sábado, 27 de junio de 2020

ABRIGO DELS SECANS. MAZALEÓN (TERUEL)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE TERUEL (210-211), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    El conjunto rupestre fue descubierto por Pérez Temprado en 1917, quien realizaría un primer estudio junto a Cabré, momento en el que se confeccionaron los primeros calcos de las representaciones (Cabré y Pérez Temprado 1921), si bien serían modificados con posterioridad por Vallespí (1952), para ser objeto de análisis por parte de Beltrán (1954) y ser nuevamente analizados y comentados en la obra de síntesis sobre prehistoria del Bajo Aragón dirigida por Almagro (Almagro; Beltrán y Ripoll 1956).

    
    En 1954 ya se apuntaba la pérdida progresiva de este conjunto comparando el estado de conservación de las pinturas en ese momento y en 1921. Las representaciones habían sufrido un proceso de degradación importante debido, sobre todo, a los intentos de arrancar la figura central y las de la parte izquierda (Beltrán 1954: 189).
    Hoy en día, las pinturas se han perdido indefectiblemente, y de ellas tan sólo se conservan los calcos de Cabré y Pérez Temprado (1921) y de Vallespí (1952), así como alguna fotografía antigua como únicos testimonios de esta estación rupestre (Beltrán 1968). Sin embargo, la importancia de este conjunto radica no sólo en sus interesantes representaciones pictóricas, sino también en el yacimiento arqueológico situado en sus inmediaciones.
    Así, la relativa riqueza arqueológica en los alrededores de la estación levantina a la que alude Utrilla (1986-1987: 334) descansa en la presencia de diversos lugares con restos prehistóricos (lascado de sílex y cerámica), y en la existencia de un abrigo en el que se realizó un sondeo que entregó interesantes piezas líticas. En 1986 se acomete la primera campaña de excavación en el abrigo de El Secans bajo la dirección de J. M.ª Rodanés, cuyos resultados preliminares se publican en un interesante artículo dos años después (Rodanés 1987-1988). Pasarán diez años desde el inicio de los trabajos de campo, hasta que se publique la monografía del yacimiento en la que se definen cuatro niveles, uno de ellos (el nivel II) subdividido a su vez en subniveles.
LOCALIZACIÓN
    El conjunto se localiza a unos dos kilómetros del núcleo turolense de Mazaleón, en la orilla izquierda de un meandro formado por el río Matarraña al que desemboca un pequeño barranco en el que se abre el covacho decorado no muy lejos de la carretera.
    El abrigo cuenta con unas dimensiones que sobrepasan los 8 metros de longitud, siendo la zona central del mismo la elegida para la confección de las pinturas.

DESCRIPCIÓN
    El conjunto rupestre estaba compuesto tan sólo por cuatro representaciones, tres figuras humanas y una incompleta de un cuadrúpedo indeterminado todas ellas de coloración rojo, si bien varían ligeramente las tonalidades.
    La figura central del abrigo se corresponde con la de un hombre en actitud dinámica, marchando hacia la izquierda con las piernas abiertas en un ángulo recto. Responde a las convenciones clásicas del arquetipo levantino: cabeza piriforme, con melena recogida por una diadema, cuerpo triangular que se estrecha progresivamente, piernas de tendencia más naturalista apreciándose perfectamente unos pantalones cortos o zaragüelles que le visten hasta mitad de los muslos terminando en unas graciosas puntas que se repiten a la altura de las rodillas. Ambos brazos fueron representados en la misma disposición, flexionados por el codo describiendo un ángulo superior a los 45º. El más adelantado sujeta una serie de trazos lineares que deben corresponderse con el arco y un haz de flechas.
    A escasos centímetros a la izquierda de esta figura se representaron las otras dos representaciones humanas del abrigo. Aunque las dimensiones y la actitud de éstas difieren de la anterior, las convenciones estilísticas empleadas en su realización coinciden plenamente. El cuerpo triangular, piernas modeladas en las que se marcan los gemelos, cabeza globular ligeramente piriforme, disposición de los brazos así como el armamento que porta la figura más pequeña concuerdan con las convenciones definidas para la primera. Sin embargo, destacan las dimensiones notablemente más reducidas de estas dos, su actitud estática y la falta de pantalones cortos y adornos, lo que parece destacar precisamente el papel principal del arquero en movimiento, apareciendo los otros antropomorfos casi como espectadores.
    A la derecha del arquero principal se aprecia un trazo de tendencia ovalada que se ensancha en el extremo izquierdo donde se representaron dos cortos trazos triangulares. A diferencia de estos últimos, en los que se rellenó con pigmento el interior, la figura oval tan sólo fue silueteada. 

