jueves, 23 de abril de 2020

COVACHO GRANDE DE LAS ESCALERETAS. LECINA - BÁRCABO (PARQUE CULTURAL DEL RÍO VERO)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (162-163), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    El descubrimiento de estas pinturas se deben a P. Minvielle quien apuntó la existencia de las pinturas rupestres en una breve nota sobre montañismo (Minvielle 1968). El conjunto fue estudiado por A. Beltrán un año después de la publicación de Minvielle, obteniendo como resultado un análisis preliminar de las representaciones que serán recogidas en la monografía que recoge las pinturas esquemáticas de Lecina (Beltrán 1972).
LOCALIZACIÓN
    Colgado en el mismo farallón que el abrigo de Lecina Superior, unos metros por debajo de éste pero en su misma vertical, el Covacho grande de las Escaleretas se encuentra muy expuesto a la luz, contando con un gran desarrollo longitudinal que supera los veinte metros, aunque resulta poco profundo. La propia pared del abrigo se desarrolla en un plano inclinado, lo que aumenta la acción de los agentes atmosféricos sobre la superficie rocosa que aparece muy afectada por desconchados. Continuando el farallón en el que se encuentra el abrigo decorado encontramos una pequeña vía ferrata equipada con un pasamanos de sirga metálica que permite salvar un estrecho paso que se abre casi directamente sobre el cortado, y en el que encontramos un precioso arco natural.
DESCRIPCIÓN
    En el abrigo, de una gran longitud, es posible establecer tres zonas o paneles con restos de pintura. En el primer sector decorado se constata tan sólo la existencia de dos restos de color rojo vivo, tendentes al anaranjado. El primero es un mero trazo lineal vertical mientras que el segundo, a escasos centímetros a la derecha del anterior, se podría definir como una especie de signo en V invertida con dos cortos trazos oblicuos orientados a la izquierda en los extremos inferiores y una ligera prolongación del vértice, sería interpretada por Beltrán como la mitad inferior de una representación humana (Beltrán 1972: 9). En la zona media del friso decorado aparece el segundo conjunto de restos pictóricos compuesto por una serie de trazos lineales cortos de color rojo y una dedada, sin que sea posible advertir morfología alguna definida, con la excepción de un signo en forma de punta de flecha parcialmente conservado. En el tercer panel decorado, situado casi en el extremo terminal del friso, se aprecian restos bastante perdidos de pequeñas dedadas, así como un signo de color rojo oscuro en forma de punta de flecha compuesto por dos trazos oblicuos y uno central vertical con el vértice hacia arriba en el que se aprecia una pequeña prolongación, y que podría verse como el tronco, brazos y cabeza de un antropomorfo esquemático.


sábado, 18 de abril de 2020

COVACHOS DE GALLINERO. LECINA-BÁRCABO (PARQUE CULTURAL DEL RÍO VERO)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (159-161), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    Fue P. Minvielle el descubridor de estas pinturas, recogiendo su existencia en una breve publicación en la que también se hace mención a otros conjuntos decorados de la zona (Minvielle, 1968). Un año más tarde sería estudiado por A. Beltrán, ofreciendo una aproximación a las mismas en 1971, y dedicando un espacio más amplio en la monografía sobre los abrigos esquemáticos de Lecina (Beltrán, 1972). Los estudios más recientes son los realizados por P. Hameau y A. Painaud en los que se ofrece un nuevo calco del conjunto (Hameau y Painaud, 1997 y 2006-2008).
LOCALIZACIÓN
    En el término municipal de Lecina, en una zona dominada por múltiples covachos y abrigos cuya abundancia otorga el nombre de Gallinero a la zona, se abren cuatro abrigos que responden a la misma denominación. Muy cercanos a la confluencia de los barrancos de la Choca y del Basender, su altura con respecto al cauce del río les permite dominar buena parte de su recorrido.
    La ubicación de los abrigos, aunque cercanos entre sí, resulta difícil e incluso arriesgada en algún caso, debiendo salvar desniveles verticales sobre el propio barranco.

