lunes, 30 de diciembre de 2024

LAS PUNTAS LIGERAS DEL PROYECTIL DEL SOLUTRENSE EXTRACANTÁBRICO

CURSO SOLUTRENSE: LAS PUNTAS LIGERAS DEL PROYECTIL DEL SOLUTRENSE EXTRACANTÁBRICO
Francisco Javier Muñoz Ibáñez. Profesor de Prehistoria. UNED.
La punta de aletas y pedúnculo (PAP) es uno de los elementos característicos del Solutrense extracantábrico. Este tipo de proyectiles se analizan a partir de parámetros morfológicos y tipométricos. Se propone un modelo sobre los procesos de fabricación y su repercusión en el registro arqueológico. A partir del análisis de las PAP se establecen las características balísticas de este tipo de utillaje. Su morfología contribuye a plantear la hipótesis de que se hayan utilizado como punta de flecha para arco. Los resultados muestran que las PAP son morfológicamente y métricamente adecuadas para ser lanzadas por un arco. Las réplicas tuvieron un comportamiento balístico perfecto, así que podemos considerar que el origen del arco podría situarse antes de lo pensado tradicionalmente.
El instrumental lítico cinegético del Paleolítico superior, salvo la punta de la Font-Robert y la mayor parte de las puntas solutrenses, se sustenta en proyectiles creados mediante retoques abruptos. Algunos trabajos, tanto experimentales como sobre piezas arqueológicas, realizados sobre puntas de la Font-Robert y puntas de la Gravette demuestran la presencia en este tipo de puntas de algunas fracturas de impacto, que probablemente no pudieron originarse si se hubieran lanzado engastadas en una jabalina con la mano. El desarrollo del propulsor como nuevo sistema de lanzamiento de las jabalinas podría estar en relación con el diseño de estos nuevos proyectiles: punta de la Font-Robert, de la Gravette o la punta de muesca gravetiense. La aparición de las puntas de retoque plano del Solutrense inferior y medio y la ruptura con la tradición técnica gravetiense podría ser explicada por la generalización del uso del propulsor. Sin duda, este tipo de piezas serían idóneas para ser lanzadas en astiles largos mediante esta técnica. Si bien es cierto que los primeros restos conservados de propulsores datan del Solutrense final y la mayor parte se sitúan en el Magdaleniense, generalmente rematados con esculturas naturalistas en bulto redondo, no sería descabellado pensar que estos elementos pudieran haber sido realizados con anterioridad en madera y, por lo tanto, estar ausentes del registro arqueológico. La explosión simbólica y decorativa del instrumental óseo del Magdaleniense podría explicar el cambio de materia prima para realizar estos elementos. Lógicamente, no hay evidencias materiales de su uso antes del final del Solutrense, pero del mismo modo, ¿nos atreveríamos a aseverar que los grupos magdalenienses del mediterráneo peninsular no conocen el propulsor debido a que no ha aparecido ninguno?, ¿o que su uso en la cornisa cantábrica es meramente testimonial debido al escaso número de ejemplares recuperados?
La aparición de puntas solutrenses con diferentes modificaciones para facilitar su enmangue en el Solutrense superior, al menos en el caso de la PAP, estaría relacionada con la aparición del arco como nuevo sistema de propulsión de estos proyectiles. Los arcos más antiguos aparecen desde el final del Magdaleniense en el sur de Escandinavia, Dinamarca, Alemania y Rusia, donde las características singulares del depósito arqueológico han permitido su conservación. En muchos casos se trata de evidencias recuperadas en zonas pantanosas, o en regiones de tundra, donde se han creado las condiciones necesarias para que hayan podido llegar relativamente intactos hasta nuestros días. Sin embargo, la conservación diferencial de los elementos que conforman el registro arqueológico y las circunstancias excepcionales que han permitido la preservación de los primeros ejemplares, no presupone la aparición del arco en este momento. Por un lado, la perfección formal tanto de las palas como de la empuñadura de los arcos mesolíticos hace pensar que no es posible su súbita aparición en el acervo cultural y tecnológico de uno o varios grupos, sino que, más bien, es el resultado de una evolución gestada en momentos anteriores y producto de un largo proceso de experimentación. Por otro lado, la complejidad del sistema de fabricación y el control de todos los factores que inciden en una mayor o menor rentabilidad cinegética del arco, también hace pensar en un proceso evolutivo largo y costoso en donde hay una gradación temporal en los avances técnicos conseguidos. Igual que no es factible pensar en la invención del arco compuesto sin la experiencia previa del arco reforzado, del mismo modo, la aparición del arco simple no hubiera sido posible sin prototipos más rudimentarios, en donde el concepto de la transmisión de la energía no se materializa de forma totalmente correcta. Estos “arcos de fortuna” podrían haber servido para propulsar los proyectiles pedunculados que a partir del Solutrense superior se generalizan en Europa occidental.
Sin embargo, la aparición del arco y la flecha no significa necesariamente la exclusión de otros sistemas de lanzamiento ya existentes para el desarrollo de las actividades cinegéticas concretas. Así, a pesar del conocimiento de la tecnología del arco y la flecha, los aztecas usaron propulsores para pescar y cazar aves acuáticas. Los esquimales también usaron el propulsor para cazar aves y focas desde pequeñas embarcaciones (Stirling 1960). La principal ventaja del arco frente al propulsor radica en la mayor rapidez, facilidad, alcance y precisión del disparo. Además, el lanzamiento de un dardo mediante el propulsor requiere de un conjunto de movimientos coordinados, complejos y violentos que pueden asustar a la presa.
La sustitución de la PAP por la punta de muesca de retoque abrupto estaría relacionada con la búsqueda de una morfología más efectiva para las actividades cinegéticas y un proceso de fabricación más sencillo. La forma ideal de la punta de flecha, para las actividades cinegéticas, es la radial con tres o cuatro aspas, ya que es la que provoca heridas amplias que el astil no puede taponar. Si la punta no alcanza un órgano vital, una herida amplia favorece la pérdida de sangre y, por lo tanto, que el animal se debilite paulatinamente y que el cazador pueda seguir fácilmente su rastro. De hecho, en la arquería cinegética actual para la caza mayor se emplean puntas con esta morfología: tres o cuatro aspas. La PAP (dos aspas) sería reemplazada por varias puntas de muesca en el mismo astil (tres o cuatro aspas). La vuelta a las tradiciones gravetienses de proyectiles de retoque abrupto al final del Solutrense junto con el ascenso de la industria ósea en el Magdaleniense estaría relacionada con la creación de flechas con elementos compuestos (azagayas, hojitas de dorso, microlitos…) capaces de provocar estas heridas amplias imposibles de taponar por el astil.

Cuando la PAP reaparece en el registro arqueológico, en el Neolítico, la única diferencia que observamos con respecto al periodo anterior es el aumento de la potencia de los arcos en unas 10 libras de media. Posiblemente, la velocidad de impacto con estos arcos de mayor potencia sería suficiente para abatir tanto presas como enemigos. A partir del Neolítico las puntas de flecha mantendrán una morfología de dos aspas hasta el inicio de la Edad del Hierro con la aparición de las primeras puntas metálicas de tres alerones.
Figura A.- Puntas de aletas y pedúnculo y propuesta de enmangue en astil de flecha. Figura B.- Puntas de muesca de retoque abrupto y propuesta de enmangue en astiles de flecha.

domingo, 22 de diciembre de 2024

LA TALLA LAMINAR EN LA PREHISTORIA RECIENTE

Juan Antonio Marín de Espinosa. Silex. Arqueología y difusión del patrimonio
LA TALLA LAMINAR EN LA PREHISTORIA RECIENTE
   El conocimiento de la producción de útiles líticos tallados en la Prehistoria reciente (IV-III milenio A.C), en concreto la producción laminar, es un elemento indispensable para la caracterización de aspectos económicos de una sociedad (Perlés 2012, Vaquer 2012).
Láminas de Grand Pressigny obtenidas mediante percusión indirecta. Neolítico final. Museo de Grand Pressigny (Indre et Loire, Francia) Foto: Marín de Espinosa.