    Los materiales aportados y la secuencia estratigráfica del yacimiento reflejarían el momento de transición Epipaleolítico/Neolítico, encontrando paralelos cercanos en los abrigos de El Pontet, Costalena y Botiquería. La importancia de este asentamiento radica no sólo en la confirmación del proceso de neolitización de los grupos epipaleolíticos, observado con claridad en el Bajo Aragón, sino también en su cercanía a las pinturas rupestres levantinas, hoy desaparecidas del mismo nombre.



miércoles, 24 de junio de 2020

ABRIGO DE VAL DEL CHARCO DEL AGUA AMARGA. ALCAÑIZ

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE TERUEL (204-209), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    A pesar de que el abrigo decorado se encuentra en una zona muy transitada en la que se extienden, desde antiguo, campos de cultivo, las pinturas de Val del Charco del Agua Amarga no serían descubiertas hasta septiembre de 1913 por Carlos Estevan Membrado, vecino de Valdeargorfa, quien rápidamente lo pondría en conocimiento de Vidiella. No obstante, será Cabré quien en 1915 publique en su clásica obra Arte Rupestre en España el estudio preliminar de las pinturas.
    En trabajos posteriores se realizarán pequeñas correcciones, sobre todo en los calcos, como en el realizado por Ripoll (1956) o en el de Beltrán (1968). Con la pretensión de preservar (Royo y Benavente 1999) y en el marco del reestudio de la estación aludida por parte de Beltrán, se acometerá en 2000 el proceso de restauración y limpiado de las pinturas, del que se encargaría E. Guillamet (Beltrán 2002: 53-59), tras el cual aparecerían nuevas figuras, dejando al descubierto la gran riqueza pictórica del abrigo.
    Precisamente este proyecto de reestudio del conjunto, dirigido por Beltrán, se muestra como el más reciente y cuidadoso, fruto del cual surge una monografía de obligada referencia para el estudio, no sólo del abrigo, sino del arte levantino aragonés (Beltrán 2002).
LOCALIZACIÓN
    Se trata de un conjunto singular, probablemente el más importante en Aragón, atendiendo a la riqueza figurativa y estilística que contiene en relación con la ubicación geográfica que ocupa, relativamente aislado, con excepción del vecino abrigo de la Cuesta de Pel.
    La estación se localiza a unos 17 km de la villa de Alcañiz, desde la que se accede al abrigo por medio de una red de pistas perfectamente transitables y señalizadas, dejando el coche al pie mismo de las pinturas. Éstas se realizaron en un mogote de arenisca en el que la erosión ha conformado un abrigo que se abre a un amplio, llano y despejado valle lejos de las escarpadas zonas y relieves accidentados en los que suele aparecer este tipo de arte rupestre. Alejado de cañones y barrancos, el abrigo de Val del Charco ocupa, no obstante, una posición estratégica en lo referido a redes de comunicación de manera que se ha calificado a la zona como “muy transitada” (Beltrán 2002: 23), destacándose la presencia de una charca en las cercanías que en opinión de algunos estudiosos habría servido como punto de atracción para animales a los que los cazadores levantinos darían caza mientras abrevaban (Beltrán 2002: 37).
    Las dimensiones del abrigo, 8,5 metros de anchura, 3,5 metros de altura y una profundidad que varía entre los 2,7 y los 3,5 metros, hacen que aparezca como un verdadero hito geográfico aspecto que, junto a la proximidad de la charca apuntada, podría haber determinado su elección como posible santuario.
DESCRIPCIÓN