DESCRIPCIÓN
    Las pinturas del abrigo de Gallinero I están realizadas mediante trazos lineales finos de estilo esquemático con el que se representan una serie de zoomorfos de apariencia un tanto descuidada de manera que no resulta extraña la representación de una sola pata trasera. Otros restos figurativos se podrían corresponder con una posible representación humana tipo “salamandra” y esquematizaciones de astas de ciervo.
    El abrigo de Gallinero II se encuentra sobre el anterior, de manera que para acceder a él se debe ascender por la pared casi vertical. Las pinturas se encuentran en la zona derecha de la cavidad, algunas de ellas en la parte más exterior, lo que ha dificultado su conservación. Con todo, este conjunto resulta el más espectacular de los cuatro.
    En éste se definen hasta 52 representaciones, la mayor parte de ellas pertenecientes a cuadrúpedos de diferentes especies, si bien también se constata la presencia de antropomorfos, símbolos soliformes, arboriformes y signos de interpretación dudosa. 
    A pesar del alto grado de esquematismo empleado en la realización de los animales, Beltrán identifica la presencia de bóvidos; posibles équidos, uno de ellos montado por una esquematización humana en “phi”; y cápridos. En un caso, y a pesar de la simplicidad de los trazos en la representación del cuerpo y de las patas, dos líneas verticales fueron bien modeladas adoptando la forma de unas largas orejas que podrían identificar al animal como un posible asno. Merece destacarse que algunas de estas figuras animales fueron representadas en grupos numerosos, quizás verdaderos rebaños, adoptando una disposición oblicua ascendente, tal vez con la intención de captar la acción de subir las escarpadas laderas de los barrancos que enmarcan la composición.
    El acceso a Gallinero III se realiza a partir del anterior, si bien resulta difícil al tener que subir nuevamente por la pared vertical. Son dos las cavidades que componen Gallinero III, la A y la B. En la primera de ellas tan sólo se cuentan seis figuras, desigualmente conservadas y en las que es posible definir dos soliformes y otros tantos cuadrúpedos todos ellos del mismo estilo esquemático presente en los anteriores conjuntos. En el abrigo de Gallinero III B, cavidad localizada al Norte de la anterior, se definieron un cruciforme de gruesas líneas y diversas figuras animales, algunas de ellas con dos trazos interpretables como orejas o cuernos.



viernes, 17 de abril de 2020

ABRIGOS DE BARFALUY. LECINA-BÁRCABO (PARQUE CULTURAL DEL RÍO VERO)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (159-161), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    Los conjuntos decorados fueron descubiertos en el transcurso de las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo por el equipo del Museo de Huesca durante los años ochenta del pasado siglo. Tras el estudio pormenorizado de las mismas y la confección de los calcos serían publicadas con motivo del 50º Aniversario de la revista Empuries (Baldellou et alli 1993c), si bien fueron objeto de una breve publicación de carácter divulgativo con anterioridad (Baldellou 1992a).
Abrigos de Barfaluy
LOCALIZACIÓN
    Los abrigos se abren en las altas paredes calcáreas del barranco de la Choca, no muy lejos de su confluencia con el río Vero y cercanos al conjunto de la Fajana de Casabón. El acceso a los conjuntos decorados, que ocupan los diferentes covachos que se abren contiguos unos a otros, se realiza a pie siguiendo una pista o senda de los carboneros bien señalizado que parte de Lecina. El trayecto, relativamente duro, culmina en unas escaleras metálicas que permiten el acceso a una especie de amplia cornisa donde se abren las cavidades. En alguna de éstas es posible observar los restos de antiguos arnales hoy en desuso. 
    El paisaje desde los abrigos decorados resulta impresionante, dando la sensación de estar prácticamente colgados de las paredes verticales que conforman el barranco, permitiendo, asimismo, establecer contacto visual con otras zonas decoradas, como Cueva Palomera.
DESCRIPCIÓN
    La totalidad de las representaciones contenidas en estas estaciones se corresponden con antropomorfos, cuadrúpedos o signos esquemáticos. El estado de conservación de algunas de estas pinturas, unido a la singularidad de las mismas y a las escenas representadas hacen de estos abrigos unos de los más interesantes del conjunto esquemático del Parque Cultural del Río Vero. 
    En este sentido destacan los antropomorfos esquemáticos de Barfaluy I, en los que se resaltaron los dedos de los pies y de las manos. Una de estas representaciones parece tirar mediante una cuerda de un objeto (tal vez un trineo o narria o quizá un cuadrúpedo esquemático sin extremidades inferiores) sobre el que descansa otro antropomorfo. A la derecha de esta escena aparecen una serie de figuras, igualmente esquemáticas y con la misma tonalidad. Una figura humana orientada a la derecha se representó con las piernas y los brazos abiertos destacándose en las extremidades, como ocurre en el caso anterior, los dedos que varían en número de cuatro y tres. Asimismo, entre las piernas y sin que se aprecie contacto directo con la figura se plasmó un punto redondeado de pequeñas dimensiones. A escasos dos centímetros de la cabeza del antropomorfo se plasmó una especie de signo en forma de Y invertida con el trazo central bastante alargado, tal vez la figura de otro antropomorfo inacabada. Por debajo de la representación definida aparecen una serie de trazos mal conservados y dos cuadrúpedos esquemáticos de color rojo anaranjado. Los animales, figurados en el mismo plano horizontal, se pintaron mediante un simple trazo para la representación del cuerpo que termina en ambos extremas en ligeras inclinaciones para señalar la cabeza y la cola del animal, que en un caso se muestra doblada. Dos trazos verticales indican las orejas de los zoomorfos, mientras que otros cuatro representan las patas. 
    En el sector 3 del abrigo aparece un signo compuesto por trazos en forma de W distribuidos verticalmente y yuxtapuestos entre sí.
    En el abrigo de Barfaluy II nuevamente es la temática antropomorfa la que predomina, siempre de estilo esquemático, si bien en este caso se destaca una representación humana montada sobre un cuadrúpedo. En el sector 3 del abrigo aparece al menos una nueva figura humana esquemática aunque con una serie de convenciones o rasgos estilísticos muchos más estilizados. Así pues, un fino y largo trazo vertical hace de cuerpo y cabeza, la cual no se destaca mediante ningún tipo de tratamiento o engrosamiento. Las piernas aparecen representados por dos trazos oblicuos en forma de V invertida. Esta misma convención se empleó en la realización de dos pares de brazos o bien un par de brazos y adornos.

