jueves, 24 de octubre de 2024

LOS HABITANTES PALEOLÍTICOS DE LA FUENTE DEL TRUCHO

LOS HABITANTES PALEOLÍTICOS DE LA FUENTE DEL TRUCHO

Este trabajo es un fragmento de la ponencia que presentó Pilar Utrilla Miranda en los Cursos de Verano de la UNED de Barbastro del año 2007,  de titulo ¿Quiénes pintaron?: los habitantes del río Vero en el Somontano Oscense: del Paleolítico  Superior al Calcolítico.

La Fuente del Trucho se sitúa en el barranco de Villacantal en la margen izquierda del río Vero a 20 minutos de su cauce permanente y junto a la fuente que le da nombre. Se trata de una cueva poco profunda, con una gran boca de 22 m. de ancho orientada al SE, que da acceso a una amplia sala de 24 m. de profundidad dividida en dos lóbulos disimétricos. Esta cueva, que ya había sido visitada por exploradores de la Sierra de Guara como Pierre Minvielle, se dio a conocer al mundo científico en 1978 cuando un equipo del Museo de Huesca y de la Universidad de Zaragoza, dirigido por Vicente Baldellou, descubrió la existencia de pinturas. Este lugar, tras dudar entre otros nombres como “Espluga da Ventaneta”, pasó a denominarse la Fuente del Trucho, en alusión al agujero existente sobre la gran boca y a la fuente que mana cerca de ella.

El estudio de sus manifestaciones gráficas comenzó a realizarse en los años ochenta por parte de V. Baldellou y A. Beltrán, quienes publicaron los primeros avances; después, en los noventa, Baldellou trabajó con R. Viñas, realizando minuciosos calcos, algunos todavía inéditos; finalmente, a partir del 2000, Baldellou está ultimando la documentación fotográfica con S. Ripoll, F.J. Muñoz y P. Ayuso.

Las excavaciones de su ocupación arqueológica fueron realizadas durante los años 80 por A. Mir sobre los niveles musterienses (1) y por P. Utrilla y L. Montes en 2005 en los del Paleolítico Superior, momento al que hay que asignar las pinturas y los grabados. Concretamente se ha trabajado en la misma zona que P. Utrilla sondeó ya en 1980, al pie de los grabados exteriores, donde la presencia de un nivel fuertemente brechificado le obligó a paralizar la cata tras haber obtenido algunas laminillas de dorso que descartaban la ocupación musteriense y daban indicio de la presencia de un Paleolítico Superior. Un segundo sondeo se ha realizado en la zona interior, en este caso bajo un panel de pinturas con signos trilobulados, manos y un cáprido. En ambos casos, se ha trabajado en áreas periféricas con respecto a la gran cata de la excavación musteriense (1) de A. Mir que se ha respetado intacta a la espera de la memoria de sus cinco campañas de excavación. No obstante, se ha cuadriculado la zona a excavar siguiendo el punto cero y prolongando las coordenadas de la excavación de A. Mir. Jorge Angás ha realizado un excelente plano topográfico tomando 2500 puntos de suelo y techo, con curvas de nivel a 10 cm. y directoras a 40 cm, situando con extrema precisión no sólo los materiales de la zona excavada  sino también las pinturas y grabados de las paredes (Fig. 1).



Fig. 1. Planta del suelo de la Fuente del Trucho con indicación de las zonas excavadas en 2005 al pie de los grabados (izquierda) y pinturas (derecha). En trama la cata musteriense de Anna Mir de los años 80.


Existen dos zonas bien definidas en la Fuente del Trucho: el panel exterior de los grabados, en posición vertical y a la luz del sol, y la zona de pinturas, ubicada en el interior en semipenumbra. El panel de grabados, en el lóbulo menor de la caverna al pie de la oquedad circular que da nombre  a la cueva, permite reconocer en posición central una gran figura de oso, hecho un ovillo en posición de hibernada, una cabeza de un segundo oso y dos zarpas del mismo animal. A la derecha se reconocen dos cabezas de caballo y una de cérvido, posiblemente un reno, enmarcado entre los dos équidos.
La cronología, basada en los temas del bestiario y en el estilo de las figuras, es difícil de precisar: la técnica de grabado, exterior, tosco y de trazo profundo, nos lleva a una cronología antigua, gravetiense; el tema de los osos y sus zarpas nos recuerdan modelos franceses del otro lado de los Pirineos (existe una zarpa similar en Niaux) o de santuarios exteriores cantábricos (Venta de Laperra, por ejemplo), pero la asociación de caballos y renos (si el cérvido lo fuera) es un tema recurrente del Magdaleniense avanzado, tal como se documenta en las cuevas de Trois Frères, Tito Bustillo o Las Monedas. En los sondeos practicados al pie de los mismos P. Utrilla y L. Montes han localizado algunas hojitas de dorso paleolíticas y varias cubetas subcirculares excavadas en el suelo las cuales han sido datadas por radiocarbono de comienzo de la ocupación musulmana en la zona. Los escasos elementos líticos de época paleolítica (hojitas de dorso), tanto convienen  a un gravetiense como a un magdaleniense por lo que no sirven para precisar la datación de los grabados
El segundo lóbulo, en un ambiente de penumbra, presenta sus paredes y techo cubiertos con pinturas, la mayoría de color rojo. El suelo presenta la roca desnuda en una gran parte de la sala, a excepción de la zona central y la pared de la derecha, bajo los signos trilobulados. En este lugar realizamos en 2005 los sondeos arqueológicos que vamos a comentar. El sondeo afectó a 9 m2 de superficie pero la excavación sólo entregó niveles revueltos en los 50 primeros cm. de profundidad sondeados. La presencia de rebaños en la cueva y de sus pastores (que les han abierto paso entre los sedimentos) así como las extracciones de tierra fértil para abonar los huertos cercanos, ha podido provocar  la remoción total de los niveles e incluso el vaciado de los mismos.


