campo no tienen mayor recorrido explicativo. No obstante, las dudas nacen cuando uno aprecia que los estudios traceológicos apenas han sido aplicados a yacimientos de cronología solutrense, independientemente de que hubiera o no puntas (Aubry et al. 1998). Sea como fuere, esto hace pensar que hay un conjunto de circunstancias que han hecho que el solutrense no se haya beneficiado de la bifurcación de intereses entre los arqueólogos que excavaron los yacimientos y los especialistas en traceología.
    El Solutrense es un complejo industrial del SW europeo muy conocido pero no siempre bien estudiado. Dividido en diversas secuencias según cada región, podemos hablar de unas fases que, con distintos nombres, son comunes a este espacio tan amplio.

2. LAS PUNTAS SOLUTRENSES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
En Portugal, y más parcialmente en el SW francés, nos encontramos con una fase antigua denominada Protosolutrense. El Solutrense inferior continúa en la zona francesa y abarca al levante español. En estos momentos iniciales surgen algunas novedades técnicas que buscan elementos foliáceos apuntados desde distintas técnicas. Estos elementos son la punta de Vale Comprido, derivada de una secuencia técnica de lascado específica, y la punta de cara plana, obtenida mediante retoques planos sobre una de las caras. Esta segunda punta alcanzará mayor éxito apareciendo distribuida por toda la zona geográfica solutrense durante las etapas inferior y media, rarificándose ya en el Solutrense superior.
A lo largo del Solutrense medio se consolida el uso del retoque plano, extendiéndose en amplias superficies de ambas caras en lo que se conoce como bifacialidad. Es en este momento, además, cuando la Cornisa Cantábrica se incorpora a este mundo. Vemos surgir  una punta más elaborada y espigada conocida como hoja de laurel que alcanzará a todos los rincones del complejo solutrense.
Hacia finales del Solutrense medio la hoja de laurel se diversifica en distintos subtipos que se desarrollarán en la fase superior y en el Solutreogravetiense mediterráneo. Son múltiples variantes de este tipo relacionadas con la forma de la base –cóncava, convexa, recta, pedunculada, con muesca- y el eje de simetría, entre ellas las puntas de muesca y, con carácter regional, los foliáceos disimétricos de Montaut y Serinyá, así como las puntas de base cóncava cantábricas.
Otros tipos nuevos son las hojas de sauce, máxima estilización de las puntas de laurel que surgen junto a nuevos conceptos de punta como la de pedúnculo y aletas.  Es esta la última fase de expansión de las puntas bifaciales con retoque plano que ofrecen una amplia gama de soluciones técnicas. En la base de esta diversidad se documentan novedades como el retoque a presión junto a la percusión en piedra blanda y la aplicación del tratamiento térmico para mejorar la calidad del soporte ante la talla.
Durante el Solutrense terminal, final y Solutreogravetiense II, el retoque plano y la bifacialidad van perdiendo peso a favor de otros modos técnicos conocidos anteriormente como el retoque abrupto, entrando en lo que se ha venido en llamar proceso de desolutreanización. Es ahora el momento de expansión de otros tipos de puntas, como la de muesca mediterránea, o su sustitución por laminillas en el área francesa y cantábrica.