   Experimentar consiste en probar a través de experiencias la validez de una hipótesis y obtener datos cuantitativos y/o cualitativos para facilitar su mejor contrastación (Pelegrin, 2011:31). La transmisión de estos conocimientos parte de cuestiones generales sobre los modos de vida del ser humano que son evaluadas y contrastadas a partir de los resultados experimentales, dotando a la disciplina de un carácter empírico.
   Los trabajos de investigación tecnológica suponen una apertura a fenómenos sociológicos asociados a nuevas formas de interacción entre grupos, su objetivo es la obtención de unos parámetros técnicos y estigmas que caractericen e individualicen las técnicas de talla.
Nódulo de sílex en posición primaria. Embalse de Valdeinfierno (Lorca, Murcia). Foto: Marín de Espinosa.
   
   El Congreso de Les Eyzies de Tayac (Francia) celebrado en 1964 supuso para los arqueólogos europeos la revelación de una técnica a manos de Donald Crabtree, y será a partir de los años 80 en la escuela francesa, cuando comience una renovación epistemológica en el análisis de desbastados laminares prehistóricos a partir del análisis tecnométrico y el método experimental (Binder y Pelegrin 1983; Gallet 1998; Pelegrin 1988,1997, 2002, 2006, 2012; Briois et al. 2005).
   Por otra parte, el tratamiento de datos tecnométricos y caracterización de estigmas de series experimentales mediante un tratamiento estadístico (Gallet 1998, Pelegrin 2006, Pelegrin y Morgado 2007), han establecido índices y características de una técnica concreta, generando un referente experimental.
Láminas procedentes del enterramiento colectivo de Cabezos Viejos (Archena, Murcia). Foto: Marín de Espinosa.
   A su vez, los análisis petrológicos de materias primas han permitido la identificación de las litologías explotadas generando criterios de diferenciación (Tarriño 2001, Mangado 2006, Sánchez et al. 2014, Fernandes et al. 2015) capaces de identificar la fuente de materia prima explotada.
   Contribuyendo desde dos ópticas a complementar la información de un útil prehistórico como elemento portador de una doble información tanto a nivel espacial como cultural (Mangado 2006:91).
   La presencia o ausencia de estigmas tecnológicos pueden proporcionar información importante para un diagnóstico y el reconocimiento de la técnica de talla empleada. De este modo, el objetivo de la experimentación es establecer unos parámetros técnicos generales que ayuden al prehistoriador al reconocimiento de las técnicas en el material arqueológico (Pelegrin 1991:122, 2006:42).
Núcleos y efectivos laminares procedentes del yacimiento Calcolítico de Puentes (Lorca, Murcia). Foto: Marín de Espinosa
   La aparición de artesanos especializados durante el Neolítico final y el Calcolítico, en la Península Ibérica necesita de unos conocimientos precisos fruto de una madurez técnica como resultado de un extenso aprendizaje, imprescindible para establecer un control de las posibles variables que originan un producto y el empleo de unos útiles determinados (Pelegrin 1999:126).
   Por tanto, la réplica de producciones especializadas en Prehistoria reciente dentro de protocolos experimentales se hace indisociable de la lectura tecnológica del referente arqueológico y la analogía experimental.
   Durante el desarrollo de las sesiones teórica y práctica, se expondrá al alumnado, un modelo de análisis del registro arqueológico a partir del estudio de los materiales asociados a producciones laminares del Calcolítico, que permita establecer datos empíricos que infieran en aspectos tecnoeconómicos de los grupos humanos en la Península Ibérica durante el III milenio a.C.


Bibliografía
Inizan, M.L. (2002). Tailler des roches par pression: émergence d’une technique, étapes de sa diffusion dans le monde. In Matériaux, productions, circulations du Néolithique à l’Age du Bronze, edited by Jean Guilaine, (pp. 33–46). Éditions Errance, Paris.
Inizan, M.L. (2012). Pressure débitage in the Old World: Forerunners, researches, geopolitics-handing on the Baton. In Desrosiers, P. M.(eds.), The Emergence of Pressure Blade Making. From Origin to Modern Experimentation. Springer, New York, (pp. 11-42).
Inizan, M.L. Roche. H., Tixier, J. (1992). Technology of Knapped Stone. Préhistorie de la Pierre Taillée 3. Cercle de Recherches et d’Etudes Préhistoriques, Meudon.
Mangado, X. (2006). El aprovisionamiento en materias primas líticas: hacia una caracterización paleocultural de los comportamientos paleoeconómicos, Trabajos de Prehistoria 63, 79-91.
Pelegrin, J. (1984). Systèmes Expérimentaux d’Immobilisation du Nucléus pour le Débitage par Pression. Préhistoire de la Pierre Taillée: 2 Économie du Débitage Laminaire, Cercle de Recherches et d’Études Préhistoriques, (pp. 105–116), Paris.
Pelegrin, J. (2002): La production des grandes lames de silex du Grand Pressigny, Matériaux, productions, circulations du Néolithique à l´Age du Bronze, Séminaire du Collage de France. Editions Errance, (pp. 131-148), Paris.
Pelegrin, J. (2011): Las experimentaciones aplicadas a la tecnología lítica. En A. Morgado, J. Baena y D. García (Eds.) La investigación experimental aplicada a la arqueología. Universidad de Granada, (pp. 31-36).
Pelegrin, J. (2006). Long blade technology in the OLd World: an experimental approach and some archaeological results, in APEL, J., KNUTSSON, K. (eds.), Skilled production and Social Reproduction - Aspects on Traditional Stone-tool Technology, (pp. 37-68), Upsalla, Upsalla University Press.
Perlès, C. (2012). Quand "diffusion" ne veut pas dire "interaction" Núm.: 5 Actes del Congrés Internacional Xarxes al Neolític, Rubricatum, 5, 539-546.
Tixier, J. (1967). Procédés d’analyse et questions de terminologie concernant l’étude des ensembles industriels du Paléolithique récent et de l’Epipaléolithique dans l’Afrique du Nord-Ouest. In Background to Evolution in Africa. Proceedings of a symposiuim held at Burg-Wartenstein, Austria 1965, J.D. Clark and W.W. Bishop (eds.), (pp. 771–820), Chicago University Press, Chicago.
Tixier, J. & Inizan, M-L. & Roche, H. (1980). Préhistorie de la Pierre Taillée 1: Terminologie et Technologie. Cercle de Recherches et d’Etudes Préhistoriques, Valbonne Cedex.
Vaquer, J. (2012). Réflexions sur échanges de biens matériels lithiques entre le midi de la France et le nord de la Péninsule Ibérique au Néolithique et au Chalcolithique. Congrés Internacional Xarxes al Neolític – Neolithic Networks Rubricatum., Revista del Museu de Gavà, 5, 565-574.

sábado, 14 de diciembre de 2024

EUROPA DURANTE EL SOLUTRENSE

Miguel Ardanuy Abad. Profesor-Tutor del Centro de la UNED de Barbastro. 