No tenemos por tanto datos estratigráficos en Fuente del Trucho pero sí una gran cantidad de datos tipológicos que nos aportan los materiales obtenidos. Se han obtenido 268 piezas retocadas de sílex, de las cuales 136 encajan en momentos del Paleolítico Superior y 151 lo harían en el Paleolítico Medio. En esta etapa se observa el dominio de las raederas, especialmente simples y transversales seguidas de una presencia aceptable de denticulados y de cuchillos de dorso. Los tipos Quina, carenados y con retoque escaleriforme, acaparan casi la mitad de las raederas transversales (Fig. 2).

Fig. 2. Raederas dobles convergentes y transversales tipo Quina de la ocupación musteriense.

El inventario tipológico de las piezas atribuibles al Paleolítico Superior entrega una preferencia por los raspadores planos (14 casos) acompañados de los carenados (8) y de los de hocico (4), lo que nos lleva a sugerir, junto a la existencia de algunas láminas estranguladas, la presencia de gentes auriñacienses en el yacimiento, vinculadas quizá a las pinturas de manos y series de puntos (Fig. 3).
 

Fig. 3. Piezas de tipología atribuible a un Paleolítico Superior Inicial.

Los tipos nucleiformes entregan 9 ejemplares todos ellos de muy pequeño tamaño, sobre núcleos agotados. Los perforadores aparecen en 4 piezas, dos de ellos múltiples, casi en estrella, del tipo habitual en el Magdaleniense. Los buriles diedros se detectan en 7 casos claros y en 8 los trabajados sobre truncadura, uno de ellos múltiple (3 facetas en golpes laterales) sobre las dos truncaduras, al estilo de los buriles de Noailles, a pesar de que su gran tamaño y el espesor de la pieza no permiten clasificarlo estrictamente como tal.
Las puntas y láminas de dorso aparecen en 21 ejemplares destacando alguna punta de la Gravette y microgravettes, una punta de Vachons y dos pequeñas puntas con pedúnculo central destacado que conviene más al tipo Teyjat (de pedúnculo corto y pequeños retoques abruptos) que al perigordiense de la Font Robert (de pedúnculo largo) 12 hojitas de dorso, algunas de ellas de truncadura oblicua completan el Grupo Perigordiense. Las láminas de retoque simple aparecen en 15 piezas, algunas de ellas de tipo estrangulado e incluso de tipo “auriñaciense” a las que hay que añadir 4 piezas esquilladas (écaillées) de forma cuadrangular, bastante frecuentes en momentos del Paleolítico Superior Inicial. Se han computado 7 piezas denticuladas (dos de ellas gruesos pics) con morfología que recuerda más al Paleolítico Superior que al Medio, aunque es francamente difícil discriminar entre ambos.
La industria ósea recogida en este sondeo ha entregado un fragmento de azagaya de sección subcircular un fragmento de diáfisis de sección longitudinal con extremo redondeado y pulido, muy similar a un ejemplar aparecido en el gravetiense de Reclau Viver (Rueda, 1987, 231, fig. 2.2) y dos curiosas piezas que no merecen una clasificación tipológica pero que pudieran revestir cierto interés: una esquirla ósea quemada “tallada” en forma de punta de pedúnculo y un fragmento alargado de diáfisis que presenta adherido a su fuste un elemento cortante en forma de hojita. Un dentalium es el único elemento de adorno detectado en esta zona
   En cuanto a la presencia de gentes solutrenses en el yacimiento queda refrendada por la aparición de dos puntas de escotadura de tipo Parpalló, una de ellas casi completa e idéntica en su tipometría a las halladas en la vecina cueva de Chaves (Fig. 4, nº 13 y 14). A ellas debe sumarse la presencia de un fragmento de punta de retoque plano. (Fig. 5, nº 11).
Fig. 5: Puntas de dorso (7, 8, 15), de escotadura (9 y 10), de retoque plano (11) puntas pedunculadas (12 y 13), dorso+truncadura oblicua (14), perforadores múltiples (16) buriles diedros (17 y 18) y microrraspadores (19 y 20).