    Al Oeste de esta cavidad, se encuentra la de Barfaluy III, en cuyo sector 2 se representó un grupo de seis cápridos esquemáticos dirigiéndose a la izquierda y de una tonalidad negruzca. En todos ellos las convenciones empleadas fueron las mismas. Un trazo horizontal como cuerpo, sin que se destaque o represente la cabeza del animal, que tan sólo se reconoce por las dos líneas curvas paralelas que representan la cornamenta, mientras que cuatro trazos verticales más finos configuran las patas. A unos 15 centímetros por encima del grupo de cápridos y ligeramente desplazado hacia la derecha de éste, se observa la figura, parcialmente conservada y en la misma tonalidad oscura, de un ciervo macho con una gran cornamenta formada por un grueso trazo vertical y múltiples líneas cortas y finas que surgen de la anterior. 
    A unos 50 metros hacia el Oeste del conjunto anterior existe un abrigo de algo más de 10 metros de longitud por 4 de profundidad máxima en el que se constata la existencia de un grupo de digitaciones en color negro. Éstas forman alineaciones paralelas entre sí con un número variable de puntuaciones en cada una de ellas. Asimismo, se atestigua la presencia de un signo en forma de T, parcialmente conservado.






lunes, 13 de abril de 2020

LAS REPRESENTACIONES INFANTILES DE MANOS EN EL YACIMIENTO DE LA FUENTE DEL TRUCHO (ASQUE-COLUNGO, HUESCA)

Sergio Ripoll López y Francisco J. Muñoz Ibáñez 
Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED
III Congrés Internacional d’Història dels Pirineus. Actes i comunicacions
La Seu d’Urgell – Andorra la Vella, juny 2017.
Sant Julià de Lòria: Institut d’Estudis Andorrans, 2019, p. 693–798


Introducción
    Las distintas superficies decoradas de la cavidad han sido encuadradas en XXII paneles genéricos que engloban una mayor o menor cantidad de figuras que a su vez tienen un estado de conservación variable. Actualmente el inventario provisional arroja una cantidad de 140 figuras a las que ahora añadimos otras 4. Las representaciones más numerosas en La Fuente del Trucho son las siluetas de manos (30%), seguido por las series de puntos organizadas que suponen un (10%), a continuación se encuentran los équidos (7,85%) y el resto de figuras tienen una menor representatividad.
Vista de la estación de la Fuente del Trucho
    De las cuarenta y nueve manos encontradas en la cueva de la Fuente del Trucho, salvo seis manos negativas pintadas en negro, el resto de las representaciones se realizan con ocre rojo. En este congreso nos centraremos en el conjunto de las tres pequeñas manos pintadas en negro, sin duda pertenecientes a dos niños de corta edad y a un adulto. Las paralelizaremos con siluetas actuales y aplicaremos una metodología puntera basada en el Índice de Manning para establecer su género.
    Las campañas de documentación en La Fuente del Trucho (Asque–Colungo, Huesca), se iniciaron en el año 2000 a raíz de una visita al yacimiento. Inmediatamente se estableció un convenio de colaboración entre el Laboratorio de Estudios Paleolíticos de la UNED y el Museo de Huesca y a su vez procedimos a solicitar el correspondiente permiso y subvención al Servicio de Patrimonio Arqueológico, Paleontológico y Parques Culturales de la Diputación General de Aragón.
   En un principio nos adaptamos a la cuadrícula aérea establecida en la cavidad inmediatamente después del descubrimiento para localizar todas las figuras que se habían localizado a principios de los años 80. A continuación, y partiendo de este elenco preliminar, iniciamos una documentación sistemática de todas las superficies para poder proceder al tratamiento digital de las imágenes y averiguar si todas las figuras identificadas estaban correctamente clasificadas, e intentar comprobar si existían nuevas representaciones. Hemos desarrollado tres breves campañas de documentación en las que se realizaron unas 1200 fotografías digitales y analógicas directas que se traducen en casi 7000 imágenes tratadas digitalmente. 
Preparación de la cueva para las sesiones fotográficas 
   Durante los trabajos pudimos comprobar que la estructura aérea no era del todo fiable ya que con el paso del tiempo se estaba moviendo y destruyendo: por eso optamos por delimitar paneles que se correspondieran con accidentes físicos de la cavidad y de esta forma rehacer todo el proceso de documentación adaptándolo a la nueva metodología.
    Las distintas superficies decoradas de la cavidad han sido encuadradas en XXII paneles, que hemos descrito en otros trabajos y aquí únicamente nos centraremos en el panel xv, que es el que contiene las representaciones de las que nos ocupamos en este estudio.