El frío y sus consecuencias en Europa durante el Último Máximo Glacial
Hace unos 22.000 años durante el Pleniglacial se alcanzó el máximo frío de la última glaciación. La temperatura media global bajó sobre 7º C con respecto a la actual, pero siempre en función de la latitud. En el norte las temperaturas bajaron mucho mas que en el sur, y en el interior continental disminuyeron mucho más que en las costas.
En Europa que es la parte del globo que nos interesa estudiar en este momento, la temperatura media continental pudo descender más de 15º C. Mientras en los trópicos la bajada de temperatura media fue de unos 5º C, pero fue intenso el cambio hidrológico y el del paisaje. Los períodos fríos fueron secos y con  la reducción de las precipitaciones  las grandes extensiones de selva fueron sustituidas por la sabana. Por ejemplo la extensión del Sahara fue mucho mayor que en la actualidad.
Durante el Pleniglacial, con el incremento del frío aumentaba el hielo en los continentes, se sustraía agua de los océanos y descendía el nivel de los mares. Con la máxima acumulación de hielo continental, el nivel de los mares bajó entre 120 y 140 metros con especto a la actualidad y como consecuencia grandes extensiones continentales hoy anegadas por las aguas quedaron al descubierto.
En el hemisferio norte la glaciación cambió el paisaje, los mantos de hielo y el suelo helado (permafrost) ocupaban permanentemente en invierno y en verano 27 millones de kilómetros cuadrados, el 40 % de las áreas continentales de Norteamérica y de Eurasia. 
Mantos de hielo en el hemisferio norte durante los períodos más fríos del Cuaternario (en blanco). Circulación superficial en el Atlántico (líneas blancas) y frente oceánico polar (línea roja). (Uriarte, 2009)

Los glaciales crearon dos enormes zonas ocupadas por hielos, una en Norteamérica, el manto Laurentino y otra al norte de Eurasia, el manto Finoescandinavo. El área de acumulación de hielo avanzaba en las épocas más frías hasta latitudes muy meridionales. El manto Finoescandinavo cubría Escandinavia y Finlandia. La máxima altura fue de unos 2.000 metros de espesor al norte del mar Báltico.
En dirección sur, los hielos cubrían el Báltico hasta Dinamarca y las llanuras del norte de Alemania y de Polonia, hasta el Berlín actual.
En dirección oeste, a través de la tundra, una llanura que hoy es el Mar del Norte, se pasaba del manto de hielo Finoescandinavo al manto de hielo Británico, que cubría parte de Gran Bretaña y casi toda Irlanda. El Canal de la Mancha se hallaba emergido y probablemente el Rin lo recorriera en su desembocadura. El descenso del nivel del mar hacía que una vasta extensión de la plataforma continental atlántica del noroeste de Francia y suroeste de Inglaterra estuviese emergida.
En dirección este, los límites del manto Finoescandinavo son todavía imprecisos. Los hielos alcanzan el norte de Siberia, pero no esta probado que en el interior continental alejado del Atlántico nevara tanto como para formar un casquete de hielo importante.
Un problema, todavía no dilucidado, es saber de dónde provenía la humedad suficiente para formar el enorme volumen de hielo acumulado con rapidez en los mantos continentales, especialmente en el Laurentino. 
Circulación durante la glaciación. A medida que masas de aire muy frío superficial (en punteado) son expulsadas hacia el sur desde el manto Laurentino y desde la región ártica, se crean flujos de retorno (líneas rojas) por sus bordes orientales que llevan hacia el norte aire cálido y húmedo, el cual suministra abundante nieve a los mantos de hielo. En la costa norteamericana del Pacífico, el relieve de las Rocosas (en marrón) facilita este retorno (fuente Leroux). (Uriarte, 2009)
Hay una teoría que prima la idea de que la humedad procedía de latitudes meridionales, incluso tropicales. Las aguas superficiales de las latitudes tropicales se mantuvieron cálidas o, incluso, en un primer momento aumentaron su temperatura. De esta manera aumentó el gradiente térmico meridiano, lo cual repercutió en un mayor transporte de humedad desde el Trópico hacia el Ártico. Durante la glaciación, al irse formando los grandes casquetes de hielo Laurentino y Finoescandinavo, el proceso de intercambio meridiano de masas de aire muy diferentes se agudizó. 

El Paleolítico Superior
El Paleolítico Superior comienza en el 40.000 BP y termina en el 10.000 BP aproximadamente, se caracteriza por la aparición en Europa del Homo Sapiens, en un territorio que sufre fenómenos climáticos glaciales con oscilaciones frías y calidas.
El pico del Máximo Glacial se establece sobre el 20.000 BP que es cuando el islandis alcanza su máxima extensión, cubriendo grandes superficies de los territorios septentrionales europeos que anteriormente hemos referido.   
Hacia el Sur, en la zona menos fría, los ecosistemas varían entre estepas y tundras combinadas con bosques de coníferas. En las zonas meridionales atemperadas por el Atlántico, se dan especies caducifolias y una vegetación mediterránea puebla la costa desde Gibraltar hasta los Balcanes. 
Bosque de coníferas. Ordesa, pirineo aragonés. 
Entre la fauna europea destacan las especies mas cazadas de herbívoros, el reno y el mamut, que llegan hasta las regiones del norte de la Península Ibérica y de Italia, estas dos son mas sensibles a los cambios climáticos que afectan a su nicho ecológico mas frío,  que el bisonte, caballo, el ciervo o el conejo, que ocupan nichos ecológicos mas atemperados. En espacios montañosos se desenvuelven, osos y felinos. 
Panel XXII de la Cueva de la Fuente del Trucho. Asque-Colungo (Huesca). Grabado de un oso.
Las culturas más representativas del Paleolítico Superior las establecieron Breuil y Peyrony a principios del siglo XX, a partir del estudio de la estratigrafía de las cuevas y abrigos del suroeste francés. Con el transcurso del tiempo y los nuevos datos aportados por las sucesivas investigaciones estas se han modificado o ajustado, aunque las secuencias básicas se mantienen (Muñoz, 2010).
El Paleolítico Superior en Europa se articula en tres grandes fases:
-          El P. S. Inicial: Auriñaciense y el Gravetiense.
-          El Paleolítico Superior Medio: Solutrense.
-          El Paleolítico Superior Final: Magdaleniense. 
Contexto cronocultural y subdivisiones del Paleolítico Superior. 
Muñoz, 2010 (modificado de E. García y S. Ripoll).
El Solutrense, su origen
El Solutrense es un periodo cultural del Paleolítico Superior en Europa occidental que se caracteriza por la brusca aparición de una serie de instrumentos líticos que se clasifican entre los más elaborados de este periodo: las puntas solutrenses.
El Solutrense para muchos investigadores siempre ha sido un misterio, en el aire han estado dos cuestiones, el lugar que ocupaba en el marco cronoestratigráfico y en el cultural, y su origen indígena o extranjero.
Lo que llamamos hoy Solutrense, fue descubierto hace siglo y medio aproximadamente en unos sitios del suroeste y este de Francia, Laugere-Haute y Solutré. Desde entonces y hasta ahora se mantienen para algunos investigadores las dudas sobre su origen, poniéndose en tela de juicio siempre la idea más sencilla, es decir, un desarrollo tecnológico in situ y manteniéndose las tesis de una invasión, bien del este de Europa o del norte de África (Straus, 2012).
Son tres las hipótesis más contrastadas que podemos tener en cuenta para explicar el origen del Solutrense y su expansión. La primera plantea que llega a Francia y España desde el este y centro de Europa a partir del Szeletiense, la segunda propone el origen Ateriense norteafricano y la tercera entiende que es una evolución en los sitios de las culturas precedentes del suroeste francés, de las que derivaría el Solutrense, siendo esta propuesta la que tiene mas aceptación hoy en día (Muñoz, 2010). 