En cuanto a la fauna recogida en el yacimiento, una primera determinación de Fernanda Blasco ha entregado una mayor presencia de sarrio, algo de cabra y caballo, bastante más de conejo y contadas piezas de jabalí (dos restos) y zorro (sólo uno), junto a la existencia de diversos tipos de aves. Es decir, especies de roquedo y bosque llamando la atención la ausencia, por el momento, de ciervo, tantas veces representado en las pinturas levantinas de su entorno y que constituye el animal más cazado en otros yacimientos prepirenaicos supuestamente contemporáneos como la Arbreda E y D, Castell sa Sala, Bora Gran o Roc de la Melca (Estévez, 1987). La mayor presencia  de sarrio, por otra parte, recuerda el dominio de este animal en el nivel Magdaleniense Medio de la cueva de Abauntz (Arraiz), en el Prepirineo navarro.
En resumen, el material revuelto del sondeo efectuado al pie de los signos trilobulados nos indica lo siguiente:
1.    Existe realmente un claro asentamiento musteriense en la cueva de la Fuente del Trucho clasificable, al menos en nuestro material revuelto, como un Musteriense charentiense de tipo Quina. En nuestra opinión, las clasificaciones iniciales de V. Baldellou y A. Mir que detectaron niveles musterienses en el yacimiento eran correctas, descartando en cambio las complicadas atribuciones de “preludio badeguliense” para explicar las fechas recientes (Mir y Salas, 2000).
2.    Existe una presencia real de gentes del Paleolítico Superior Inicial, ya sean auriñacienses (raspadores carenados y de hocico, láminas estranguladas) o gravetienses (puntas de dorso, piezas esquilladas, quizá algunos buriles múltiples sobre truncadura). A ellos conviene la tipología de la mayoría de las pinturas (manos y series de puntos, quizá los grabados exteriores) la fecha de 20800±100  BP que ha entregado una sola muestra de fauna de nuestra excavación y quizá la fecha en torno al 22000 que registra la Unidad Arqueológica 3 de la excavación de Mir
3.  Se documenta también el solutrense por sus fósiles directores (piezas de retoque plano y puntas de escotadura), siendo significativa la similitud de estas últimas con las existentes en la cueva de Chaves, datadas en un 19700 BP, en concordancia con la fecha del 19000 que entregó la excavación del nivel l de Anna Mir. La mayoría de los caballos pintados en rojo podrían corresponder a este momento de ocupación
4. No hay que descartar tampoco la presencia de gentes magdalenienses en la Fuente del Trucho, ya que, junto a la existencia de muy buenos buriles diedros y de truncadura, (comunes por lo demás a otras épocas) se rastrean algunas piezas características. Así raspadores diminutos totalmente circulares propios de la vertiente francesa que, junto a otros unguiformes y las citadas puntas de Teyjat, recuerdan momentos del Magdaleniense Superior-Final; o dos perforadores múltiples, casi en estrella o dos raclettes (no demasiado concluyentes) que irían mejor con momentos más antiguos. Una fecha de TL obtenida sobre un raspador craquelado por el fuego ha dado 13244±945 (MADN-4624) fecha demasiado amplia pero que sirve para confirmar la presencia magdaleniense en el yacimiento. El caballo con despiece en M que recientemente se ha publicado (Ripoll et alii, 2005) (convención que nosotros a simple vista y sin tratamiento digital de imágenes no hemos conseguido ver), reforzaría esta hipótesis.