Panel xv
   Es un panel muy complejo situado en la zona central del techo de la cavidad. La superficie que contiene las distintas representaciones tiene 360 cm. de longitud por 230 cm. de anchura con un buzamiento negativo de 12º hacia el sur y una orientación de 90º con respecto al norte absoluto. Este panel no tiene una delimitación clara ya que gran parte del mismo está
oscurecido por una espesa capa negra posiblemente una mezcla de humo, humedad y manganeso, que sin duda enmascara gran cantidad de figuras. Hasta que no se
proceda a la limpieza sistemática, no creemos oportuno cerrar los límites de este complejo panel que se asocia con las antiguas cuadrículas G-8 y H-8.
Planta del yacimiento con la distribución de los distintos paneles decorados
   Desde el fondo de la cueva hacia fuera, en primer lugar hallamos varias manchas tanto de ocre rojo como de ocre amarillo que de momento no configuran ninguna representación. A continuación hay dos siluetas de manos en negativo realizadas en ocre rojo oscuro. Una de ellas se trata de una mano zurda dispuesta hacia el interior de la cueva mientras que la otra es una mano diestra también orientada hacia el fondo de la cavidad. Superpuestos a la primera de ellas aparecen varias series organizadas de puntuaciones que adoptan una forma semicircular o de segmento de círculo. Seguidamente y desplazándonos un poco hacia el exterior se aprecian gran cantidad de puntuaciones organizadas que pueden individualizarse en tres conjuntos principales y varias decenas de puntos aislados. Una de estas series se superpone a una de las tres manos en negro ubicadas más hacia el exterior. Son las únicas siluetas de manos, casi todas ellas muy pequeñas, y hechas en negro frente a las del resto de la cavidad que están confeccionadas en ocre rojo de distintas tonalidades. En una zona próxima a la visera que delimita el panel por la parte exterior hallamos otra mano izquierda en negativo orientada hacia el fondo de la cueva. La altura desde el suelo a las manos negras es de 140 cm. mientras que la distancia a la mano roja descrita en primer lugar es de 180 cm.
Foto directa de la zona objeto de este trabajo con las manos descritas y las series de puntuaciones que se superponen a las mismas
    La sorpresa surgió al redactar este texto y al analizar con diferentes filtros informáticos y algoritmos específicos las imágenes que teníamos de esta zona. De las tres manos originales pintadas en negro, hemos pasado a 6 y hemos añadido una más en ocre rojo.
Realmente las nuevas manos negras son parciales ya que sólo se conservan alguno de los dedos, al estar recubiertas por el halo negro de las otras manos más recientes. También nos ha sorprendido una silueta -invertida con respecto al resto- que parece responder a una mano en positivo pintada. Como hacemos habitualmente describiremos las siluetas de izquierda a derecha y de arriba abajo.