 2.1 El solutrense inferior
Puntas de Vale Comprido
     Una variante específica de las puntas de cara plana son las denominadas puntas de Vale Comprido. Se desarrollan dentro del proceso de creación de elementos líticos de proyectil que sucede entre finales del Gravetiense e inicios del Solutrense, aunque su producción sistemática parece posterior a 22.000 BP. (Zilhâo et al, 1999: 171).
Elaboradas sobre soportes laminares o lascas laminares, se obtienen de núcleos prismáticos mediante percutor de piedra blanda dentro de una cadena operativa unipolar recurrente. Ofrecen una forma triangular apuntada con talones espesos y ondas marcadas. Para conseguir el adelgazamiento de la base, una vez extraída la pieza, se regulariza el talón en la cara dorsal mediante retoque y, en algunas ocasiones, se acompaña de la eliminación del bulbo. En varias de las puntas se observan también retoques -a veces planos- sobre los bordes, llegando a delineaciones denticuladas en los casos más extremos. La presencia o no de retoques en los bordes laterales ha servido de base para una clasificación en tres subtipos que, en opinión de Zilhâo y Aubry (1995: 134) representarían, más bien, el ciclo de uso, reavivado y abandono, en vez de variabilidad interna.
A diferencia de las puntas de cara plana, en las de Vale Comprido, la regularidad morfológica parece provenir del sistema de lascado y no de la aplicación del retoque plano sobre amplias zonas de la superficie dorsal y, puntualmente, de la ventral. Sin embargo, ambas comparten el recurso del retoque para el adelgazamiento de la zona proximal. Su función como puntas de proyectil ha sido deducida por la presencia de fracturas en lengüeta y burinantes en el ápice distal  (Zilhâo y Aubry, 1995: 134).
Estas puntas han sido definidas en el Protosolutrense portugués, más concretamente en el yacimiento epónimo de Vale Comprido-Encosta, aunque están presentes en un amplio espectro de sitios en torno a la Estremadura portuguesa como: Terra do Manuel, Grotte de Caldeirâo (niv. I y Ja), Vascas, Cova da Moura, Salemas, Furadouro, Almonda, Picareiro, Anecrial, Buraca Escura y Buraca Grande (Zilhâo et al, 1999). Piezas similares han sido localizadas en algunos yacimientos franceses de la Dordoña (Laugerie-Haute Est (capa 31) y l’Abri Casserole (niveles 9 y 10) y L’Ardèche (Solutrense inferior de La Baume d’Oullins) (Zilhâo y Aubry, 1995). Al tratarse de soportes que no siempre presentan retoques convencionales, es posible que una revisión más exhaustiva de conjuntos líticos de cronología contemporánea en otras zonas peninsulares descubra una distribución más amplia.


Puntas de cara plana
Sonneville-Bordes y Perrot (1954: 334) las define como una pieza foliácea simétrica o asimétrica, con un extremo apuntado (punta de cara plana) u obtuso (hoja de cara plana), con retoques planos que cubren total o parcialmente la cara superior, sobre todo la base, la punta y uno de los bordes, aunque a veces se presentan también en la cara inferior, denominada plana, retoques en la base y en la punta. Smith (1966), tras considerar las anteriores definiciones como imprecisas y contradictorias, diferencia cinco subtipos: piezas simétricas (A), en forma de gota (B), similares a la punta de chatelperron (C), anchas y sobre lasca (D), en forma de lámina apuntada (E).
Entre todos los autores que contemplan una lectura tecnológica, destaca Zilhao (1997: 212) que en yacimientos de Portugal, como Vale Almoinha o Casal do Cepo, ha constatado el predominio del subtipo B dentro de una secuencia basada en el acondicionamiento de la base, la eliminación del bulbo y la modificación de la morfología mediante retoque plano en las zonas mesiales de los bordes. Finalmente se aplica el retoque al extremo distal.
Las diferentes características de este tipo inducen a pensar que se trata de piezas donde, sobre lasca y sobre lámina, se han ensayado diversas fórmulas para obtener una pieza adelgazada y homogénea tanto en el grosor de ambos laterales como, con menos fortuna, en su simetría. 
2.2 El solutrense medio
Hoja de laurel
Esta etapa aparece dominada por las hojas de laurel que presentan morfologías muy variadas, entre las cuales, algunas reciben nombres distintos en función de su distribución geográfica. A pesar de su extremo apuntado, son conocidas como hojas de laurel, en vez de puntas. Su superficie aparece cubierta por retoques planos invasores generalmente de tipo bifacial, aunque se conocen ejemplares unifaciales o incluso otros en que el retoque en la cara ventral afecta solo a las zonas de la punta y/o la base, por ejemplo en los niveles del Solutrense medio de las Caldas y la Riera (Corchón y Cardoso 2005: 100).
Realizadas sobre lasca laminar o lámina procedentes de núcleos de distinto tipo, las técnicas de extracción y retoque parecen haber seguido procedimientos diversos. Algunas puntas pequeñas han podido ser obtenidas a partir de lascas o láminas gruesas con percutor duro para las primeras fases de lascado. El retoque sería ejecutado con percusión directa con percutor orgánico blando (Aubry et al. 2007: 110). En la revisión del material de Almoinha, Maíllo Fernández (1999: 196) constata una última fase de retoque a presión  con compresor blando como ya habían avanzado Sonneville-Bordes y Perrot (1954: 334).
Hay evidencias de tratamientos térmicos para mejorar las cualidades de la materia prima antes del retoque durante el Solutrense medio de Caldeirao, Lapa do Anecrial y Vale Almoinha (Zilhâo 1997: 216) y superior de Caldeirao, Laugerie-Haute, Parpalló y, probablemente, Ambrosio (Tiffagom, 1999: 80).
A finales del solutrense medio, y especialmente en el superior, se documenta una fuerte variedad de morfologías de este tipo que ya fue recogida por Smith (1966) en la creación de 13 subtipos. Hemos agrupado estos subtipos de la siguiente manera: puntas simétricas apuntadas en los dos extremos (tipos A normal y B ancha), punta de base convexa (C), puntas de base cóncava (simétrica D o asimétrica E), puntas asimétricas (asimetría ligera M y de tipo Montaut o de muesca oblicua F, asimilable a las puntas de Serinyadell), punta de Badegoule bifacial (G), punta de pedúnculo (H), punta de laurel miniatura (I), punta muy grande u hoja de Volgu (J), punta de base triangular (K), punta alargada y simétrica de bordes paralelos y extremos apuntados o redondeados (L).
De todas ellas vamos a destacar, por su distribución geográfica peninsular localizada, las puntas de Serinyadell desde el Solutrense medio y las puntas de base cóncava en el Solutrense superior.