    Las representaciones gráficas se emplazan en una franja de unos 6,8 metros de longitud y a una altura media de 1,5 metros. La coloración amarillenta de la roca permite que los matices violáceos, castaños, rojos y naranjas de las pinturas adquieran un mayor protagonismo y permitan una observación privilegiada de las mismas.
    La importancia de esta estación radica tanto en el gran número de representaciones que contiene (109), como en su variedad temática, o en la plasmación de algunas actividades observables también en otros abrigos geográficamente lejanos, sus superposiciones, el tamaño de algunas de
sus representaciones y por la singularidad de otras.
    En las tres zonas decorativas que se acogen a la existencia de otras tantas oquedades es posible destacar algunas representaciones que por su temática y convenciones estilísticas merecen un comentario algo más detenido. 
    Comenzando por la izquierda, encontramos, junto a representaciones de arqueros levantinos clásicos en actitud dinámica y a pequeñas cabras naturalistas, unos trazos lineales verticales infrapuestos a una representación de cáprido naturalista a la carrera, que se han definido como pre-levantinos, ya macroesquemáticos ya pertenecientes al denominado lineal-geométrico. A escasos centímetros a la derecha se encuentra la única representación totalmente esquemática no identificable de todo el abrigo en una tonalidad anaranjada, y que se definió como una figura antropomorfa por Almagro y como una forma escaleriforme o en espina por Beltrán (1970) que se ajusta más a la realidad. Próxima a esta figura se encuentra la de un arquero de grandes dimensiones con las piernas abiertas en ángulo obtuso muy abierto y que responde a las convenciones levantinas clásicas; cabeza de perfil en la que se representa la melena sujeta con una diadema, cuerpo triangular que adelgaza progresivamente hacia la cintura hasta convertirse en un fino trazo que se une sin solución de continuidad con unas gruesas piernas en las que se indica someramente una musculatura que aparece vestida mediante unos calzones con jarreteras. En la mano más adelantada porta un arco y un haz de flechas en el que se distinguen las emplumaduras.
    En la zona central del abrigo se reproduce una de las escenas más interesantes del arte rupestre levantino, para la que encontramos paralelos en tierras castellonenses. Un numeroso grupo de arqueros “al vuelo”, es decir, con las piernas abiertas en ángulo de 180º, conforman una composición en la que la perspectiva oblicua subraya la sensación de velocidad y dinamismo. Hasta catorce arqueros forman parte de una escena a la que la actividad venatoria no parece dar explicación, tal y como ocurre en otros conjuntos. Merece la pena destacar que en un análisis pormenorizado de las figuras que conforman la “carrera al vuelo” se advierte que no todas participan de los mismos patrones estéticos, aunque se encuentran muy cercanas.
    En este sentido, las figuras 48, 49, 50 y 55 de la citada escena se separan de los cánones establecidos para el resto de figuraciones, ya que estas cuatro son las de mayores dimensiones de la escena y les fueron aplicados diversos tratamientos diferenciadores. Así, por ejemplo, la abertura de las piernas de estos arqueros no alcanza los 180º como sí se constata en el resto; además, los pantalones o zaragüelles culminan a la altura de la rodilla en dos picos bien marcados que no se aprecian en el resto de forma tan evidente; y son las únicas representaciones en las que se superponen las piernas que, como apunta Beltrán, dan idea del movimiento acompasado de los hombres (Beltrán 2002: 122).
    La dificultad en la descripción y definición de algunas de estas representaciones se