Mano nº 1
   Pequeña mano con un halo negro de 18 cm. de longitud por 18 cm. de anchura, ligeramente inclinada hacia la izquierda en un ángulo de 33º. 
Se trata de una mano izquierda en la que todos los dedos salvo el nº 1 (pulgar) están replegados. Como veremos luego ha habido numerosas hipótesis sobre manos supuestamente mutiladas. Nosotros pensamos que es una ocultación intencional de las segundas y terceras falanges. La primera no se puede ocultar y siempre está presente. Hemos hecho una exhaustiva medición tanto de la longitud como la anchura de cada uno de los dedos, comprobando la circunstancia que antes comentábamos sobre la flexión de los dedos. En el caso del pulgar, con 3,1 cm. De longitud, pensamos que es un poco corto, pero puede deberse a la postura e inclinación de la mano en el techo y que el halo haya recortado la silueta del dedo ya que debería tener una longitud de unos 4 cm.
Medición de la mano 1
  Las experimentaciones que estamos llevando a cabo desde hace años con las manos paleolíticas, nos ha permitido recopilar una base de datos de más de 24.000 ejemplares de todas las edades y de ambos sexos. Nuestra sorpresa fue que al superponer en el calco la silueta de la mano de una niña (Daniela) de 8 años, únicamente teníamos que rotarla para ajustarla a la mano prehistórica y pudimos comprobar que coincidía al 99% en todas las medidas salvo en la longitud del dedo pulgar. En esta mano no podemos aplicar el índice de Manning para diferenciar si se trata de una mano masculina o femenina ya que los dedos 2 y 4 no tienen toda su longitud. Hemos probado a superponer una mano masculina de un niño de la misma edad y tanto la anchura de la palma como la de los dedos es mayor que en el caso de la niña. También lo hemos intentado con varones más jóvenes y tampoco coincide. Por lo tanto estamos plenamente convencidos que se trata de una mano izquierda femenina de una niña de 8 años.
Medición de las mano 2 y 3
Mano nº 2
  Esta segunda mano es totalmente inédita e inesperada ya que está realizada con una técnica poco común en el arte rupestre. Generalmente las manos en positivo se realizan impregnando la mano con pigmento líquido y luego aplicándola en la superficie. Sin embargo, ésta aparece pintada bastante burdamente. Tiene 11 cm. de longitud desde el inicio de la palma hasta el final del dedo 3 (anular) y 10 cm. de ancho y está invertida con respecto al resto de las que aquí describimos.
    Aparentemente se ha querido representar una mano izquierda ya que el dedo 1 (pulgar) aparece claramente destacado a la izquierda de la figura. El problema es que esta mano tiene seis dedos. Es probable que primero se pintara el óvalo central, correspondiente a la palma y de ahí se pintaron los trazos que representan los dedos. No podemos afirmar si se trata de una mano masculina o femenina, aunque aparentemente la longitud del dedo 2 y 4 son similares y por lo tanto correspondería a una fémina.

Mano nº 3
   Esta tercera mano también es nueva. En realidad es un resto de una mano ya que únicamente conserva 3 dedos, el 1, 2 y 3. Se trata de una mano derecha ya que se distingue con claridad el dedo 1 (pulgar). Está oculta bajo el halo de las manos
nº 1 y nº 4 y es difícil medir el halo que le corresponde. Tiene un buzamiento de 69º hacia la izquierda. Se trata aparentemente de otra mano infantil ya que el dedo 1 (pulgar) tiene una longitud de 3,5 cm. No podemos afirmar si se trata de una mano masculina o femenina ya que no se distingue el dedo 4, pero por el ancho de los dedos que se encuentra entre 1 y 1,2 cm. parece que se podría tratar de una niña.
Medición de la mano 4
Mano nº 4
    Esta mano en negativo ya era conocida desde el descubrimiento de la cavidad en 1979. Se trata de nuevo de una mano infantil o juvenil, aunque lo que la caracteriza es la forma en que está representada. La silueta recuerda un puño cerrado ya que todos los dedos están encogidos y el dedo 5 (meñique) está totalmente oculto. El único dedo evidente es el dedo 1 (pulgar). Tiene un halo de 18 cm. de anchura y 25 cm. de longitud, con un buzamiento de 38º hacia la izquierda. Por el ancho de la palma, de 8,8 m. pensamos que tiene que pertenecer a un niño o a una niña a algo mayor que el de la mano nº 1 ya que al estar encogida la mano, sin duda al extenderla sería un poco más grande. Por otra parte la longitud del dedo 1 (pulgar) nos indica que tiene que ser un joven de unos 15–17 años.

Mano nº 5
    Esta mano también conocida de antiguo era la que estaba situada más hacia la derecha del conjunto. Se trata de una mano derecha en la que el halo de color negro mide aproximadamente unos 25 cm. de longitud y 20 cm de anchura con un buzamiento de 41º hacia la izquierda. En esta silueta todos los dedos están replegados salvo el dedo 1 (pulgar). El dedo 2 (índice) parece que está desplegado pero la longitud de 5,6 cm. no parece corresponderse con una medida de un dedo completo que debería rondar los 7 cm. Tanto la anchura de la palma (12 cm.) como la longitud del dedo completo (5,2 cm.) así como la anchura de los dedos replegados nos lleva a pensar que se trata de un adulto, sin poder afirmar si es femenino o masculino.
Medición de las manos 5 y 6
Mano nº 6
    Esta mano de reciente descubrimiento aparece en el extremo derecho del conjunto. Es difícil de ver ya que se encuentra en parte tapada por el halo negro de la mano nº 5 y sin embargo es la más completa de todas ya que todos los dedos son evidentes. Posee un halo negro de 13 cm. de longitud y 10 cm. de anchura con un ligero buzamiento de apenas 15º hacia la izquierda. El estado de conservación no nos permite medir el ancho de la palma pero sí podemos hacerlo con la longitud y anchura de cada uno de los dedos. El dedo 1 (pulgar) apenas alcanza los 2,8 cm. de longitud que si lo comparamos con el dedo 1 de la mano nº 1, se aproxima bastante. También la anchura de los dedos en torno a 1,5 cm. nos hace pensar que también pueda tratarse de una mano infantil. No se puede comparar con aquella ya que en este caso los dedos están juntos frente a la otra que los presenta separados, pero es muy probable que se trate de la misma mano femenina ya que la longitud de los dedos 2 y 4 es prácticamente idéntica.