2.3 El solutrense superior-Solutreogravetiense
Puntas de Serinyadell
Presentan una silueta ovalada con retoque plano bifacial y, en su mayoría, un pedúnculo desviado. Se desarrollan durante el Solutrense medio y se asocian al núcleo de Serinyá, en Cataluña, apareciendo principalmente en los yacimientos de Reclau Viver, l’Arbreda y Davant Pau (Soler i Masferrer 1994: 35).
Se ha señalado también su proximidad morfológica con algunas hojas de laurel de pedúnculo desviado de la Cornisa Cantábrica, en el Solutrense medio y superior de las Caldas –niveles 17 y 8-, Morín y nivel D de Bolinkoba, en Monte Fainha (Portugal) y en el Périgord francés (Laugerie-Haute, Sous Champs y Solutré), (Corchón, 2008:199). Igualmente para Foucher estos foliáceos de Serinyadell, próximos a las puntas de Montaut, configuran un grupo de puntas asimétricas que se expanden desde el País Vasco por el ámbito pirenaico hasta Cataluña, documentándose tanto en yacimientos al aire libre como en cueva o abrigo (Foucher, 2007: 283).

Puntas de base cóncava
Este tipo de punta de laurel se define por la hendedura que presenta en su base configurando su característica silueta. La concavidad, realizada mediante retoque abrupto, facilita el adelgazamiento de la base y, en consecuencia, su enmangamiento. Este recurso técnico ofrece una solución óptima a las piezas manufacturadas sobre lascas laminares de talón espeso, especialmente las fabricadas en cuarcita. Se van configurando mediante el retoque a presión. De la Rasilla y Santamaría (2005: 151) han destacado que el retoque plano cubre toda la superficie de las piezas realizadas en sílex y algunas en cuarcita, si bien, sobre esta última materia es más habitual retocar únicamente la cara superior y levemente la base de la inferior, aunque a veces se añade algún retoque de regularización en otras zonas de esta cara cuando la cuarcita no es de buena calidad. Esta ausencia de retoque sobre la cara ventral de las puntas de cuarcita se debe a que las caras inferiores son más planas al carecer de rotura concoide.
Las puntas de base cóncava son una variante bien conocida de las puntas de laurel que se distribuyen durante el Solutrense superior por la Cornisa Cantábrica, penetrando en Pirineos y SW francés. El yacimiento más oriental es el de la Fuente del Trucho (Huesca). A lo largo de este territorio hay un cambio importante de la materia prima. En Asturias predomina el uso de la cuarcita de grano fino, en Cantabria cuarcita y sílex son empleadas aproximadamente en igual medida y en el País Vasco y Francia se utiliza exclusivamente el sílex. (De la Rasilla y Santamaría 2005: 153-154). 