ejemplifica perfectamente en la figura 55 que en un primer momento se pensó que cargaría con una especie de recental. Más tarde, una revisión interpretativa de la misma figura, llevará a interpretar el bulto
transportado como un pequeño ser humano (Beltrán 2000), tal vez un niño, temática que aparece nuevamente reproducida en el abrigo castellonense de Centelles (Guillem y Martínez Valle 2004).
    En la parte central y superior del abrigo se observan una serie de restos pictóricos analizados como independientes pero de los que, tal vez, se podría inferir la figura de un gran arquero en actitud dinámica hacia la izquierda, y del que tan sólo se conservaría parte de las piernas, del arco y del haz de flechas. Las enormes dimensiones de la figuración, sería la más grande de todo el arte levantino, hace que esta propuesta se realice no sin dudas.
    En la tercera cavidad o sector del abrigo encontramos dos de las figuras más relevantes del conjunto por sus dimensiones. La primera de ellas se corresponde con un gran ciervo macho que mira hacia la derecha, y cuyos restos conservados alcanzan los 80 centímetros de longitud. A pesar de que no se han conservado las patas del animal, la buena conservación global de la figura resalta la majestuosidad estática de la misma. El cuidado detallismo, propio del naturalismo más fiel empleado en este tipo de representaciones animales, se aprecia en el tratamiento de las orejas, los candiles de las astas o en la corrección en la línea superior de la cabeza, que no se desluce ante las superposiciones de otras figuras animales. 
Se aprecia perfectamente la técnica del silueteado empleada en su confección, rellenando con posterioridad la parte interior con una pintura más diluida.
    La segunda de estas representaciones se corresponde con la poco frecuente temática femenina. A lo reducido de la temática se añaden las dimensiones de la referida que, hasta el descubrimiento de los antropomorfos de la Cueva del Chopo, era la figura humana más grande de todo el arte levantino, alcanzando los 50 centímetros de longitud. Las convenciones estilísticas observables en esta figura concuerdan con las básicas del arte levantino clásico; cabeza piriforme, cuerpo extremadamente estilizado que contrasta con una representación del tercio inferior naturalista, en la que destaca la representación de una larga falda que le cubre hasta unas pantorrillas en las que se aprecia el volumen muscular y los pies descalzos. La falda y la representación de un pecho desnudo permiten identificar a
esta figura como una representación femenina que, aun sin adornos ni elementos distintivos, es posible identificar como la dominante, junto al gran ciervo, en el tercer sector decorado.
    Junto a las figuras que hemos venido describiendo de forma somera, encontramos en el abrigo otras muchas que responden a representaciones animales naturalistas de tamaño medio como cabras, ciervos y un jabalí que aparece acosado por arqueros, otras más grandes como un bóvido al que sólo se aplicó el modelado en la cabeza, así como un gran número de arqueros más o menos estilizados en diferentes actitudes siempre dentro de los criterios levantinos, con la única salvedad de un antropomorfo esquemático de color negro.
    No muy lejos del abrigo de Val del Charco, en la zona donde se inicia el descenso hacia el abrigo de Val del Charco, se advierte la existencia de un pequeño covacho a cuyos pies se extienden cultivos de frutales, caracterizado por tener un suelo muy inclinado que dificulta la estancia en el mismo. La cavidad contiene dos digitaciones verticales en color rojo y unos trazos geométricos en negro (Beltrán 2002: 60-61).