Mano nº 7
    Por último y también como novedad presentamos una mano inédita, situada a unos 30 cm. más hacia la boca de la cavidad. Esta silueta está pintada en ocre rojo con un halo de 30 cm. de longitud y 26 cm. de anchura con un buzamiento de 35º hacia la izquierda. Es una mano en la que se distinguen con claridad los cinco dedos. El dedo 1 (pulgar) es el que está peor conservado, mientras que los dedos 2, 3 y 4 se caracterizan por la gran longitud de los mismos que en el caso del dedo 4 (anular) alcanza los 9 cm. (en como la de un varón adulto actual, la media es de 7,8 cm.). El dedo 5 (meñique) aparece en una posición forzada con respecto a los otros dedos. Hemos intentado replicar esta silueta y hemos constatado que la posición no es natural. Cuando la mano está sobre el soporte rocoso, hay que desplazar el dedo meñique con la otra mano para lograr ponerlo en esa posición. La diferencia de longitud entre los dedos 2 y 4 (este último, más largo) nos muestra que se trata de una mano masculina de un adulto. Se trata de un varón de gran estatura ya que la longitud del dedo 4 nos indica que debería medir alrededor de 1,82 metros.
Medición mano 7
    Como síntesis de las manos halladas en la Península Ibérica, podemos concluir que de las cuarenta y nueve manos encontradas en la cueva de la Fuente del Trucho, salvo cinco manos negativas pintadas en negro, el resto de las representaciones se realizan con ocre rojo. Este predominio del color rojo se constata también en el resto de representaciones que podemos encontrar tanto en España como en Francia. En España de las doscientas setenta y una manos identificadas, sin contar las dos supuestas manos de La Pasiega y las dieciséis de Santián, la tonalidad que predomina es la ocre rojo (95,57%) con varias tonalidades, seguidas por las 11 manos con el halo de color marrón (4,05%) de la cueva de la Garma. Con una coloración poco frecuente, encontramos las 4 (1,47%) manos en ocre violáceo de la cueva de Altamira y pintadas con una técnica mixta, única en el arte rupestre paleolítico, hallamos las 3 siluetas-improntas (1,10%) de la cueva de Maltravieso. Por último y con una escasa representatividad, están las 4 manos negras aisladas (1,47%) de la cueva de Ardales y las cinco de la Fuente del Trucho (1,84%). 
    En el país vecino, no se mantiene esta relación, ya que de las trescientas cuarenta y dos manos donde se ha podido identificar el color, ciento veintisiete (37,13%) son de color rojo, doscientas cinco (59,94%) de color negro. Siete se realizan con ocre marrón (2,04%), dos con ocre rojo amarillento (2,04%) y una última mano es de color blanco (0,29%). 
    En Francia se ha podido determinar en trescientas cuarenta y dos representaciones la técnica con que fueron elaboradas. De éstas, trescientas treinta y cuatro (97,66%) son negativas y tan sólo ocho (2,33%) son manos positivas.


Diferentes hipótesis de las manos mutiladas
    La hipótesis de las manos con alteraciones patológicas fue defendida sobre todo por A. Salhy (1966, 1969) basándose en una primera idea de H. Breuil y H. Obermaier. Ante todo hay que explicar que para este autor la idea de los dedos flexionados estaba llena de dificultades, ya que la posición de algunas manos suponen difíciles contorsiones. Sin embargo este investigador, con su formación médica, proponía un amplio catálogo de enfermedades (una quincena) a cual más rara (como puede ser la trombo-angeiitis obliterante, tipo síndrome de Raynaud) para explicar la ausencia de determinadas partes de los dedos. Parece raro que en determinadas zonas, sobre todo de los Pirineos franceses, se concentraran en un momento más o menos dilatado de tiempo todas las enfermedades de las extremidades superiores, teniendo en cuanta su escasa o nula repartición actual aun contando con condiciones climáticas adversas, una nutrición deficiente o incluso con la consanguinidad.