Puntas de sauce
Estas puntas aparecen en escaso número pero con amplia distribución geográfica por la Península Ibérica y Francia durante el solutrense superior. Más estilizadas que las hojas de laurel, ofrecen una técnica depurada mediante un retoque plano muy regular, generalmente  perpendicular al eje de la pieza. La variabilidad de este tipo, referida a la morfología de la base, tamaño y extensión del retoque, no ha sido plasmada por Smith en sus diferentes subtipos (1966: 54).

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martes, 8 de julio de 2014

EUROPA DURANTE EL SOLUTRENSE

Miguel Ardanuy Abad. Profesor-Tutor del Centro de la UNED de Barbastro. 


El frío y sus consecuencias en Europa durante el Último Máximo Glacial
Hace unos 22.000 años durante el Pleniglacial se alcanzó el máximo frío de la última glaciación. La temperatura media global bajó sobre 7º C con respecto a la actual, pero siempre en función de la latitud. En el norte las temperaturas bajaron mucho mas que en el sur, y en el interior continental disminuyeron mucho más que en las costas.
En Europa que es la parte del globo que nos interesa estudiar en este momento, la temperatura media continental pudo descender más de 15º C. Mientras en los trópicos la bajada de temperatura media fue de unos 5º C, pero fue intenso el cambio hidrológico y el del paisaje. Los períodos fríos fueron secos y con  la reducción de las precipitaciones  las grandes extensiones de selva fueron sustituidas por la sabana. Por ejemplo la extensión del Sahara fue mucho mayor que en la actualidad.
Durante el Pleniglacial, con el incremento del frío aumentaba el hielo en los continentes, se sustraía agua de los océanos y descendía el nivel de los mares. Con la máxima acumulación de hielo continental, el nivel de los mares bajó entre 120 y 140 metros con especto a la actualidad y como consecuencia grandes extensiones continentales hoy anegadas por las aguas quedaron al descubierto.
En el hemisferio norte la glaciación cambió el paisaje, los mantos de hielo y el suelo helado (permafrost) ocupaban permanentemente en invierno y en verano 27 millones de kilómetros cuadrados, el 40 % de las áreas continentales de Norteamérica y de Eurasia. 
Mantos de hielo en el hemisferio norte durante los períodos más fríos del Cuaternario (en blanco). Circulación superficial en el Atlántico (líneas blancas) y frente oceánico polar (línea roja). (Uriarte, 2009)

Los glaciales crearon dos enormes zonas ocupadas por hielos, una en Norteamérica, el manto Laurentino y otra al norte de Eurasia, el manto Finoescandinavo. El área de acumulación de hielo avanzaba en las épocas más frías hasta latitudes muy meridionales. El manto Finoescandinavo cubría Escandinavia y Finlandia. La máxima altura fue de unos 2.000 metros de espesor al norte del mar Báltico.
En dirección sur, los hielos cubrían el Báltico hasta Dinamarca y las llanuras del norte de Alemania y de Polonia, hasta el Berlín actual.
En dirección oeste, a través de la tundra, una llanura que hoy es el Mar del Norte, se pasaba del manto de hielo Finoescandinavo al manto de hielo Británico, que cubría parte de Gran Bretaña y casi toda Irlanda. El Canal de la Mancha se hallaba emergido y probablemente el Rin lo recorriera en su desembocadura. El descenso del nivel del mar hacía que una vasta extensión de la plataforma continental atlántica del noroeste de Francia y suroeste de Inglaterra estuviese emergida.
En dirección este, los límites del manto Finoescandinavo son todavía imprecisos. Los hielos alcanzan el norte de Siberia, pero no esta probado que en el interior continental alejado del Atlántico nevara tanto como para formar un casquete de hielo importante.
Un problema, todavía no dilucidado, es saber de dónde provenía la humedad suficiente para formar el enorme volumen de hielo acumulado con rapidez en los mantos continentales, especialmente en el Laurentino. 
Circulación durante la glaciación. A medida que masas de aire muy frío superficial (en punteado) son expulsadas hacia el sur desde el manto Laurentino y desde la región ártica, se crean flujos de retorno (líneas rojas) por sus bordes orientales que llevan hacia el norte aire cálido y húmedo, el cual suministra abundante nieve a los mantos de hielo. En la costa norteamericana del Pacífico, el relieve de las Rocosas (en marrón) facilita este retorno (fuente Leroux). (Uriarte, 2009)
Hay una teoría que prima la idea de que la humedad procedía de latitudes meridionales, incluso tropicales. Las aguas superficiales de las latitudes tropicales se mantuvieron cálidas o, incluso, en un primer momento aumentaron su temperatura. De esta manera aumentó el gradiente térmico meridiano, lo cual repercutió en un mayor transporte de humedad desde el Trópico hacia el Ártico. Durante la glaciación, al irse formando los grandes casquetes de hielo Laurentino y Finoescandinavo, el proceso de intercambio meridiano de masas de aire muy diferentes se agudizó. 