Donde se desarrolla el Solutrense y en que condiciones
El Solutrense se desarrolla en Francia, la Cornisa Cantábrica y Cataluña (el llamado Solutrense Clásico), y en el resto de la Península Ibérica (Solutrense Extracantábrico o Ibérico) entre el 22.000 y el 17.000 BP.
Es un periodo sometido a un frío intenso y seco, el del pleniglacial, que produce grandes espacios abiertos y una fauna dominada por el reno. Climatológicamente abarca desde el final del Würm III y el principio del Dryas I, con breves atemperaciones en los interestadios de Laugerie y Lascaux. 
Cuadro general del cuaternario (Sanchidrian, 2005)
¿Cómo responden los solutrenses a la crisis?
  Straus llega a pensar que el fenómeno del Solutrense reflejó la suma de las respuestas humanas a la crisis, por eso tiene mucha importancia el refugio ecológico y humano del suroeste de Europa durante el último glacial, un espacio geográfico más cálido que permitió mejores condiciones para el desarrollo de la vida de las plantas y de los animales.
Comienzan en latitudes septentrionales donde el clima frío y seco era más intenso, y consistieron primero en la concentración demográfica en el sur de Francia y en la Península Ibérica, en zonas que proporcionaban, caza, abrigo, combustible y agua.
Responden los solutrenses con una carrera armamentística que les permita asegurar la muerte de los animales (Teoría de los artefactos líticos seguros. Bleed, 1986). Para ese fin utilizan nuevas tecnologías, encabezadas por las puntas, unos proyectiles, caros y frágiles, pero muy efectivos sobre todo cuando se utilizaban con otro invento suyo, el propulsor.
Cada grupo humano responde con estilos diferentes a esa necesidad de mejorar los proyectiles para hacerlos más efectivos y propiciar la caza, unos construyen las puntas de muesca, otros las puntas asimétricas, las romboidales, las de base cóncava o las de pedúnculo y aletas.  
Foto del Laboratorio de Estudios Paleolíticos de la UNED.
También comenzaron a utilizar la aguja con ojal y posiblemente las redes y las trampas, como atestiguan los restos hallados en yacimientos solutrenses de Levante, Portugal, el Cantábrico y Andalucía.
Otra respuesta para garantizar la subsistencia del grupo fue el uso de la caza  masiva de renos y caballos, tanto en Francia donde tenemos las evidencias de Dordoña y Solutré, como en la Península Ibérica.  
Dibujo de caza masiva en Solutré. Louis Figuier (1873)
Y quizás el incremento del arte rupestre en los territorios solutrenses fue también otra respuesta a la crisis, si lo relacionamos con los ritos para favorecer la caza, o con los de iniciación para transmitir información a los jóvenes, con una función ideológica o social para reforzar el espíritu de grupo, para responder a la situación tan difícil que los humanos se encontraron durante la crisis pleniglacial. 

La población de Europa en el Solutrense y sus relaciones
Actualmente se entiende que había varios centros de población humana en el suroeste de Europa en el pleniglacial, estas zonas pobladas estarían separadas por amplios espacios despoblados mas o menos en función de las condiciones climáticas y sobre todo de las precipitaciones a lo largo de mas de tres mil años del Solutrense.
Imaginamos que la población humana de Europa disminuyó como consecuencia de la crisis producida por el frío seco del Máximo Glaciar, viéndose obligados a ocupar las áreas donde las condiciones de vida eran más favorables, en ellas, los grupos solutrenses podrían haber sido numerosos obligados a concentrarse por la presión climática.  Estas áreas favorables son por ejemplo, el valle del Dordoña, la actual Bahía de Santander, el este de Asturias, Serinya en Gerona, Valencia, Málaga y la Estremadura portuguesa. 
El Solutrense en Europa. (Straus, 2012)
Las puntas en estas regiones, aunque con estilos diferentes tienen numerosas similitudes tecnológicas y artísticas,  que hacían de las variedades solutrenses regionales una unidad creada seguramente por las redes sociales, manifestadas por la difusión interregional de objetos y concepciones mentales para la fabricación de los mismos, sobre todo de puntas (Straus, 2012).
Las redes se manifiestan claramente en el Magdaleniense medio o superior, pero en el Solutrense tenemos ya indicios de la presencia de puntas de base cóncava posiblemente de origen asturiano y del oeste de Cantabria, en el este de Cantabria, País Vasco español y francés, y Pirineo francés, o la distribución de las puntas de pedúnculo y aletas desde el Parpalló en Valencia hasta la Estremadura portuguesa pasando por Andalucía oriental y occidental, y llegando hasta el Algarve según los últimos descubrimientos.
Recordemos que estamos viviendo tiempos de crisis en los que los contactos humanos son esenciales para el intercambio de información sobre la caza y las condiciones de vida de las diferentes áreas,  para la búsqueda de pareja mas allá de los grupos familiares y para reforzar la solidaridad entre grupos que permita el sustento en inviernos malos, cuando la caza se agota o mueren los mejores cazadores de la banda.
Para Straus: la seguridad social del Paleolítico consistía en las relaciones mantenidas entre bandas e incluso entre zonas ecológicas, y estas se manifiestan arqueológicamente en la forma de objetos donados de mano en mano o en ideas para copiar objetos lejos de sus lugares de invención pasadas de cerebro en cerebro, incluso por viajes (“aventuras” espirituales y sociales como las de los aborígenes australianos de presente etnográfico) a través de “las marcas” del mundo Pleniglacial.
La tecnología solutrense de las puntas líticas a retoque invasor, de muesca o de pedúnculo se extendió entre los grupos humanos que ocupaban las zonas habitables de Francia y la Península Ibérica de manera generalizada pero adquiriendo en cada una de ellas el estilo de puntas que hoy  reconoces en el registro arqueológico. 
Ejemplo de registro arqueológico. Photos 2, 3, 4: fragments de feuilles de laurier dans le carré Q4 
Le site des Maîtreaux. Après les fouilles de 2003 ci-dessus et ci-contre : fragments de feuilles de laurier sur les lieux de leur découverte. 2000.
Como hemos mencionado con anterioridad, y como ejemplo, hay puntas de muesca de tipo Cantábrico y puntas de pedúnculo y aletas levantinas en Portugal. Los contactos sociales existieron entre Portugal y la zona cantábrica y levantina, también entre el País Vasco español y Aquitania, y entre Cataluña y el Rousillon.
Posiblemente los territorios solutrenses se extendieron y se contrajeron en función de los cambios climáticos del Último Máximo Glacial. Lo manifiestan los yacimientos solutrenses al sur de la cuenca parisina de Francia y en el interior de la Península Ibérica en la región de Madrid-Guadalajara. La extensión de los territorios habitados por los solutrenses no se refuerza hasta las tibias mejoras a lo largo del Dryas I

El rápido final del solutrense
En Francia las puntas solutrenses desparecieron pronto, sobre unos 18000 años BP, según los datos aportados por J. Clottes, tal vez a raíz de una pequeña mejora del clima en el Estadio Groenlandia 2.
Fue el Badegouliense  el que tomo su lugar, aunque esta demostrado que a pesar de la desaparición de las grandes puntas foliáceas y de muesca hubo una continuidad tecnológica básica (Straus, 2012). El Badegouliense fue contemporáneo del Solutrense final en Iberia. Las ultimas puntas solutrenses del Cantábrico datan de unos 17.000 años BP y las de la España Mediterránea de unos 16.500 BP. 
A lo largo del Paleolítico Superior siempre hubo una alternancia entre conjuntos arcaicos y otros mas avanzados, y este fenómeno existía en paralelo con los cambios en la clase de los proyectiles.
Para Straus las preguntas que quedan en el aire son: ¿Por qué las puntas solutrenses fueron sustituidas progresivamente por azagayas de asta con o sin elementos laminares cortantes? ¿Por qué comenzó esta sustitución en el suroeste de Francia, luego en el cantábrico y para terminar en el mediterráneo?  
Harán falta más estudios sobre la subsistencia durante el último Máximo Glacial en Francia, Portugal y España para ampliar los existentes y poder contestar estos interrogantes.