Una propuesta cronológica para la Fuente del Trucho
En nuestra opinión, el arte parietal de la Fuente del Trucho se enmarca en momentos antiguos del arte paleolítico. En un primer horizonte arcaico, adscribible a un gravetiense, o incluso al auriñaciense a la espera de la datación de las costras que recubren las manos, habría que incluir las representaciones de manos rojas y quizá también las negras, si se aceptara su infraposición a las series lineares de puntos, tema que está en discusión. Estas series, ya sean lineares o complejas y los signos pareados asociados a ellas, no deben separarse demasiado de esta cronología, a juzgar por su posición en el primer horizonte de Llonín y en los paneles arcaicos de la parte terminal de la Garma.
Sería también antigua la cabrita, asociada a manos rojas, según la datación por TL y Uth de ejemplares similares procedentes de la Garma y Pondra. Por la misma razón pudieran ser también arcaicos los signos trilobulados del mismo panel, aunque  no se descarta que éstos pudieran ser posteriores si el trilobulado ojival se superpusiera al caballo listado, algo difícil de precisar.
Entre los caballos, podrían catalogarse en torno al Solutrense medio los dos invertidos que se representan en el panel XII y el de morro alargado del panel VII, con base  en la ausencia de detalles, la curva cervicodorsal muy marcada y la convención de las patas en líneas paralelas abiertas, de acuerdo con la secuencia de Parpalló.
En el último horizonte, del Solutrense Final, se representaría el friso de los caballos listados con despieces y detalles bien marcados todos ellos con similar aire de familia (paneles IV, VI y VII de la numeración de Ripoll y Baldellou).
Todas estas etapas cronológicas tienen su representación en la cultura material que ha entregado la excavación del yacimiento. Es mas, las únicas dataciones absolutas que se poseen, tanto las procedentes de la excavación de Anna Mir, de 22460±150 y 19060±80, como las nuestras (20800±100 y 13244±945) convienen a la perfección a los momentos propuestos para las pinturas. Estaríamos de este modo ante un asentamiento del Paleolítico Superior Inicial al Sur de los Pirineos en una ubicación intermedia entre el poderoso foco de Seriñá en Gerona (La Arbreda, Reclau Viver) y los yacimientos de la Costa Cantábrica, entre los que destaca la cueva del Castillo, con su muy antigua cronología. El yacimiento de la Fuente del Trucho sería así un punto clave en la ocupación de la Península por el primer hombre moderno.
En suma, la cueva de la Fuente del Trucho ha sido visitada reiteradamente por el hombre paleolítico a lo largo de más de 30.000 años: desde el hombre de Neandertal, que no pintó en ella pero sí vivió miles de años, hasta el hombre moderno, quien vivió y pintó durante el Paleolítico Superior Inicial (manos, signos y series de puntos), el Solutrense (caballos) y con dudas en el Magdaleniense (a la espera de comprobar visualmente el caballo con despiece en M).
No cabe duda de que el lugar donde se ubica la Fuente del Trucho pudo tener un carácter especial, sagrado, durante toda la Prehistoria, ya que, como caso excepcional en la Península, se concentran en el mismo barranco el arte paleolítico citado y el arte levantino y esquemático de Arpán, abrigo situado en el mismo barranco a tan sólo 15 minutos a pie de la Fuente del Trucho.
(1). "La industria lítica recuperada por A. Mir en sus excavaciones de los años 70/80, y que con anterioridad había encuadrado en el tecnocomplejo musteriense (Baldellou y Mir 1986; Mir, 1987), chocan con las dataciones AMS efectuadas sobre conjuntos de esquirlas óseas procedentes de aquellas excavaciones, y que le han llevado a modificar sus propuestas de adscripción cultural. Sendas fechas del 19060±80 BP (Unidad Arqueológica 1) y 22460±150 BP (Unidad Arqueológica 3) son ahora explicadas como “unas industrias arcaizantes del Paleolítico Superior, con perduraciones técnicas musterienses, que podrían incluso enlazar con el posterior tecnocomplejo badeguliense” (Mir y Salas 2000: 31). En recientes artículos ya hemos comentado esta anomalía, que atribuimos en parte a la selección de los materiales datados (esquirlas óseas muy dispersas innecesariamente agrupadas con posterioridad en una sola muestra datada por AMS) y a la posible presencia entre ellas de restos de ocupaciones posteriores a la neandertal (Utrilla y Montes, 2007; Montes, Utrilla y Martínez-Bea, 2007). En nuestra opinión la industria lítica de este yacimiento, al menos la que hemos podido consultar en publicaciones y en el propio Museo de Huesca,  es indudablemente musteriense (en su tecnología y en su tipología) mientras que las dataciones concuerdan sospechosamente con las representaciones parietales de esta cavidad,  atribuibles a estas fechas por temática y estilo: las manos, series de puntuaciones y quizá los grabados exteriores cabrían en torno al 22000, mientras que los caballos del estilo II y III del interior encajarían mejor con el 19000BP.
La aparición de una serie de hasta 4 perforaciones, interpretadas primero como encajes de postes (Mir 1987: 20) y posteriormente como pequeños hogares y cubetas recipientes para calentar líquidos (Mir y Salas, 2000: 15) podría explicar estas anomalías ya que se describe que dos de ellas aparecen en los cuadros L2 y J2 (Baldellou y Mir, 1986: 10), cuadros de los que procede parte de la muestra de la Unidad Arqueológica 3, que ofrece la data en torno al 22000 BP (Mir y Salas, 2000:14). La composición del nivel más reciente (LBB) admite la percolación de restos posteriores de forma prácticamente natural dado el carácter suelto de su sedimento formado por bloques angulosos".
Esta nota sobre el trabajo de Mir y Salas hay que leerla con detenimiento, pues aclara y pone de manifiesto la opinión de la autora y de otros investigadores sobre las posibles industrias arcaizantes de las  gentes del Paleolítico Superior que pasaron por la Fuente del Trucho. 
Después del periodo veraniego tenemos la intención de publicar en este Blog, algunas ponencias o parte de ellas, de los cursos de verano relacionados con la Prehistoria que se han impartido en la UNED de Barbastro estos últimos años. 
Barbastro, septiembre 2013. 



sábado, 20 de julio de 2024

CIERVO CHIMIACHAS


       Estas fotografías del año 2006, reproducen la figura de estilo levantino de un ciervo solitario enjaulado en el Abrigo de Chimiachas; una covacha ubicada en el barranco que lleva su nombre a unas tres horas de camino desde Alquezar. Un recorrido muy recomendable con unos paisajes espectaculares del Somontano de Barbastro.
 La pintura es realista como corresponde al Arte Levantino, el autor utilizó en su confección una gama de colores que van desde el rojo al ocre. Esta trazada con gruesas líneas que definen su figura y luego relleno su interior con tintas planas. Su contorno repintado para darle la forma que buscaba el artista, parece tosco pero no lo es, el conjunto es grácil y da vida a este ciervo de pequeño tamaño pero grande, si lo comparamos con otras representaciones de Arte Levantino.  
 Solo quiero que disfruteis contemplandolo, nada más, por eso las fotos estan sin retocar tal cual las saqué, las palabras sobran por completo.


  Cuando llegas al abrigo buscas el ciervo y no lo encuentras, después de trancurrido un rato y con tus pupilas adaptadas a los ocres del fondo de la cavidad, ves su figura que al principio pasaba desapercibida. 


     Y es que nuestros ancestros respetaban tanto a los animales que les daban la vida, como al entorno en el que se movian. El ciervo esta fundido con el paisaje y forman un solo cuerpo. 

      
       Desde este punto de vista vemos como forma parte de la pared que no ha sido preparada, el lienzo y la pintura son solo uno. 


        No se aprecia de frente, pero el ciervo es cóncavo, como el fondo de la covacha que lo alverga. El agua de la lluvia discurre por la pared y lo diluye por arriba y por abajo con la tierra mojada que el agua proyecta. 