El Paleolítico Superior
El Paleolítico Superior comienza en el 40.000 BP y termina en el 10.000 BP aproximadamente, se caracteriza por la aparición en Europa del Homo Sapiens, en un territorio que sufre fenómenos climáticos glaciales con oscilaciones frías y calidas.
El pico del Máximo Glacial se establece sobre el 20.000 BP que es cuando el islandis alcanza su máxima extensión, cubriendo grandes superficies de los territorios septentrionales europeos que anteriormente hemos referido.   
Hacia el Sur, en la zona menos fría, los ecosistemas varían entre estepas y tundras combinadas con bosques de coníferas. En las zonas meridionales atemperadas por el Atlántico, se dan especies caducifolias y una vegetación mediterránea puebla la costa desde Gibraltar hasta los Balcanes. 
Bosque de coníferas. Ordesa, pirineo aragonés. 
Entre la fauna europea destacan las especies mas cazadas de herbívoros, el reno y el mamut, que llegan hasta las regiones del norte de la Península Ibérica y de Italia, estas dos son mas sensibles a los cambios climáticos que afectan a su nicho ecológico mas frío,  que el bisonte, caballo, el ciervo o el conejo, que ocupan nichos ecológicos mas atemperados. En espacios montañosos se desenvuelven, osos y felinos. 
Panel XXII de la Cueva de la Fuente del Trucho. Asque-Colungo (Huesca). Grabado de un oso.
Las culturas más representativas del Paleolítico Superior las establecieron Breuil y Peyrony a principios del siglo XX, a partir del estudio de la estratigrafía de las cuevas y abrigos del suroeste francés. Con el transcurso del tiempo y los nuevos datos aportados por las sucesivas investigaciones estas se han modificado o ajustado, aunque las secuencias básicas se mantienen (Muñoz, 2010).
El Paleolítico Superior en Europa se articula en tres grandes fases:
-          El P. S. Inicial: Auriñaciense y el Gravetiense.
-          El Paleolítico Superior Medio: Solutrense.
-          El Paleolítico Superior Final: Magdaleniense. 
Contexto cronocultural y subdivisiones del Paleolítico Superior. 
Muñoz, 2010 (modificado de E. García y S. Ripoll).
El Solutrense, su origen
El Solutrense es un periodo cultural del Paleolítico Superior en Europa occidental que se caracteriza por la brusca aparición de una serie de instrumentos líticos que se clasifican entre los más elaborados de este periodo: las puntas solutrenses.
El Solutrense para muchos investigadores siempre ha sido un misterio, en el aire han estado dos cuestiones, el lugar que ocupaba en el marco cronoestratigráfico y en el cultural, y su origen indígena o extranjero.
Lo que llamamos hoy Solutrense, fue descubierto hace siglo y medio aproximadamente en unos sitios del suroeste y este de Francia, Laugere-Haute y Solutré. Desde entonces y hasta ahora se mantienen para algunos investigadores las dudas sobre su origen, poniéndose en tela de juicio siempre la idea más sencilla, es decir, un desarrollo tecnológico in situ y manteniéndose las tesis de una invasión, bien del este de Europa o del norte de África (Straus, 2012).
Son tres las hipótesis más contrastadas que podemos tener en cuenta para explicar el origen del Solutrense y su expansión. La primera plantea que llega a Francia y España desde el este y centro de Europa a partir del Szeletiense, la segunda propone el origen Ateriense norteafricano y la tercera entiende que es una evolución en los sitios de las culturas precedentes del suroeste francés, de las que derivaría el Solutrense, siendo esta propuesta la que tiene mas aceptación hoy en día (Muñoz, 2010). 