Para Straus “el Solutrense es un periodo de contracción hacia el sur del mundo habitado y de innovación y supervivencia humanas en la Europa Occidental de la crisis climática del Pleniglacial; pero no significa una oleada de invasores venidos del este o del sur. Son europeos del oeste que tenían que enfrentarse con los difíciles retos de su tiempo; como es el caso hoy”

Bibliografía
Espacio Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología. Nº 5 (2012). De punta a punta. El Solutrense en los albores del siglo XXI. Consultado el 19 de mayo de 2014 en http://e-spacio.uned.es/revistasuned/index.php/ETFI

Le Maîtreaux. Un atelier de taille solutréen (2001). Consultado el 21 de junio de 2014 en http://lesmaitreaux.free.fr/occupation.htm

Ripoll, S. (Coord) (2010): Prehistoria I. Las primeras etapas de la humanidad. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 

Sanchidrián, J. L. (2005): Manual de Arte Prehistórico. Ariel Prehistoria. Madrid. 

Straus, L. G. (2012): El Solutrense: 40 años de reflexiones por un arqueólogo Norteamericano. Consultado el 19 de mayo de 2014 en http://e-spacio.uned.es/revistasuned/index.php/ETFI/article/view/4768/10357 PDF

Uriarte, A. (2003). Mantos de hielo durante el último máximo glacial. Consultado el 1 de abril de 2014 en http://www.tiempo.com/ram/722/mantos-de-hielo-durante-el-ultimo-maximo-glacial/




lunes, 9 de diciembre de 2024

LA CAZA EN LA PREHISTORIA. LOS INICIOS DE LA ARQUERÍA

8. CENTRO DE LA UNED DE BARBASTRO. CURSOS DE VERANO 2015. DEL 29 DE JUNIO AL 3 DE JULIO: LA PREHISTORIA ARAGONESA. HOMENAJE A VICENTE BALDELLOU
Resumen sesión 8, jueves, 2 de julio de 2015. 
LA CAZA EN LA PREHISTORIA. LOS INICIOS DE LA ARQUERÍA.
Ponente: Francisco J. Muñoz Ibáñez. Profesor de Prehistoria UNED.
Durante las primeras fases del Paleolítico superior europeo, Auriñaciense y Gravetiense, la morfología de las puntas líticas cinegéticas está condicionada por el empleo del retoque abrupto y/o semiabrupto, en uno o ambos bordes, en hojas y hojitas estrechas y delgadas: hojita Dufour, punta de la Font-Ives o punta de la Gravette, por ejemplo. Estos tipos se insertarían en astiles de forma individual o por pares simétricos, aprovechando la superficie rugosa creada por el retoque abrupto para una mejor adherencia de los materiales adhesivos que las fijarían al astil. En el Gravetiense, la punta de la Font-Robert es el primer intento de crear un elemento de enmangue netamente destacado de la punta de proyectil, con un pedúnculo bastante largo en el eje central de la pieza, despejado mediante retoques directos y abruptos. Este pedúnculo permite la inserción de la punta en el extremo distal del astil, por lo que estaríamos ante otro modelo de punta de proyectil.
Figura A.- Puntas de aletas y pedúnculo y propuesta de enmangue en astil de flecha. Figura B.- Puntas de muesca de retoque abrupto y propuesta de enmangue en astiles de flecha.
En el Solutrense el instrumental cinegético cambia radicalmente y durante unos 5.000 años el empleo sistemático del retoque plano, invasor y, en la mayor parte de los casos, bifacial va a caracterizar las diferentes puntas de proyectil. Ninguna otra industria del Paleolítico superior de Europa occidental presenta tantos artefactos característicos en tan elevado número. Estas puntas también se insertarían en el extremo distal de los astiles, mediante un cajeado previo. Como ya hemos indicado, en el Solutrense superior aparecen diferentes modificaciones en la morfología de la base de las puntas para facilitar su sujeción.
Al final de este periodo y durante el Magdaleniense hay un abandono de las técnicas y tipos característicos del Solutrense, una vuelta a las tradiciones auriñacienses y gravetienses, relacionadas con las puntas de proyectil de retoque abrupto, y una progresiva reducción del tamaño del utillaje, que desembocará en los microlitos del Epipaleolítico. Los conjuntos industriales están marcados por la presencia de hojitas de dorso y puntas de retoque abrupto: punta Teyjat, punta de Laugerie-Basse o flechita, punta aziliense, punta de muesca de retoque abrupto, etc.
Por lo tanto, el instrumental lítico cinegético del Paleolítico Superior, salvo la punta de la Font-Robert y la mayor parte de las puntas solutrenses, se sustenta en proyectiles creados mediante retoques abruptos. Este hecho nos plantea algunos interrogantes:
-  ¿Por qué durante la mayor parte del Solutrense se abandona la tradición de proyectiles de retoque abrupto?
- ¿Por qué la PAP desaparece con el Solutrense superior evolucionado y reaparece en el Neolítico perdurando hasta la actualidad aunque realizada en otros materiales, lo que demostraría su idoneidad como punta para actividades cinegéticas o bélicas?
Algunos autores proponen que las puntas de retoque plano serían parte de una estrategia adaptativa a las nuevas condiciones paleoambientales que se crean en Europa occidental con el Último Máximo Glacial (LGM) y que tendrían como objetivo asegurar o aumentar las posibilidades de cobrar las piezas de caza. Sin embargo, las puntas foliáceas bifaciales con retoque plano son conocidas desde mucho antes, en el MSA africano, y aparecen en otros momentos del Paleolítico Superior en diferentes territorios como Siberia, India, Corea, Oceanía o Norteamérica.
La aparición de nuevos tipos y soluciones de engaste podría estar relacionada con nuevos sistemas de propulsión de proyectiles. La aparición de las puntas de retoque plano del Solutrense inferior y medio y la ruptura con la tradición técnica gravetiense podría ser explicada por la generalización del uso del propulsor. Sin duda, este tipo de piezas serían idóneas para ser lanzadas en astiles largos mediante esta técnica. La aparición de puntas solutrenses con diferentes modificaciones para facilitar su enmangue en el Solutrense superior estaría relacionada con la aparición del arco como nuevo sistema de propulsión de estos proyectiles.


lunes, 25 de noviembre de 2024

LA TECNOLOGÍA LÍTICA DE LOS NEANDERTALES

CENTRO DE LA UNED DE BARBASTRO. CURSOS DE VERANO 2018 
EXPERIMENTAR PARA COMPRENDER: LOS NEANDERTALES*
Resumen sesiones
Ponente: Juan Antonio Marín de Espinosa Sánchez. Sílex. Arqueología y Difusión del Patrimonio S.L 
*Con la colaboración del Parque Cultural del Río Vero.