  Me permito la licencia de ampliar este recorte de la cornamenta del ciervo para admirar los gruesos trazos que la conforman, que parecen continuación del contorno del animal. Con mucha pintura y línea decidida el autor ha pintado estas rayas gruesas que dan una idea clara del poderío del bicho.
   No hay palabras para describirlo. Recuerdo que hace unos años Matilde Muzquiz (Profesora de dibujo y artista; con su marido y un equipo pintaron la neocueva de Altamira), nos decía al ver el dibujo de un ciervo pintado por ella. "Ves mi ciervo, esta bien representado es como el original, verdad, pero a diferencia de los que ellos han pintado, el suyo vive y el mío esta muerto". Con esas palabras Matilde reflejaba la admiración que sentía por los artistas prehistóricos y por su obra con alma. Desde su punto de vista de pintora contemporánea, entendía la obra y profundizaba no solo en el aspecto formal sino en como había sido plasmada. Recomiendo que leáis su tesis doctoral sobre el techo de los polícromos de Altamira, es un trabajo excepcional y de agradable lectura. Se puede bajar en PDF. http://biblioteca.ucm.es/tesis/bba/ucm-t14857.pdf

         Barbastro, 2 de abril de 2015

lunes, 8 de julio de 2024

EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA Y FUNCIONAL DE LAS PUNTAS DE PROYECTIL SOLUTRENSES*

Ignacio Martín Lerma. Profesor del Dpto. de Prehistoria. Universidad de Murcia.

*Esta conferencia está basada en el estudio que presentamos en el Congreso Internacional: El Solutrense (Velez Blanco, 2012): Gibaja Bao, J. F., Muñoz Ibáñez, F. J., Gutiérrez, C., Márquez, B., & Martín Lerma, I. (2013). Las puntas solutrenses: de la tipología a los estudios funcionales. Espacio, Tiempo y Forma, (5), 491–506.

Las puntas solutrenses son por antonomasia uno de los elementos más definitorios del Paleolítico superior. Este interés por un tipo de instrumento tan bien diseñado, cuya lectura nos remite a un alto conocimiento de las técnica de talla, han provocado la atracción de los investigadores hasta el punto de realizas detalladas y continuas seriaciones cronológicas en base a la forma de las puntas y la tecnología aplicada en su elaboración. Son innumerables las contribuciones científicas que han sido publicadas alrededor de ellas, especialmente por el hecho de constituir un “fósil director” con el que apostillar una cronología relativa al contexto/nivel arqueológico al que están asociadas.
Por lo tanto, es más que evidente que los estudios morfológicos han tenido y tienen un protagonismo preponderante a la hora de hablar de las puntas solutrenses. Los distintos morfotipos definidos han sido el nexo de unión para establecer seriaciones cronológicas, distribuciones en el espacio de yacimientos en los que aparecen determinadas puntas e incluso desde una perspectiva diacrónica y sincrónica hablar del origen de las comunidades que las elaboraron y de su conexión entre ellas. Todas estas cuestiones han llenado y siguen llenando páginas y páginas en revistas, libros y congresos (Ripoll 1994, Zilhao 1994, Straus 2001).
A las citadas perspectivas de carácter morfológico, se le han unido en los últimos años análisis más completos y refinados centrados en el origen de las rocas explotadas, los modos de aprovisionamiento y los sistemas técnicos vinculados con su elaboración. Hasta hace bien poco muchas de las propuestas sobre la procedencia de las materias primas líticas empleadas en la producción del utillaje no se realizaban en base a analíticas petrográficas o químicas, sino que se construían al amparo de los conocimientos que se tenían del entorno en el que los investigadores trabajaban. Es el caso, de los trabajos de J. Zilhao (1997) para la Estremadura portuguesa o M. Rasilla (1989) y L.G. Strauss y M.R. González (2009), entre otros,  para el área cantábrica. Hoy se entiende que estas apreciaciones visuales subjetivas deben ser corroboradas mediante la aplicación de un conjunto de analíticas que proporcionen objetividad a los resultados. A este respecto, cabría resaltar los trabajos de T. Aubry y X. Mangado para contextos solutrenses de Francia y Portugal (Aubry, 1991, Aubry et al. 1998, 2007).   
En relación a los distintos procesos de talla y al grado de conocimientos técnicos requeridos, han tomado fuerza los estudios dedicados a los remontajes como una vía más de aproximación a la tecnología (Muñoz 2000, Tiffagom 2004). Un claro ejemplo de ello de la potencialidad que tales estudios pueden generar son los diversos trabajos de investigación llevados a cabo en el asentamiento francés de Les Maitreaux es un claro ejemplo (Aubry et al. 1998, 2004).
¿Qué papel han jugado los estudios traceológicos en el marco de las puntas solutrenses?, que es el tema que tocamos en este trabajo, la verdad es que más bien poco. Pensamos que quizás ello pueda deberse a que se asume una función evidente por su forma y, por lo tanto, la información que pueden aportar y las interpretaciones que se pueden generar en este campo no tienen mayor recorrido explicativo. No obstante, las dudas nacen cuando uno aprecia que los estudios traceológicos apenas han sido aplicados a yacimientos de cronología solutrense, independientemente de que hubiera o no puntas (Aubry et al. 1998). Sea como fuere, esto hace pensar que hay un conjunto de circunstancias que han hecho que el solutrense no se haya beneficiado de la bifurcación de intereses entre los arqueólogos que excavaron los yacimientos y los especialistas en traceología.
    El Solutrense es un complejo industrial del SW europeo muy conocido pero no siempre bien estudiado. Dividido en diversas secuencias según cada región, podemos hablar de unas fases que, con distintos nombres, son comunes a este espacio tan amplio.

