sábado, 2 de agosto de 2014

LAS PUNTAS LIGERAS DEL PROYECTIL DEL SOLUTRENSE EXTRACANTÁBRICO

CURSO SOLUTRENSE: LAS PUNTAS LIGERAS DEL PROYECTIL DEL SOLUTRENSE EXTRACANTÁBRICO
Francisco Javier Muñoz Ibáñez. Profesor de Prehistoria. UNED.
La punta de aletas y pedúnculo (PAP) es uno de los elementos característicos del Solutrense extracantábrico. Este tipo de proyectiles se analizan a partir de parámetros morfológicos y tipométricos. Se propone un modelo sobre los procesos de fabricación y su repercusión en el registro arqueológico. A partir del análisis de las PAP se establecen las características balísticas de este tipo de utillaje. Su morfología contribuye a plantear la hipótesis de que se hayan utilizado como punta de flecha para arco. Los resultados muestran que las PAP son morfológicamente y métricamente adecuadas para ser lanzadas por un arco. Las réplicas tuvieron un comportamiento balístico perfecto, así que podemos considerar que el origen del arco podría situarse antes de lo pensado tradicionalmente.
El instrumental lítico cinegético del Paleolítico superior, salvo la punta de la Font-Robert y la mayor parte de las puntas solutrenses, se sustenta en proyectiles creados mediante retoques abruptos. Algunos trabajos, tanto experimentales como sobre piezas arqueológicas, realizados sobre puntas de la Font-Robert y puntas de la Gravette demuestran la presencia en este tipo de puntas de algunas fracturas de impacto, que probablemente no pudieron originarse si se hubieran lanzado engastadas en una jabalina con la mano. El desarrollo del propulsor como nuevo sistema de lanzamiento de las jabalinas podría estar en relación con el diseño de estos nuevos proyectiles: punta de la Font-Robert, de la Gravette o la punta de muesca gravetiense. La aparición de las puntas de retoque plano del Solutrense inferior y medio y la ruptura con la tradición técnica gravetiense podría ser explicada por la generalización del uso del propulsor. Sin duda, este tipo de piezas serían idóneas para ser lanzadas en astiles largos mediante esta técnica. Si bien es cierto que los primeros restos conservados de propulsores datan del Solutrense final y la mayor parte se sitúan en el Magdaleniense, generalmente rematados con esculturas naturalistas en bulto redondo, no sería descabellado pensar que estos elementos pudieran haber sido realizados con anterioridad en madera y, por lo tanto, estar ausentes del registro arqueológico. La explosión simbólica y decorativa del instrumental óseo del Magdaleniense podría explicar el cambio de materia prima para realizar estos elementos. Lógicamente, no hay evidencias materiales de su uso antes del final del Solutrense, pero del mismo modo, ¿nos atreveríamos a aseverar que los grupos magdalenienses del mediterráneo peninsular no conocen el propulsor debido a que no ha aparecido ninguno?, ¿o que su uso en la cornisa cantábrica es meramente testimonial debido al escaso número de ejemplares recuperados?
La aparición de puntas solutrenses con diferentes modificaciones para facilitar su enmangue en el Solutrense superior, al menos en el caso de la PAP, estaría relacionada con la aparición del arco como nuevo sistema de propulsión de estos proyectiles. Los arcos más antiguos aparecen desde el final del Magdaleniense en el sur de Escandinavia, Dinamarca, Alemania y Rusia, donde las características singulares del depósito arqueológico han permitido su conservación. En muchos casos se trata de evidencias recuperadas en zonas pantanosas, o en regiones de tundra, donde se han creado las condiciones necesarias para que hayan podido llegar relativamente intactos hasta nuestros días. Sin embargo, la conservación diferencial de los elementos que conforman el registro arqueológico y las circunstancias excepcionales que han permitido la preservación de los primeros ejemplares, no presupone la aparición del arco en este momento. Por un lado, la perfección formal tanto de las palas como de la empuñadura de los arcos mesolíticos hace pensar que no es posible su súbita aparición en el acervo cultural y tecnológico de uno o varios grupos, sino que, más bien, es el resultado de una evolución gestada en momentos anteriores y producto de un largo proceso de experimentación. Por otro lado, la complejidad del sistema de fabricación y el control de todos los factores que inciden en una mayor o menor rentabilidad cinegética del arco, también hace pensar en un proceso evolutivo largo y costoso en donde hay una gradación temporal en los avances técnicos conseguidos. Igual que no es factible pensar en la invención del arco compuesto sin la experiencia previa del arco reforzado, del mismo modo, la aparición del arco simple no hubiera sido posible sin prototipos más rudimentarios, en donde el concepto de la transmisión de la energía no se materializa de forma totalmente correcta. Estos “arcos de fortuna” podrían haber servido para propulsar los proyectiles pedunculados que a partir del Solutrense superior se generalizan en Europa occidental.
Sin embargo, la aparición del arco y la flecha no significa necesariamente la exclusión de otros sistemas de lanzamiento ya existentes para el desarrollo de las actividades cinegéticas concretas. Así, a pesar del conocimiento de la tecnología del arco y la flecha, los aztecas usaron propulsores para pescar y cazar aves acuáticas. Los esquimales también usaron el propulsor para cazar aves y focas desde pequeñas embarcaciones (Stirling 1960). La principal ventaja del arco frente al propulsor radica en la mayor rapidez, facilidad, alcance y precisión del disparo. Además, el lanzamiento de un dardo mediante el propulsor requiere de un conjunto de movimientos coordinados, complejos y violentos que pueden asustar a la presa.
La sustitución de la PAP por la punta de muesca de retoque abrupto estaría relacionada con la búsqueda de una morfología más efectiva para las actividades cinegéticas y un proceso de fabricación más sencillo. La forma ideal de la punta de flecha, para las actividades cinegéticas, es la radial con tres o cuatro aspas, ya que es la que provoca heridas amplias que el astil no puede taponar. Si la punta no alcanza un órgano vital, una herida amplia favorece la pérdida de sangre y, por lo tanto, que el animal se debilite paulatinamente y que el cazador pueda seguir fácilmente su rastro. De hecho, en la arquería cinegética actual para la caza mayor se emplean puntas con esta morfología: tres o cuatro aspas. La PAP (dos aspas) sería reemplazada por varias puntas de muesca en el mismo astil (tres o cuatro aspas). La vuelta a las tradiciones gravetienses de proyectiles de retoque abrupto al final del Solutrense junto con el ascenso de la industria ósea en el Magdaleniense estaría relacionada con la creación de flechas con elementos compuestos (azagayas, hojitas de dorso, microlitos…) capaces de provocar estas heridas amplias imposibles de taponar por el astil.

Cuando la PAP reaparece en el registro arqueológico, en el Neolítico, la única diferencia que observamos con respecto al periodo anterior es el aumento de la potencia de los arcos en unas 10 libras de media. Posiblemente, la velocidad de impacto con estos arcos de mayor potencia sería suficiente para abatir tanto presas como enemigos. A partir del Neolítico las puntas de flecha mantendrán una morfología de dos aspas hasta el inicio de la Edad del Hierro con la aparición de las primeras puntas metálicas de tres alerones.
Figura A.- Puntas de aletas y pedúnculo y propuesta de enmangue en astil de flecha. Figura B.- Puntas de muesca de retoque abrupto y propuesta de enmangue en astiles de flecha.

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