El método levallois consiste en la obtención de una lasca o lascas, láminas y puntas levallois, a partir de la configuración predeterminada de la morfología de un núcleo.  Esta configuración está elaborada a partir de la relación volumétrica entre dos superficies; una de ellas, es la cara superior, que posee una convexidad longitudinal con una curvatura que se acentúa en la extremidad distal y una convexidad transversal más marcada. La otra, en la superficie opuesta, está destinada a la preparación de los planos de percusión.
Imagen 1. Características de un núcleo levallois. 
Este método de talla fue reconocido por Victor Commont a finales del siglo XIX en las canteras de Levallois Perret, en el departamento de Hauts-de-Seine (Île-de-France), y fue definido por François Bordes en 1961 en su obra Typologie du Paléolithique ancien et moyen.  
Imagen 2. Lasca Levallois. 
Sin embargo, el método levallois fue sistematizado por Eric Boëda en 1986 y publicado en 1994 en su obra "Le concept levallois: variabilité de méthodes". Este trabajo enriquece la perspectiva del método levallois, ampliando la variabilidad de métodos, en contraposición a las variantes propuestas por François Bordes en 1980 en su artículo "Le débitage levallois et ses variantes". 
Imagen 3. Punta levallois. 
De este modo, el concepto levallois engloba un conocimiento más amplio que comprende una serie de métodos de desbastado, destinados a la obtención de unos tipos de soportes estandarizados, poseedores de unas morfologías determinadas, que pueden guardar relación con el empleo de mangos que facilitan su uso. 
Entre ellos podemos distinguir:
El método levallois preferencial, destinado a la obtención de una única lasca preferencial. 
El método levallois recurrente centrípeto, destinado a la obtención de varias lascas, que permiten obtener un mayor número de soportes con diversos atributos y destinados a la elaboración de útiles. 
El método levallois unipolar, en el que el desbastado puede hacerse a partir de una sola dirección.
El método levallois bipolar, en el que el desbastado puede hacerse según dos direcciones opuestas.

Bibliografía:
COMMONT, V., 1906, Les découvertes récentes à Saint-Acheul - L’Acheuléen, Revue de l'École d’Anthropologie XVI, 228-241.
BOËDA, É.,1994, Le concept Levallois : variabilité des méthodes, Monographie du CRA 9, Éditions du CNRS, Paris.
BORDES, F., 1961, Typologie du Paléolithique ancien et moyen, Publications de l'Institut de Préhistoire de l'Université de Bordeaux, Mémoire 1. 
BORDES, F., 1980, Le débitage Levallois et ses variantes, Bulletin de la Société préhistorique française, 77 (2), 1980, 45- 49.






jueves, 24 de octubre de 2024

LOS HABITANTES PALEOLÍTICOS DE LA FUENTE DEL TRUCHO

LOS HABITANTES PALEOLÍTICOS DE LA FUENTE DEL TRUCHO

Este trabajo es un fragmento de la ponencia que presentó Pilar Utrilla Miranda en los Cursos de Verano de la UNED de Barbastro del año 2007,  de titulo ¿Quiénes pintaron?: los habitantes del río Vero en el Somontano Oscense: del Paleolítico  Superior al Calcolítico.

La Fuente del Trucho se sitúa en el barranco de Villacantal en la margen izquierda del río Vero a 20 minutos de su cauce permanente y junto a la fuente que le da nombre. Se trata de una cueva poco profunda, con una gran boca de 22 m. de ancho orientada al SE, que da acceso a una amplia sala de 24 m. de profundidad dividida en dos lóbulos disimétricos. Esta cueva, que ya había sido visitada por exploradores de la Sierra de Guara como Pierre Minvielle, se dio a conocer al mundo científico en 1978 cuando un equipo del Museo de Huesca y de la Universidad de Zaragoza, dirigido por Vicente Baldellou, descubrió la existencia de pinturas. Este lugar, tras dudar entre otros nombres como “Espluga da Ventaneta”, pasó a denominarse la Fuente del Trucho, en alusión al agujero existente sobre la gran boca y a la fuente que mana cerca de ella.

El estudio de sus manifestaciones gráficas comenzó a realizarse en los años ochenta por parte de V. Baldellou y A. Beltrán, quienes publicaron los primeros avances; después, en los noventa, Baldellou trabajó con R. Viñas, realizando minuciosos calcos, algunos todavía inéditos; finalmente, a partir del 2000, Baldellou está ultimando la documentación fotográfica con S. Ripoll, F.J. Muñoz y P. Ayuso.

Las excavaciones de su ocupación arqueológica fueron realizadas durante los años 80 por A. Mir sobre los niveles musterienses (1) y por P. Utrilla y L. Montes en 2005 en los del Paleolítico Superior, momento al que hay que asignar las pinturas y los grabados. Concretamente se ha trabajado en la misma zona que P. Utrilla sondeó ya en 1980, al pie de los grabados exteriores, donde la presencia de un nivel fuertemente brechificado le obligó a paralizar la cata tras haber obtenido algunas laminillas de dorso que descartaban la ocupación musteriense y daban indicio de la presencia de un Paleolítico Superior. Un segundo sondeo se ha realizado en la zona interior, en este caso bajo un panel de pinturas con signos trilobulados, manos y un cáprido. En ambos casos, se ha trabajado en áreas periféricas con respecto a la gran cata de la excavación musteriense (1) de A. Mir que se ha respetado intacta a la espera de la memoria de sus cinco campañas de excavación. No obstante, se ha cuadriculado la zona a excavar siguiendo el punto cero y prolongando las coordenadas de la excavación de A. Mir. Jorge Angás ha realizado un excelente plano topográfico tomando 2500 puntos de suelo y techo, con curvas de nivel a 10 cm. y directoras a 40 cm, situando con extrema precisión no sólo los materiales de la zona excavada  sino también las pinturas y grabados de las paredes (Fig. 1).



Fig. 1. Planta del suelo de la Fuente del Trucho con indicación de las zonas excavadas en 2005 al pie de los grabados (izquierda) y pinturas (derecha). En trama la cata musteriense de Anna Mir de los años 80.


Existen dos zonas bien definidas en la Fuente del Trucho: el panel exterior de los grabados, en posición vertical y a la luz del sol, y la zona de pinturas, ubicada en el interior en semipenumbra. El panel de grabados, en el lóbulo menor de la caverna al pie de la oquedad circular que da nombre  a la cueva, permite reconocer en posición central una gran figura de oso, hecho un ovillo en posición de hibernada, una cabeza de un segundo oso y dos zarpas del mismo animal. A la derecha se reconocen dos cabezas de caballo y una de cérvido, posiblemente un reno, enmarcado entre los dos équidos.
La cronología, basada en los temas del bestiario y en el estilo de las figuras, es difícil de precisar: la técnica de grabado, exterior, tosco y de trazo profundo, nos lleva a una cronología antigua, gravetiense; el tema de los osos y sus zarpas nos recuerdan modelos franceses del otro lado de los Pirineos (existe una zarpa similar en Niaux) o de santuarios exteriores cantábricos (Venta de Laperra, por ejemplo), pero la asociación de caballos y renos (si el cérvido lo fuera) es un tema recurrente del Magdaleniense avanzado, tal como se documenta en las cuevas de Trois Frères, Tito Bustillo o Las Monedas. En los sondeos practicados al pie de los mismos P. Utrilla y L. Montes han localizado algunas hojitas de dorso paleolíticas y varias cubetas subcirculares excavadas en el suelo las cuales han sido datadas por radiocarbono de comienzo de la ocupación musulmana en la zona. Los escasos elementos líticos de época paleolítica (hojitas de dorso), tanto convienen  a un gravetiense como a un magdaleniense por lo que no sirven para precisar la datación de los grabados
El segundo lóbulo, en un ambiente de penumbra, presenta sus paredes y techo cubiertos con pinturas, la mayoría de color rojo. El suelo presenta la roca desnuda en una gran parte de la sala, a excepción de la zona central y la pared de la derecha, bajo los signos trilobulados. En este lugar realizamos en 2005 los sondeos arqueológicos que vamos a comentar. El sondeo afectó a 9 m2 de superficie pero la excavación sólo entregó niveles revueltos en los 50 primeros cm. de profundidad sondeados. La presencia de rebaños en la cueva y de sus pastores (que les han abierto paso entre los sedimentos) así como las extracciones de tierra fértil para abonar los huertos cercanos, ha podido provocar  la remoción total de los niveles e incluso el vaciado de los mismos.