2. LAS PUNTAS SOLUTRENSES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
En Portugal, y más parcialmente en el SW francés, nos encontramos con una fase antigua denominada Protosolutrense. El Solutrense inferior continúa en la zona francesa y abarca al levante español. En estos momentos iniciales surgen algunas novedades técnicas que buscan elementos foliáceos apuntados desde distintas técnicas. Estos elementos son la punta de Vale Comprido, derivada de una secuencia técnica de lascado específica, y la punta de cara plana, obtenida mediante retoques planos sobre una de las caras. Esta segunda punta alcanzará mayor éxito apareciendo distribuida por toda la zona geográfica solutrense durante las etapas inferior y media, rarificándose ya en el Solutrense superior.
A lo largo del Solutrense medio se consolida el uso del retoque plano, extendiéndose en amplias superficies de ambas caras en lo que se conoce como bifacialidad. Es en este momento, además, cuando la Cornisa Cantábrica se incorpora a este mundo. Vemos surgir  una punta más elaborada y espigada conocida como hoja de laurel que alcanzará a todos los rincones del complejo solutrense.
Hacia finales del Solutrense medio la hoja de laurel se diversifica en distintos subtipos que se desarrollarán en la fase superior y en el Solutreogravetiense mediterráneo. Son múltiples variantes de este tipo relacionadas con la forma de la base –cóncava, convexa, recta, pedunculada, con muesca- y el eje de simetría, entre ellas las puntas de muesca y, con carácter regional, los foliáceos disimétricos de Montaut y Serinyá, así como las puntas de base cóncava cantábricas.
Otros tipos nuevos son las hojas de sauce, máxima estilización de las puntas de laurel que surgen junto a nuevos conceptos de punta como la de pedúnculo y aletas.  Es esta la última fase de expansión de las puntas bifaciales con retoque plano que ofrecen una amplia gama de soluciones técnicas. En la base de esta diversidad se documentan novedades como el retoque a presión junto a la percusión en piedra blanda y la aplicación del tratamiento térmico para mejorar la calidad del soporte ante la talla.
Durante el Solutrense terminal, final y Solutreogravetiense II, el retoque plano y la bifacialidad van perdiendo peso a favor de otros modos técnicos conocidos anteriormente como el retoque abrupto, entrando en lo que se ha venido en llamar proceso de desolutreanización. Es ahora el momento de expansión de otros tipos de puntas, como la de muesca mediterránea, o su sustitución por laminillas en el área francesa y cantábrica.

 2.1 El solutrense inferior
Puntas de Vale Comprido
     Una variante específica de las puntas de cara plana son las denominadas puntas de Vale Comprido. Se desarrollan dentro del proceso de creación de elementos líticos de proyectil que sucede entre finales del Gravetiense e inicios del Solutrense, aunque su producción sistemática parece posterior a 22.000 BP. (Zilhâo et al, 1999: 171).
Elaboradas sobre soportes laminares o lascas laminares, se obtienen de núcleos prismáticos mediante percutor de piedra blanda dentro de una cadena operativa unipolar recurrente. Ofrecen una forma triangular apuntada con talones espesos y ondas marcadas. Para conseguir el adelgazamiento de la base, una vez extraída la pieza, se regulariza el talón en la cara dorsal mediante retoque y, en algunas ocasiones, se acompaña de la eliminación del bulbo. En varias de las puntas se observan también retoques -a veces planos- sobre los bordes, llegando a delineaciones denticuladas en los casos más extremos. La presencia o no de retoques en los bordes laterales ha servido de base para una clasificación en tres subtipos que, en opinión de Zilhâo y Aubry (1995: 134) representarían, más bien, el ciclo de uso, reavivado y abandono, en vez de variabilidad interna.
A diferencia de las puntas de cara plana, en las de Vale Comprido, la regularidad morfológica parece provenir del sistema de lascado y no de la aplicación del retoque plano sobre amplias zonas de la superficie dorsal y, puntualmente, de la ventral. Sin embargo, ambas comparten el recurso del retoque para el adelgazamiento de la zona proximal. Su función como puntas de proyectil ha sido deducida por la presencia de fracturas en lengüeta y burinantes en el ápice distal  (Zilhâo y Aubry, 1995: 134).
Estas puntas han sido definidas en el Protosolutrense portugués, más concretamente en el yacimiento epónimo de Vale Comprido-Encosta, aunque están presentes en un amplio espectro de sitios en torno a la Estremadura portuguesa como: Terra do Manuel, Grotte de Caldeirâo (niv. I y Ja), Vascas, Cova da Moura, Salemas, Furadouro, Almonda, Picareiro, Anecrial, Buraca Escura y Buraca Grande (Zilhâo et al, 1999). Piezas similares han sido localizadas en algunos yacimientos franceses de la Dordoña (Laugerie-Haute Est (capa 31) y l’Abri Casserole (niveles 9 y 10) y L’Ardèche (Solutrense inferior de La Baume d’Oullins) (Zilhâo y Aubry, 1995). Al tratarse de soportes que no siempre presentan retoques convencionales, es posible que una revisión más exhaustiva de conjuntos líticos de cronología contemporánea en otras zonas peninsulares descubra una distribución más amplia.


