Ignacio Martín Lerma. Profesor del Dpto. de
Prehistoria. Universidad de Murcia
La Traceología
es una disciplina analítica, al servicio de la Arqueología, basada en el
estudio de las huellas que se generan sobre los instrumentos debido a su
utilización. La información obtenida nos aporta un diagnóstico de uso: las
zonas activas del útil, el tipo de acción (cortar, raspar, perforar, etc), la
materia trabajada (hueso, asta, piel, etc) y, más difícilmente, el tiempo
estimado. A su vez, un Estudio Funcional,
englobaría aspectos más amplios, al tratar de integrar el diagnóstico anterior
en una visión con mayor complejidad: la posición del objeto dentro de una
cadena operativa y abordar la propia funcionalidad del sitio, profundizando así
en los modos de vida de los grupos humanos prehistóricos (Martín Lerma et al, 2008).
El estudio de la funcionalidad,
gracias a su larga trayectoria, está considerado como un elemento totalmente
necesario para una mejor comprensión del pasado. Los trabajos de Semenov (1964)
y, posteriormente, los de Keeley (1980), sirvieron de base para asentar esta
disciplina. Será a partir de los años setenta cuando la observación
microscópica de trazas se propague de la mano de investigadores como
Anderson-Gerfaud (1981), Mansur (1983, 1986), Plisson (1985) o Gutiérrez Sáez (1996), consolidándose
así los principios de la
Traceología actual.
En el transcurso de los estudios
traceológicos es inevitable apuntar la importancia de una serie de
“tests-ciegos” (blind tests) que sirvieron para contrastar los primeros
resultados. El test-ciego consiste en analizar una serie de piezas, talladas y
usadas experimentalmente por una tercera persona, sin que el analista tenga
conocimiento previo de las condiciones de la experimentación (materias primas,
materias trabajadas, acciones empleadas, tiempo, etc). Si bien, no han estado
exentos de polémica (Grace et alii,
1988), la mayor parte de los tests-ciegos han dado resultados positivos,
confirmando la eficacia del método.
Variables
Independientes
Son aquellos factores que
interaccionan entre sí durante el uso, y son básicamente la materia prima, la
materia trabajada, el gesto y el tiempo. La forma en la que cada uno de estos
elementos interviene, determina el tipo de huellas resultantes.
Las materias primas condicionan la
cantidad y calidad de trazas que podemos encontrar en un útil lítico. Con
respecto a las materias trabajadas, la respuesta al uso viene condicionada por
los factores intrínsecos de cada materia. La piel, los vegetales frescos o el
hueso, por citar ejemplos diversos, provocan estigmas muy diferentes y
susceptibles de ser reconocidos, siempre que su desarrollo sea suficiente. Por
otra parte, incluso la misma materia, puede variar su comportamiento atendiendo
a aspectos como el grado de humedad, caso de las huellas derivadas del trabajo
de la piel fresca, seca o húmeda.
Importante también es la evaluación
del gesto, ya que condiciona de manera directa el tipo de huellas a
desarrollar. La actividad es la forma en la que el útil ha transformado la
materia, la cinemática del trabajo. Todo instrumento sometido a un esfuerzo
concreto, desarrolla un tipo específico de trazas, cuya lectura correcta nos
permitiría identificar tanto el material como la acción desarrollada.
Variables
Dependientes
Englobamos dentro de las variables
dependientes, las huellas generadas
por la confluencia de las variables independientes citadas anteriormente, que son
el pulimento, las estrías, el embotamiento y los desconchados.
El pulimento
se presenta como una capa brillante, situada sobre el borde activo, y que,
en caso de un desarrollo extremo, es observable a simple vista. Los rasgos
diagnósticos de cada tipo de pulimento, según la materia trabajada, se
manifiestan según va avanzando el trabajo y varían en función de atributos como
la topografía, la trama, la compacidad, el brillo, la textura y la presencia de
accidentes característicos, entre otros. Se han ido definiendo así pulimentos
propios de los cereales (el conocido como “lustre de cereal”, visible a simple
vista), la madera, el hueso, el asta, la piel fresca y seca, la carne, etc.
Aunque no existen tipos rígidos que puedan adscribirse a cada materia, sí
existen tendencias generales que pueden seguirse.
Pulimento |
Una segunda categoría de huellas son
las estrías, asociadas a la
interpretación del gesto. Podrían definirse como surcos, depresiones o
adiciones que se producen sobre la superficie de los bordes usados. Algunos
caracteres de las estrías pueden indicarnos el tipo de acción a partir de su
posición respecto al filo activo: son paralelas a él en acciones longitudinales
y perpendiculares en acciones transversales. Por otra parte, determinadas
morfologías se asocian a materias trabajadas específicas, si bien de forma no
tan estrecha como los pulimentos.
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Estría |
El embotamiento
es una variable que no requiere de grandes aumentos para ser reconocida ya que
es el redondeamiento que sufren el filo, las aristas y zonas elevadas de la
microtopografía silícea, a causa de la abrasión producida durante la acción.
Esta huella hay que relacionarla con otros atributos para que la interpretación
respecto a la identificación de una materia concreta, sea más precisa.
Embotamiento |
Los desconchados son los negativos de las esquirlas o pequeñas melladuras que se van generando durante el trabajo como respuesta a la tensión que sufre la pieza en contacto con la materia trabajada. Pueden ser observados a simple vista y, en todo caso, a bajos aumentos. La dureza de la materia trabajada, los tipos de materias primas y acciones realizadas, la morfología del filo activo, la duración del trabajo y la intensidad de la presión son los factores que van a influir en las características y cantidad de los desconchados, y en estos aspectos se centra su capacidad diagnóstica. Uno de los principales problemas que presentan es su distinción respecto al retoque de talla. Un criterio general para diferenciarlos, sería la regularidad tanto de las extracciones como de su distribución a lo largo de los filos de las piezas, siendo mayor en el caso del retoque intencional.
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Desconchado |
METODOLOGÍA
En los análisis de huellas de uso, se
utiliza como medio de limpieza, sobre todo, la cubeta ultrasónica que permite
eliminar todo resto de suciedad de las piezas sin que las superficies sufran
daños. Para la observación, los aparatos ópticos más comunes son la lupa
binocular (que puede llegar a 100x) y se emplea mayoritariamente para el
estudio de los desconchados. Por su parte, el pulimento, las estrías y el
embotamiento, se analizan con microscópico metalográfico (entre 100x y 800x),
que permite un examen más pormenorizado de las superficies silíceas. Por
último, el microscópico electrónico de barrido (hasta 8000x) suele emplearse
para observaciones muy detalladas como, por ejemplo, la detección de residuos.
BIBLIOGRAFÍA
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PLISSON, H. Etude fonctionnelle d´outillages lithiques préhistoriques par l´analyse
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