Donde se desarrolla el Solutrense y en que condiciones
El Solutrense se desarrolla en Francia, la Cornisa Cantábrica y Cataluña (el llamado Solutrense Clásico), y en el resto de la Península Ibérica (Solutrense Extracantábrico o Ibérico) entre el 22.000 y el 17.000 BP.
Es un periodo sometido a un frío intenso y seco, el del pleniglacial, que produce grandes espacios abiertos y una fauna dominada por el reno. Climatológicamente abarca desde el final del Würm III y el principio del Dryas I, con breves atemperaciones en los interestadios de Laugerie y Lascaux. 
Cuadro general del cuaternario (Sanchidrian, 2005)
¿Cómo responden los solutrenses a la crisis?
  Straus llega a pensar que el fenómeno del Solutrense reflejó la suma de las respuestas humanas a la crisis, por eso tiene mucha importancia el refugio ecológico y humano del suroeste de Europa durante el último glacial, un espacio geográfico más cálido que permitió mejores condiciones para el desarrollo de la vida de las plantas y de los animales.
Comienzan en latitudes septentrionales donde el clima frío y seco era más intenso, y consistieron primero en la concentración demográfica en el sur de Francia y en la Península Ibérica, en zonas que proporcionaban, caza, abrigo, combustible y agua.
Responden los solutrenses con una carrera armamentística que les permita asegurar la muerte de los animales (Teoría de los artefactos líticos seguros. Bleed, 1986). Para ese fin utilizan nuevas tecnologías, encabezadas por las puntas, unos proyectiles, caros y frágiles, pero muy efectivos sobre todo cuando se utilizaban con otro invento suyo, el propulsor.
Cada grupo humano responde con estilos diferentes a esa necesidad de mejorar los proyectiles para hacerlos más efectivos y propiciar la caza, unos construyen las puntas de muesca, otros las puntas asimétricas, las romboidales, las de base cóncava o las de pedúnculo y aletas.  
Foto del Laboratorio de Estudios Paleolíticos de la UNED.
También comenzaron a utilizar la aguja con ojal y posiblemente las redes y las trampas, como atestiguan los restos hallados en yacimientos solutrenses de Levante, Portugal, el Cantábrico y Andalucía.
Otra respuesta para garantizar la subsistencia del grupo fue el uso de la caza  masiva de renos y caballos, tanto en Francia donde tenemos las evidencias de Dordoña y Solutré, como en la Península Ibérica.  
Dibujo de caza masiva en Solutré. Louis Figuier (1873)
Y quizás el incremento del arte rupestre en los territorios solutrenses fue también otra respuesta a la crisis, si lo relacionamos con los ritos para favorecer la caza, o con los de iniciación para transmitir información a los jóvenes, con una función ideológica o social para reforzar el espíritu de grupo, para responder a la situación tan difícil que los humanos se encontraron durante la crisis pleniglacial. 