Puntas de cara plana
Sonneville-Bordes y Perrot (1954: 334) las define como una pieza foliácea simétrica o asimétrica, con un extremo apuntado (punta de cara plana) u obtuso (hoja de cara plana), con retoques planos que cubren total o parcialmente la cara superior, sobre todo la base, la punta y uno de los bordes, aunque a veces se presentan también en la cara inferior, denominada plana, retoques en la base y en la punta. Smith (1966), tras considerar las anteriores definiciones como imprecisas y contradictorias, diferencia cinco subtipos: piezas simétricas (A), en forma de gota (B), similares a la punta de chatelperron (C), anchas y sobre lasca (D), en forma de lámina apuntada (E).
Entre todos los autores que contemplan una lectura tecnológica, destaca Zilhao (1997: 212) que en yacimientos de Portugal, como Vale Almoinha o Casal do Cepo, ha constatado el predominio del subtipo B dentro de una secuencia basada en el acondicionamiento de la base, la eliminación del bulbo y la modificación de la morfología mediante retoque plano en las zonas mesiales de los bordes. Finalmente se aplica el retoque al extremo distal.
Las diferentes características de este tipo inducen a pensar que se trata de piezas donde, sobre lasca y sobre lámina, se han ensayado diversas fórmulas para obtener una pieza adelgazada y homogénea tanto en el grosor de ambos laterales como, con menos fortuna, en su simetría. 
2.2 El solutrense medio
Hoja de laurel
Esta etapa aparece dominada por las hojas de laurel que presentan morfologías muy variadas, entre las cuales, algunas reciben nombres distintos en función de su distribución geográfica. A pesar de su extremo apuntado, son conocidas como hojas de laurel, en vez de puntas. Su superficie aparece cubierta por retoques planos invasores generalmente de tipo bifacial, aunque se conocen ejemplares unifaciales o incluso otros en que el retoque en la cara ventral afecta solo a las zonas de la punta y/o la base, por ejemplo en los niveles del Solutrense medio de las Caldas y la Riera (Corchón y Cardoso 2005: 100).
Realizadas sobre lasca laminar o lámina procedentes de núcleos de distinto tipo, las técnicas de extracción y retoque parecen haber seguido procedimientos diversos. Algunas puntas pequeñas han podido ser obtenidas a partir de lascas o láminas gruesas con percutor duro para las primeras fases de lascado. El retoque sería ejecutado con percusión directa con percutor orgánico blando (Aubry et al. 2007: 110). En la revisión del material de Almoinha, Maíllo Fernández (1999: 196) constata una última fase de retoque a presión  con compresor blando como ya habían avanzado Sonneville-Bordes y Perrot (1954: 334).
Hay evidencias de tratamientos térmicos para mejorar las cualidades de la materia prima antes del retoque durante el Solutrense medio de Caldeirao, Lapa do Anecrial y Vale Almoinha (Zilhâo 1997: 216) y superior de Caldeirao, Laugerie-Haute, Parpalló y, probablemente, Ambrosio (Tiffagom, 1999: 80).
A finales del solutrense medio, y especialmente en el superior, se documenta una fuerte variedad de morfologías de este tipo que ya fue recogida por Smith (1966) en la creación de 13 subtipos. Hemos agrupado estos subtipos de la siguiente manera: puntas simétricas apuntadas en los dos extremos (tipos A normal y B ancha), punta de base convexa (C), puntas de base cóncava (simétrica D o asimétrica E), puntas asimétricas (asimetría ligera M y de tipo Montaut o de muesca oblicua F, asimilable a las puntas de Serinyadell), punta de Badegoule bifacial (G), punta de pedúnculo (H), punta de laurel miniatura (I), punta muy grande u hoja de Volgu (J), punta de base triangular (K), punta alargada y simétrica de bordes paralelos y extremos apuntados o redondeados (L).
De todas ellas vamos a destacar, por su distribución geográfica peninsular localizada, las puntas de Serinyadell desde el Solutrense medio y las puntas de base cóncava en el Solutrense superior.

2.3 El solutrense superior-Solutreogravetiense
Puntas de Serinyadell
Presentan una silueta ovalada con retoque plano bifacial y, en su mayoría, un pedúnculo desviado. Se desarrollan durante el Solutrense medio y se asocian al núcleo de Serinyá, en Cataluña, apareciendo principalmente en los yacimientos de Reclau Viver, l’Arbreda y Davant Pau (Soler i Masferrer 1994: 35).
Se ha señalado también su proximidad morfológica con algunas hojas de laurel de pedúnculo desviado de la Cornisa Cantábrica, en el Solutrense medio y superior de las Caldas –niveles 17 y 8-, Morín y nivel D de Bolinkoba, en Monte Fainha (Portugal) y en el Périgord francés (Laugerie-Haute, Sous Champs y Solutré), (Corchón, 2008:199). Igualmente para Foucher estos foliáceos de Serinyadell, próximos a las puntas de Montaut, configuran un grupo de puntas asimétricas que se expanden desde el País Vasco por el ámbito pirenaico hasta Cataluña, documentándose tanto en yacimientos al aire libre como en cueva o abrigo (Foucher, 2007: 283).