No tenemos por tanto datos estratigráficos en Fuente del Trucho pero sí una gran cantidad de datos tipológicos que nos aportan los materiales obtenidos. Se han obtenido 268 piezas retocadas de sílex, de las cuales 136 encajan en momentos del Paleolítico Superior y 151 lo harían en el Paleolítico Medio. En esta etapa se observa el dominio de las raederas, especialmente simples y transversales seguidas de una presencia aceptable de denticulados y de cuchillos de dorso. Los tipos Quina, carenados y con retoque escaleriforme, acaparan casi la mitad de las raederas transversales (Fig. 2).

Fig. 2. Raederas dobles convergentes y transversales tipo Quina de la ocupación musteriense.

El inventario tipológico de las piezas atribuibles al Paleolítico Superior entrega una preferencia por los raspadores planos (14 casos) acompañados de los carenados (8) y de los de hocico (4), lo que nos lleva a sugerir, junto a la existencia de algunas láminas estranguladas, la presencia de gentes auriñacienses en el yacimiento, vinculadas quizá a las pinturas de manos y series de puntos (Fig. 3).
 

Fig. 3. Piezas de tipología atribuible a un Paleolítico Superior Inicial.

Los tipos nucleiformes entregan 9 ejemplares todos ellos de muy pequeño tamaño, sobre núcleos agotados. Los perforadores aparecen en 4 piezas, dos de ellos múltiples, casi en estrella, del tipo habitual en el Magdaleniense. Los buriles diedros se detectan en 7 casos claros y en 8 los trabajados sobre truncadura, uno de ellos múltiple (3 facetas en golpes laterales) sobre las dos truncaduras, al estilo de los buriles de Noailles, a pesar de que su gran tamaño y el espesor de la pieza no permiten clasificarlo estrictamente como tal.
Las puntas y láminas de dorso aparecen en 21 ejemplares destacando alguna punta de la Gravette y microgravettes, una punta de Vachons y dos pequeñas puntas con pedúnculo central destacado que conviene más al tipo Teyjat (de pedúnculo corto y pequeños retoques abruptos) que al perigordiense de la Font Robert (de pedúnculo largo) 12 hojitas de dorso, algunas de ellas de truncadura oblicua completan el Grupo Perigordiense. Las láminas de retoque simple aparecen en 15 piezas, algunas de ellas de tipo estrangulado e incluso de tipo “auriñaciense” a las que hay que añadir 4 piezas esquilladas (écaillées) de forma cuadrangular, bastante frecuentes en momentos del Paleolítico Superior Inicial. Se han computado 7 piezas denticuladas (dos de ellas gruesos pics) con morfología que recuerda más al Paleolítico Superior que al Medio, aunque es francamente difícil discriminar entre ambos.
La industria ósea recogida en este sondeo ha entregado un fragmento de azagaya de sección subcircular un fragmento de diáfisis de sección longitudinal con extremo redondeado y pulido, muy similar a un ejemplar aparecido en el gravetiense de Reclau Viver (Rueda, 1987, 231, fig. 2.2) y dos curiosas piezas que no merecen una clasificación tipológica pero que pudieran revestir cierto interés: una esquirla ósea quemada “tallada” en forma de punta de pedúnculo y un fragmento alargado de diáfisis que presenta adherido a su fuste un elemento cortante en forma de hojita. Un dentalium es el único elemento de adorno detectado en esta zona
   En cuanto a la presencia de gentes solutrenses en el yacimiento queda refrendada por la aparición de dos puntas de escotadura de tipo Parpalló, una de ellas casi completa e idéntica en su tipometría a las halladas en la vecina cueva de Chaves (Fig. 4, nº 13 y 14). A ellas debe sumarse la presencia de un fragmento de punta de retoque plano. (Fig. 5, nº 11).
Fig. 5: Puntas de dorso (7, 8, 15), de escotadura (9 y 10), de retoque plano (11) puntas pedunculadas (12 y 13), dorso+truncadura oblicua (14), perforadores múltiples (16) buriles diedros (17 y 18) y microrraspadores (19 y 20).

En cuanto a la fauna recogida en el yacimiento, una primera determinación de Fernanda Blasco ha entregado una mayor presencia de sarrio, algo de cabra y caballo, bastante más de conejo y contadas piezas de jabalí (dos restos) y zorro (sólo uno), junto a la existencia de diversos tipos de aves. Es decir, especies de roquedo y bosque llamando la atención la ausencia, por el momento, de ciervo, tantas veces representado en las pinturas levantinas de su entorno y que constituye el animal más cazado en otros yacimientos prepirenaicos supuestamente contemporáneos como la Arbreda E y D, Castell sa Sala, Bora Gran o Roc de la Melca (Estévez, 1987). La mayor presencia  de sarrio, por otra parte, recuerda el dominio de este animal en el nivel Magdaleniense Medio de la cueva de Abauntz (Arraiz), en el Prepirineo navarro.
En resumen, el material revuelto del sondeo efectuado al pie de los signos trilobulados nos indica lo siguiente:
1.    Existe realmente un claro asentamiento musteriense en la cueva de la Fuente del Trucho clasificable, al menos en nuestro material revuelto, como un Musteriense charentiense de tipo Quina. En nuestra opinión, las clasificaciones iniciales de V. Baldellou y A. Mir que detectaron niveles musterienses en el yacimiento eran correctas, descartando en cambio las complicadas atribuciones de “preludio badeguliense” para explicar las fechas recientes (Mir y Salas, 2000).
2.    Existe una presencia real de gentes del Paleolítico Superior Inicial, ya sean auriñacienses (raspadores carenados y de hocico, láminas estranguladas) o gravetienses (puntas de dorso, piezas esquilladas, quizá algunos buriles múltiples sobre truncadura). A ellos conviene la tipología de la mayoría de las pinturas (manos y series de puntos, quizá los grabados exteriores) la fecha de 20800±100  BP que ha entregado una sola muestra de fauna de nuestra excavación y quizá la fecha en torno al 22000 que registra la Unidad Arqueológica 3 de la excavación de Mir
3.  Se documenta también el solutrense por sus fósiles directores (piezas de retoque plano y puntas de escotadura), siendo significativa la similitud de estas últimas con las existentes en la cueva de Chaves, datadas en un 19700 BP, en concordancia con la fecha del 19000 que entregó la excavación del nivel l de Anna Mir. La mayoría de los caballos pintados en rojo podrían corresponder a este momento de ocupación
4. No hay que descartar tampoco la presencia de gentes magdalenienses en la Fuente del Trucho, ya que, junto a la existencia de muy buenos buriles diedros y de truncadura, (comunes por lo demás a otras épocas) se rastrean algunas piezas características. Así raspadores diminutos totalmente circulares propios de la vertiente francesa que, junto a otros unguiformes y las citadas puntas de Teyjat, recuerdan momentos del Magdaleniense Superior-Final; o dos perforadores múltiples, casi en estrella o dos raclettes (no demasiado concluyentes) que irían mejor con momentos más antiguos. Una fecha de TL obtenida sobre un raspador craquelado por el fuego ha dado 13244±945 (MADN-4624) fecha demasiado amplia pero que sirve para confirmar la presencia magdaleniense en el yacimiento. El caballo con despiece en M que recientemente se ha publicado (Ripoll et alii, 2005) (convención que nosotros a simple vista y sin tratamiento digital de imágenes no hemos conseguido ver), reforzaría esta hipótesis.