La población de Europa en el Solutrense y sus relaciones
Actualmente se entiende que había varios centros de población humana en el suroeste de Europa en el pleniglacial, estas zonas pobladas estarían separadas por amplios espacios despoblados mas o menos en función de las condiciones climáticas y sobre todo de las precipitaciones a lo largo de mas de tres mil años del Solutrense.
Imaginamos que la población humana de Europa disminuyó como consecuencia de la crisis producida por el frío seco del Máximo Glaciar, viéndose obligados a ocupar las áreas donde las condiciones de vida eran más favorables, en ellas, los grupos solutrenses podrían haber sido numerosos obligados a concentrarse por la presión climática.  Estas áreas favorables son por ejemplo, el valle del Dordoña, la actual Bahía de Santander, el este de Asturias, Serinya en Gerona, Valencia, Málaga y la Estremadura portuguesa. 
El Solutrense en Europa. (Straus, 2012)
Las puntas en estas regiones, aunque con estilos diferentes tienen numerosas similitudes tecnológicas y artísticas,  que hacían de las variedades solutrenses regionales una unidad creada seguramente por las redes sociales, manifestadas por la difusión interregional de objetos y concepciones mentales para la fabricación de los mismos, sobre todo de puntas (Straus, 2012).
Las redes se manifiestan claramente en el Magdaleniense medio o superior, pero en el Solutrense tenemos ya indicios de la presencia de puntas de base cóncava posiblemente de origen asturiano y del oeste de Cantabria, en el este de Cantabria, País Vasco español y francés, y Pirineo francés, o la distribución de las puntas de pedúnculo y aletas desde el Parpalló en Valencia hasta la Estremadura portuguesa pasando por Andalucía oriental y occidental, y llegando hasta el Algarve según los últimos descubrimientos.
Recordemos que estamos viviendo tiempos de crisis en los que los contactos humanos son esenciales para el intercambio de información sobre la caza y las condiciones de vida de las diferentes áreas,  para la búsqueda de pareja mas allá de los grupos familiares y para reforzar la solidaridad entre grupos que permita el sustento en inviernos malos, cuando la caza se agota o mueren los mejores cazadores de la banda.
Para Straus: la seguridad social del Paleolítico consistía en las relaciones mantenidas entre bandas e incluso entre zonas ecológicas, y estas se manifiestan arqueológicamente en la forma de objetos donados de mano en mano o en ideas para copiar objetos lejos de sus lugares de invención pasadas de cerebro en cerebro, incluso por viajes (“aventuras” espirituales y sociales como las de los aborígenes australianos de presente etnográfico) a través de “las marcas” del mundo Pleniglacial.
La tecnología solutrense de las puntas líticas a retoque invasor, de muesca o de pedúnculo se extendió entre los grupos humanos que ocupaban las zonas habitables de Francia y la Península Ibérica de manera generalizada pero adquiriendo en cada una de ellas el estilo de puntas que hoy  reconoces en el registro arqueológico. 
Ejemplo de registro arqueológico. Photos 2, 3, 4: fragments de feuilles de laurier dans le carré Q4 
Le site des Maîtreaux. Après les fouilles de 2003 ci-dessus et ci-contre : fragments de feuilles de laurier sur les lieux de leur découverte. 2000.
Como hemos mencionado con anterioridad, y como ejemplo, hay puntas de muesca de tipo Cantábrico y puntas de pedúnculo y aletas levantinas en Portugal. Los contactos sociales existieron entre Portugal y la zona cantábrica y levantina, también entre el País Vasco español y Aquitania, y entre Cataluña y el Rousillon.
Posiblemente los territorios solutrenses se extendieron y se contrajeron en función de los cambios climáticos del Último Máximo Glacial. Lo manifiestan los yacimientos solutrenses al sur de la cuenca parisina de Francia y en el interior de la Península Ibérica en la región de Madrid-Guadalajara. La extensión de los territorios habitados por los solutrenses no se refuerza hasta las tibias mejoras a lo largo del Dryas I

El rápido final del solutrense
En Francia las puntas solutrenses desparecieron pronto, sobre unos 18000 años BP, según los datos aportados por J. Clottes, tal vez a raíz de una pequeña mejora del clima en el Estadio Groenlandia 2.
Fue el Badegouliense  el que tomo su lugar, aunque esta demostrado que a pesar de la desaparición de las grandes puntas foliáceas y de muesca hubo una continuidad tecnológica básica (Straus, 2012). El Badegouliense fue contemporáneo del Solutrense final en Iberia. Las ultimas puntas solutrenses del Cantábrico datan de unos 17.000 años BP y las de la España Mediterránea de unos 16.500 BP. 
A lo largo del Paleolítico Superior siempre hubo una alternancia entre conjuntos arcaicos y otros mas avanzados, y este fenómeno existía en paralelo con los cambios en la clase de los proyectiles.
Para Straus las preguntas que quedan en el aire son: ¿Por qué las puntas solutrenses fueron sustituidas progresivamente por azagayas de asta con o sin elementos laminares cortantes? ¿Por qué comenzó esta sustitución en el suroeste de Francia, luego en el cantábrico y para terminar en el mediterráneo?  
Harán falta más estudios sobre la subsistencia durante el último Máximo Glacial en Francia, Portugal y España para ampliar los existentes y poder contestar estos interrogantes.

Para Straus “el Solutrense es un periodo de contracción hacia el sur del mundo habitado y de innovación y supervivencia humanas en la Europa Occidental de la crisis climática del Pleniglacial; pero no significa una oleada de invasores venidos del este o del sur. Son europeos del oeste que tenían que enfrentarse con los difíciles retos de su tiempo; como es el caso hoy”

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Uriarte, A. (2003). Mantos de hielo durante el último máximo glacial. Consultado el 1 de abril de 2014 en http://www.tiempo.com/ram/722/mantos-de-hielo-durante-el-ultimo-maximo-glacial/




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