ABRIGOS DEL BARRANCO DE MASCÚN. BIERGE-RODELLAR (SOMONTANO)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (177-179), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    El hallazgo de los abrigos decorados de Mascún se circunscribe a los trabajos de prospección intensiva realizados por el equipo del Museo de Huesca desde 1978 hasta 1992. Aunque los calcos de los abrigos fueron realizados en 1992, la publicación del conjunto no aparecería hasta dos años más tarde (Painaud; Ayuso; Calvo y Baldellou 1994). Si bien el descubrimiento del conjunto pictórico de Cueva Pacencia se debe a J. A. Cuchí, siendo localizadas en 1990 por el equipo del Museo Arqueológico Provincial de Huesca dirigido por V. Baldellou (Baldellou 1992).
LOCALIZACIÓN
    Los diferentes abrigos decorados se van sucediendo a lo largo del recorrido de barranco de Mascún, sin que el acceso de éstos resulta especialmente complicado en ningún caso. Lo más cómodo es tomar la senda que se inicia en Rodellar y que desciende hacia el curso fluvial, tras lo cual tan sólo resta seguir su curso para iniciar el recorrido por las estaciones rupestres. Algunos de los abrigos resultan perfectamente visibles desde el propio pueblo, sobre todo el de Cueva de Pacencia por sus dimensiones.
    En el término municipal de Bierge, la cueva de Pacencia alcanza los 80 metros de longitud por 30 de altura y más de 20 de profundidad. Se muestra parcialmente colmatada por depósitos periglaciares que permiten la formación de cornisas gracias a las cuales es posible acceder a la zona decorada, ubicada a más de 10 metros con respecto al cauce del río.
DESCRIPCIÓN 
   La conservación de la única representación contenida en el friso decorado del Mascún I resulta muy deficiente, pudiéndose observar tan sólo un trazo vertical de 19 centímetros de longitud y color rojo. De la zona medial de la línea, surge otra en su lado izquierdo de tendencia horizontal que se curva hacia abajo adoptando un desarrollo paralelo al primer trazo vertical. Otros restos más o menos desvaídos se aprecian en las proximidades de la figura descrita sin que se pueda precisar su morfología precisa.
    Nuevamente trazos lineales aparecen como las únicas representaciones figuradas en el abrigo de Mascún II. En este caso, y muy cerca del techo en la zona central de la oquedad, se observan dos trazos lineales de unos 30 centímetros de longitud y que se representaron en función de una estrecha colada de calcita, ya que aparecen enmarcando este accidente natural. Un único motivo lineal de dimensiones similares a los anteriores fue realizado en el techo del abrigo de Mascún III, mientras que en la cavidad IV, algo más alejadas de las demás se constata la presencia de un pequeño cruciforme en color rojo oscuro.
    En cuanto a la Cueva de Pacencia, las dimensiones de la cavidad y la dispar distribución de las pinturas, hacen que se hayan establecido hasta nueve sectores o paneles decorativos. Junto a manchas y restos pictóricos informes, se distingue en el sector 1 trazos de pintura que podrían interpretarse como un cuadrúpedo muy parcialmente conservado en el que sería posible identificar el cuerpo, con la zona interna prácticamente perdida, la cabeza y una pata delantera. En el resto de sectores abundan las digitaciones aisladas o en agrupaciones de dos, tres o cinco trazos verticales. Destaca en el sector 2 un ramiforme compuesto por un trazo vertical en cuyo extremo superior se aprecia un corto trazo horizontal y que en su zona medial aparece cruzado por otros dos paralelos y horizontales más alargados. A escasos centímetros de esta figura, se aprecian los restos de una posible representación humana compuesta por un trazo lineal que se ensancha progresiva y ligeramente hacia la parte superior, en la que se observa el arranque del brazo derecho que se muestra alzado, y la individualización de la cabeza.
       Se aprecia también la existencia de una barra vertical y a la derecha de ésta una especie de signo en forma de U invertida bastante cerrada y de largos trazos laterales. Junto a éstas, son numerosas las manchas y trazos mal conservados que formarían parte de figuraciones más complejas y de mayores dimensiones que abundan en la certidumbre de la riqueza pictórica de la cavidad. 
    En la misma partida se incluye el abrigo de Mascún V o El Palomaron, con 15 representaciones esquemáticas entre las que se definen signos, barras y digitaciones. Las pinturas se localizan casi exclusivamente en la parte izquierda del abrigo alcanzando, en algún caso, el límite exterior del abrigo. Entre éstas es posible reconocer una figura antropomorfa de tipo golondrina en color rojo carmín en la que se destaca débilmente la cabeza. A escasos centímetros por encima de esta representación se aprecia otra que podría definirse como una especie de campana, cuya zona inferior presenta un ligero desconchado que impide el cierre total de la misma, con una digitación en el interior. 
    Por encima de estas figuras se representó otra que, tal vez, pudiera ser definida como un posible antropomorfo esquemático compuesto por un simple trazo central para la configuración del cuerpo, otro transversal que atraviesa el tercio superior del cuerpo y de cuyos extremos surgen otras dos líneas verticales hacia abajo que podrían interpretarse como los brazos. La cabeza estaría indicada por la prolongación del trazo central y por otro perpendicular y yuxtapuesto al extremo de éste que podría indicar la existencia de algún tipo de tocado o adorno.
    Tan sólo en un caso se empleó un color diferente, aunque la figura continúa las premisas estilísticas esquemáticas que dan unidad al conjunto. Se trata de la representación de un antropomorfo tipo golondrina localizado en el extremo inferior derecho del panel y realizado en color blanco.
     El resto de figuraciones, todas ellas de la misma tonalidad rojo carmín, se corresponden con simples trazos lineales rectilíneos, excepto en un caso, aparentemente aislados o bien conformando morfologías de críptica interpretación.