Una propuesta cronológica para la Fuente del Trucho
En nuestra opinión, el arte parietal de la Fuente del Trucho se enmarca en momentos antiguos del arte paleolítico. En un primer horizonte arcaico, adscribible a un gravetiense, o incluso al auriñaciense a la espera de la datación de las costras que recubren las manos, habría que incluir las representaciones de manos rojas y quizá también las negras, si se aceptara su infraposición a las series lineares de puntos, tema que está en discusión. Estas series, ya sean lineares o complejas y los signos pareados asociados a ellas, no deben separarse demasiado de esta cronología, a juzgar por su posición en el primer horizonte de Llonín y en los paneles arcaicos de la parte terminal de la Garma.
Sería también antigua la cabrita, asociada a manos rojas, según la datación por TL y Uth de ejemplares similares procedentes de la Garma y Pondra. Por la misma razón pudieran ser también arcaicos los signos trilobulados del mismo panel, aunque  no se descarta que éstos pudieran ser posteriores si el trilobulado ojival se superpusiera al caballo listado, algo difícil de precisar.
Entre los caballos, podrían catalogarse en torno al Solutrense medio los dos invertidos que se representan en el panel XII y el de morro alargado del panel VII, con base  en la ausencia de detalles, la curva cervicodorsal muy marcada y la convención de las patas en líneas paralelas abiertas, de acuerdo con la secuencia de Parpalló.
En el último horizonte, del Solutrense Final, se representaría el friso de los caballos listados con despieces y detalles bien marcados todos ellos con similar aire de familia (paneles IV, VI y VII de la numeración de Ripoll y Baldellou).
Todas estas etapas cronológicas tienen su representación en la cultura material que ha entregado la excavación del yacimiento. Es mas, las únicas dataciones absolutas que se poseen, tanto las procedentes de la excavación de Anna Mir, de 22460±150 y 19060±80, como las nuestras (20800±100 y 13244±945) convienen a la perfección a los momentos propuestos para las pinturas. Estaríamos de este modo ante un asentamiento del Paleolítico Superior Inicial al Sur de los Pirineos en una ubicación intermedia entre el poderoso foco de Seriñá en Gerona (La Arbreda, Reclau Viver) y los yacimientos de la Costa Cantábrica, entre los que destaca la cueva del Castillo, con su muy antigua cronología. El yacimiento de la Fuente del Trucho sería así un punto clave en la ocupación de la Península por el primer hombre moderno.
En suma, la cueva de la Fuente del Trucho ha sido visitada reiteradamente por el hombre paleolítico a lo largo de más de 30.000 años: desde el hombre de Neandertal, que no pintó en ella pero sí vivió miles de años, hasta el hombre moderno, quien vivió y pintó durante el Paleolítico Superior Inicial (manos, signos y series de puntos), el Solutrense (caballos) y con dudas en el Magdaleniense (a la espera de comprobar visualmente el caballo con despiece en M).
No cabe duda de que el lugar donde se ubica la Fuente del Trucho pudo tener un carácter especial, sagrado, durante toda la Prehistoria, ya que, como caso excepcional en la Península, se concentran en el mismo barranco el arte paleolítico citado y el arte levantino y esquemático de Arpán, abrigo situado en el mismo barranco a tan sólo 15 minutos a pie de la Fuente del Trucho.
(1). "La industria lítica recuperada por A. Mir en sus excavaciones de los años 70/80, y que con anterioridad había encuadrado en el tecnocomplejo musteriense (Baldellou y Mir 1986; Mir, 1987), chocan con las dataciones AMS efectuadas sobre conjuntos de esquirlas óseas procedentes de aquellas excavaciones, y que le han llevado a modificar sus propuestas de adscripción cultural. Sendas fechas del 19060±80 BP (Unidad Arqueológica 1) y 22460±150 BP (Unidad Arqueológica 3) son ahora explicadas como “unas industrias arcaizantes del Paleolítico Superior, con perduraciones técnicas musterienses, que podrían incluso enlazar con el posterior tecnocomplejo badeguliense” (Mir y Salas 2000: 31). En recientes artículos ya hemos comentado esta anomalía, que atribuimos en parte a la selección de los materiales datados (esquirlas óseas muy dispersas innecesariamente agrupadas con posterioridad en una sola muestra datada por AMS) y a la posible presencia entre ellas de restos de ocupaciones posteriores a la neandertal (Utrilla y Montes, 2007; Montes, Utrilla y Martínez-Bea, 2007). En nuestra opinión la industria lítica de este yacimiento, al menos la que hemos podido consultar en publicaciones y en el propio Museo de Huesca,  es indudablemente musteriense (en su tecnología y en su tipología) mientras que las dataciones concuerdan sospechosamente con las representaciones parietales de esta cavidad,  atribuibles a estas fechas por temática y estilo: las manos, series de puntuaciones y quizá los grabados exteriores cabrían en torno al 22000, mientras que los caballos del estilo II y III del interior encajarían mejor con el 19000BP.
La aparición de una serie de hasta 4 perforaciones, interpretadas primero como encajes de postes (Mir 1987: 20) y posteriormente como pequeños hogares y cubetas recipientes para calentar líquidos (Mir y Salas, 2000: 15) podría explicar estas anomalías ya que se describe que dos de ellas aparecen en los cuadros L2 y J2 (Baldellou y Mir, 1986: 10), cuadros de los que procede parte de la muestra de la Unidad Arqueológica 3, que ofrece la data en torno al 22000 BP (Mir y Salas, 2000:14). La composición del nivel más reciente (LBB) admite la percolación de restos posteriores de forma prácticamente natural dado el carácter suelto de su sedimento formado por bloques angulosos".
Esta nota sobre el trabajo de Mir y Salas hay que leerla con detenimiento, pues aclara y pone de manifiesto la opinión de la autora y de otros investigadores sobre las posibles industrias arcaizantes de las  gentes del Paleolítico Superior que pasaron por la Fuente del Trucho. 
Después del periodo veraniego tenemos la intención de publicar en este Blog, algunas ponencias o parte de ellas, de los cursos de verano relacionados con la Prehistoria que se han impartido en la UNED de Barbastro estos últimos años. 
Barbastro, septiembre 2013. 



ABRIGO DEL FORAU DEL COCHO. ESTADILLA

ABRIGO DEL FORAU DEL COCHO. ESTADILLA

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)* CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (110-111), por Manuel Bea Martínez (Coordinador) *Editado por el De...