Puntas de base cóncava
Este tipo de punta de laurel se define por la hendedura que presenta en su base configurando su característica silueta. La concavidad, realizada mediante retoque abrupto, facilita el adelgazamiento de la base y, en consecuencia, su enmangamiento. Este recurso técnico ofrece una solución óptima a las piezas manufacturadas sobre lascas laminares de talón espeso, especialmente las fabricadas en cuarcita. Se van configurando mediante el retoque a presión. De la Rasilla y Santamaría (2005: 151) han destacado que el retoque plano cubre toda la superficie de las piezas realizadas en sílex y algunas en cuarcita, si bien, sobre esta última materia es más habitual retocar únicamente la cara superior y levemente la base de la inferior, aunque a veces se añade algún retoque de regularización en otras zonas de esta cara cuando la cuarcita no es de buena calidad. Esta ausencia de retoque sobre la cara ventral de las puntas de cuarcita se debe a que las caras inferiores son más planas al carecer de rotura concoide.
Las puntas de base cóncava son una variante bien conocida de las puntas de laurel que se distribuyen durante el Solutrense superior por la Cornisa Cantábrica, penetrando en Pirineos y SW francés. El yacimiento más oriental es el de la Fuente del Trucho (Huesca). A lo largo de este territorio hay un cambio importante de la materia prima. En Asturias predomina el uso de la cuarcita de grano fino, en Cantabria cuarcita y sílex son empleadas aproximadamente en igual medida y en el País Vasco y Francia se utiliza exclusivamente el sílex. (De la Rasilla y Santamaría 2005: 153-154). 

Puntas de sauce
Estas puntas aparecen en escaso número pero con amplia distribución geográfica por la Península Ibérica y Francia durante el solutrense superior. Más estilizadas que las hojas de laurel, ofrecen una técnica depurada mediante un retoque plano muy regular, generalmente  perpendicular al eje de la pieza. La variabilidad de este tipo, referida a la morfología de la base, tamaño y extensión del retoque, no ha sido plasmada por Smith en sus diferentes subtipos (1966: 54).

Bibliografía
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sábado, 6 de julio de 2024

LA TECNOLOGÍA LÍTICA DE LOS NEANDERTALES

CENTRO DE LA UNED DE BARBASTRO. CURSOS DE VERANO 2018 
EXPERIMENTAR PARA COMPRENDER: LOS NEANDERTALES*
Resumen sesiones
Ponente: Juan Antonio Marín de Espinosa Sánchez. Sílex. Arqueología y Difusión del Patrimonio S.L 
*Con la colaboración del Parque Cultural del Río Vero.

El método levallois consiste en la obtención de una lasca o lascas, láminas y puntas levallois, a partir de la configuración predeterminada de la morfología de un núcleo.  Esta configuración está elaborada a partir de la relación volumétrica entre dos superficies; una de ellas, es la cara superior, que posee una convexidad longitudinal con una curvatura que se acentúa en la extremidad distal y una convexidad transversal más marcada. La otra, en la superficie opuesta, está destinada a la preparación de los planos de percusión.
Imagen 1. Características de un núcleo levallois. 
Este método de talla fue reconocido por Victor Commont a finales del siglo XIX en las canteras de Levallois Perret, en el departamento de Hauts-de-Seine (Île-de-France), y fue definido por François Bordes en 1961 en su obra Typologie du Paléolithique ancien et moyen.  
Imagen 2. Lasca Levallois. 
Sin embargo, el método levallois fue sistematizado por Eric Boëda en 1986 y publicado en 1994 en su obra "Le concept levallois: variabilité de méthodes". Este trabajo enriquece la perspectiva del método levallois, ampliando la variabilidad de métodos, en contraposición a las variantes propuestas por François Bordes en 1980 en su artículo "Le débitage levallois et ses variantes". 
Imagen 3. Punta levallois. 
De este modo, el concepto levallois engloba un conocimiento más amplio que comprende una serie de métodos de desbastado, destinados a la obtención de unos tipos de soportes estandarizados, poseedores de unas morfologías determinadas, que pueden guardar relación con el empleo de mangos que facilitan su uso. 
Entre ellos podemos distinguir:
El método levallois preferencial, destinado a la obtención de una única lasca preferencial. 
El método levallois recurrente centrípeto, destinado a la obtención de varias lascas, que permiten obtener un mayor número de soportes con diversos atributos y destinados a la elaboración de útiles. 
El método levallois unipolar, en el que el desbastado puede hacerse a partir de una sola dirección.
El método levallois bipolar, en el que el desbastado puede hacerse según dos direcciones opuestas.

Bibliografía:
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BORDES, F., 1961, Typologie du Paléolithique ancien et moyen, Publications de l'Institut de Préhistoire de l'Université de Bordeaux, Mémoire 1. 
BORDES, F., 1980, Le débitage Levallois et ses variantes, Bulletin de la Société préhistorique française, 77 (2), 1980, 45- 49.






ABRIGO DEL FORAU DEL COCHO. ESTADILLA

ABRIGO DEL FORAU DEL COCHO. ESTADILLA

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)* CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (110-111), por Manuel Bea Martínez (Coordinador) *Editado por el De...