    G. H. Luquet en 1938 propuso en una amplia revisión bibliográfica de las mutilaciones digitales que éstas se podían dividir en dos grandes grupos: por un lado las mutiladas por motivos mágico-religiosos (prácticas de duelo, profilaxis contra las enfermedades y la muerte, ritos de paso o ritos propiciatorios) o bien por motivos mucho más profanos como pueden ser medios de reconocimiento tribal, mutilaciones ligadas al "esclavismo", castigo de delitos, etc.
    Para A. Leroi-Gourhan (1964) esta teoría con paralelos etnográficos en países en los que algunas viudas se cortan las falanges a la muerte de su compañero, se refleja en la bibliografía prehistórica como una curiosa costumbre paleolítica debiéndose posicionar las manos mutiladas dentro del capítulo del folklore científico.
    Nosotros, siguiendo a este último investigador, con el que no estamos de acuerdo en todos sus postulados, pensamos que unos cazadores–recolectores–pescadores y oportunistas de hace unos 20–30.000 años pudieron en algún caso amputarse los dedos para obtener un mayor rendimiento cinegético, pero el hecho de que se repita como un acto consuetudinario no se corresponde con un concepto de economía precaria. Podemos pensar en la existencia de algún tipo de mutilación casual bien por causas mecánicas o por congelación de alguna de las falanges, pero el hecho de que se repita en ámbitos geográficos tan dispares nos induce a pensar en otras causas mucho menos "sangrientas" para explicar su ausencia, como puede ser la existencia de un código o lenguaje críptico por signos.
    Todas las hipótesis a propósito de las manos mutiladas han hecho correr ríos de tinta sin que ninguna de ellas por sí misma pueda explicar de una manera concreta los hechos observados. Por otro lado la novedosa aportación descubierta en Maltravieso (Ripoll et alii, 1999), sobre la ocultación intencional del dedo meñique, introdujo una nueva variable que habrá que estudiar más extensamente no sólo referida a esta cavidad sino también a las restantes.
  Todas éstas son cuestiones que sin duda no tienen una clara solución y que permanecen como otro más de los misterios interpretativos de este arte dejado por nuestros antepasados.
    En el marco de las actividades del Laboratorio de Estudios Paleolíticos (lep) hemos intentado reproducir todas las combinaciones de manos que hay documentadas en el suroeste de Europa. Lo hemos hecho con aerógrafo bucal, con pigmento soluble al agua y en distintas posiciones para comprobar que el halo se adapta a la silueta de la mano. Hemos podido comprobar que TODAS las manos conocidas se pueden realizar con la integridad de la mano. Cuando falta alguna falange es que se han replegado la segunda y la tercera. En las manos prehistóricas siempre está presente la primera falange.