jueves, 11 de junio de 2020

COVACHOS DE LA RAJA. NUENO (HOYA DE HUESCA)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (171), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
    El descubrimiento de las pinturas rupestres de los covachos de La Raja se debe a E. Anía, quien lo comunicaría al equipo de investigación del Museo Provincial de Huesca, publicando el estudio monográfico de los mismos en 1997 (Baldellou et alii 1997).
LOCALIZACIÓN
    Los covachos decorados se muestran muy próximos entre sí estableciéndose una clara diferenciación en función del estilo artístico de las representaciones contenidas. Ambos abrigos se abren a unos 1.200 m.s.n.m. en el término municipal de Nueno, cercanos a la ciudad de Huesca, en una formación calcárea cercana al núcleo de Santa Eulalia de la Peña.
DESCRIPCIÓN
    El abrigo de La Raja L cuenta con unas dimensiones que superan los 10 metros de longitud por 3 de profundidad, habiéndose seleccionado la zona central del mismo para la realización de las pinturas. En éste se observan ocho representaciones de las que cinco responden a criterios naturalistas y sólo una a esquemáticos. El grado de realismo se muestra diferenciado según las figuraciones. Así, se representó un ciervo de apenas 6 centímetros de longitud en posición estática, con el cuello erguido y orientado a la derecha con unas patas de tendencia lineal sin apenas tratamiento anatómico y unas astas en perspectiva torcida y ramificación poco ortodoxa. En el mismo espacio del abrigo, aunque no relacionadas entre sí, aparece una pequeña figura de bóvido o de cérvido de buenas proporciones y en actitud dinámica orientada a la izquierda en el que se reconoce un mejor tratamiento en las patas y en la cabeza donde se aprecian dos incipientes cuernos o bien las orejas.
    Junto a estas representaciones animales aparecen el prótomo de un cáprido orientado a la derecha con dos cuernos curvos hacia atrás y paralelos entre sí, y otra figuración de cáprido, alejado de la anterior, pero mejor conservado e igualmente orientado a la derecha. Se trata de una figura de la que se conserva el tercio delantero del animal con el arranque de las patas delanteras extendidas hacia delante denotando la actitud dinámica de la figura, tal vez a la carrera. El cuerpo, bastante grueso, sustenta un cuello corto y masivo en el que se puede reconocer la cabeza de morfología triangular de la que surgen dos largos cuernos ligeramente combados.
    Una de las representaciones más destacables del conjunto es la de una pequeña figura humana situada en la zona izquierda del panel decorado, y que responde a un patrón estilizado. Las piernas aparecen largas y con cierto tratamiento anatómico, destacando las pantorrillas y los pies. Fueron representadas flexionadas, elemento que, junto a la disposición inclinada del cuerpo, sugiera la caída del antropomorfo. El cuerpo adquiere una forma triangular invertida, con un progresivo estrechamiento hacia la cintura, si bien la mayor parte del desarrollo del tronco se resolvió con un fino trazo lineal. Los brazos, parcialmente conservados, se observan uno a cada lado del cuerpo sin que se detecte el transporte de elemento alguno. La cabeza se define por su forma globular, aunque se ha destacado la posibilidad de que lleve algún tipo de tocado.
    A unos 50 metros al oeste del conjunto definido se encuentra el denominado covacho de La Raja E, en el que tan sólo se constata un único trazo vertical anaranjado y de pequeñas dimensiones.





RUTA AL ABRIGO DEL FORAU DEL COCHO

  Manuel Bea Martínez y Paloma Lanau Hernáez (coords.).  Editado por IEA / Diputación Provincial de Huesca, 2021. ITINERARIOS A CONJUNTOS RU...