Cronología
   Desde un punto de vista cronológico pensamos que pueden haber existido varios momentos de plasmación de imágenes, fundamentados precisamente en la diversidad de convenciones y su posición en la estratigrafía iconografía.
    Por un lado estaría el amplio repertorio de manos en negativo realizadas en ocre rojo que posiblemente y basándonos en los paralelos existentes en otras cavidades, algunas de ellas datadas objetivamente, puedan ser encuadradas en un horizonte cultural Gravetiense.
    Según la propuesta cronológica del arte rupestre paleolítico de A. Leroi–Gourhan (1966), las manos en negativo, relativamente aisladas, pueden atribuirse a distintos períodos. En la cueva de Gargas (Ariège, Francia) se encuadran entre los estilos ll y lll al igual que otras manos como las del Castillo en Cantabria o como las de Pech-Merle (Lot, Francia). Algunas aisladas, como las de Font-de-Gaume o las de Les Combarelles (Perigord, Francia), podrían situarse en el estilo IV antiguo.
    Las dataciones por C14 han supuesto una revolución para establecer una cronología del arte rupestre, ya que con una mínima muestra se puede conseguir una fecha de gran fiabilidad. En este sentido contamos con las dataciones de 27.110 ± 390 (GIF A 92 409) y 26.360 ± 400 (GIF A 92 349) B.P. para una de las manos negativas negra (MR7) de la Grotte Cosquer (Marsella, Francia) (Clottes et alii, 1992).
    A lo largo de la historia de la investigación de la Grotte de Gargas (Hautes–Pyrénées) diversos autores propusieron la hipótesis de que las manos y las series de grabados pudieran ser contemporáneos, teniendo en cuenta que las figuras incisas habían sido encuadradas por sus paralelos en objetos de arte mueble en un horizonte cultural perigordiense superior o gravetiense (Nougier, 1984). Pero recientemente esta cueva ha entrado a formar parte de las estaciones con figuras rupestres datadas por métodos físico-químicos. A pesar de que algunas manos negativas están pintadas con el halo de color negro, el análisis de pigmentos demostró que éstas se habían realizado con manganeso (Clot, Menu y Walter, 1995) y por tanto no podían ser fechadas. Pero recientemente, al volver a revisar la cavidad pirenaica se produjo el sensacional hallazgo de unas pequeñas esquirlas de hueso en una de las grietas de la cueva muy próxima a una de las manos situada en el panel iv de la sala I. Una vez analizados estos restos óseos mediante el acelerador de partículas se obtuvo una datación de 26860±460 bp (gifa92369) (Clottes et alii, 1992).
    De forma indirecta poseemos otra datación radiométrica, en este caso para la cueva de la Fuente del Salín (Cantabria). Esta cueva tiene una unidad temática restringida a representaciones de manos y el yacimiento hallado en el interior de la cavidad sólo posee un nivel arqueológico. Precisamente en este estrato se encontró un hogar que fue datado en 22340±510 /480 bp (GrN18574) (Moure Romanillo y González Morales, 1992). Si tenemos en cuenta que se trata de un conjunto cerrado se puede inferir que el hogar estuvo encendido cuando se pintaron las manos y por lo tanto la fecha de las mismas debe de ser similar a la del hogar.
  Dado que existen otras dataciones radiocarbónicas que encuadran este tipo de manifestaciones en estadios iniciales del Paleolítico Superior y que las manos siempre aparecen por debajo de otras representaciones, es factible considerar una cronología antigua para las manos de la Fuente del Trucho, posiblemente un Gravetiense. 
  Por otra parte pensamos que el conjunto de grabados del panel XXII posee una cronología similar. Desde el punto de vista estilístico, con un grabado profundo, escasez de detalles, etc., creemos que debe ser situarse en el estilo ii de A. Leroi-Gourhan y por lo tanto en un horizonte cultural de inicios del Paleolítico Superior.
   El resto de representaciones, es decir los zoomorfos e ideomorfos pintados en ocre rojo, dadas las convenciones estilísticas que presentan algunos de ellos, pico de pato, M ventral, despieces detallados, ausencia de determinadas partes del cuerpo intencionalmente omitidas, movimiento, etc., nos inclina a atribuirlos a una fase avanzada del paleolítico Superior en un estilo IV de Leroi–Gourhan y por lo tanto asimilable a un solutrense final o magdaleniense inicial. 
    Por último y de forma aislada tenemos el conjunto de tres manos pintadas en negro y las series de puntos organizados que aparecen en la parte superior de la estratigrafía iconográfica. Posiblemente haya que asociar estas representaciones a la fase final antes descrita ya que las series de puntuaciones organizadas en algunos casos adoptan la configuración de ideomorfos de carácter masculino que cronológicamente se encuadran en el sistema cronológico de A. Leroi–Gourhan en el estilo IV reciente.
    El establecer un marco cronológico para la cueva de la Fuente del Trucho, resulta complejo, precisamente por la ausencia de determinadas superposiciones que por lo menos nos permitan hacer un encuadre estilístico. En definitiva, comprobamos que existe un primer momento encuadrable en el gravetiense. Posteriormente se documentan otras pictografías cuya cronología es aún más imprecisa si cabe, aunque creemos que se posicionaría en un momento transicional entre el solutrense final y el magdaleniense inicial. 
    Hay varias dataciones de las excavaciones llevadas a cabo hace unos años con una gran variabilidad pero dentro de los márgenes que proponemos para la mayor parte de las representaciones de manos. Por otra parte mucho más reciente ha sido la publicación de los resultados de las dataciones de las series de uranio de este mismo yacimiento que sin embargo a nosotros nos parecen demasiado antiguas, como en general las obtenidas por este método. Esperamos que en un futuro próximo las técnicas de datación avancen sustancialmente y permitan la posibilidad de fechar otros materiales que no sólo sea el carbón.

Conclusión
    A lo largo de las páginas precedentes hemos podido apreciar la calidad e importancia de las representaciones de la cueva de La Fuente del Trucho, fundamentalmente de manos. Esta significación viene dada no sólo por el hecho de hallarse aislada en una zona geográfica carente por el momento de otras estaciones con representaciones superopaleolíticas. Esperamos que en breve las autoridades de la Comunidad Autónoma de Aragón consigan resolver los problemas administrativos relacionados con la cavidad y podamos proseguir y concluir el estudio de esta excepcional cavidad. El análisis de la documentación fotográfica con la que contamos y la aplicación de algoritmos específicos nos está aportando gran cantidad de nuevas figuras que nos habían pasado desapercibidas con anterioridad. No se trata sólo de nuevas representaciones de manos, sino de abundantes zoomorfos.

Relación bibliográfica
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