CURSO SOLUTRENSE: LAS PUNTAS LIGERAS DEL PROYECTIL DEL SOLUTRENSE EXTRACANTÁBRICO
Francisco Javier Muñoz Ibáñez. Profesor de Prehistoria. UNED.
Francisco Javier Muñoz Ibáñez. Profesor de Prehistoria. UNED.
La
punta de aletas y pedúnculo (PAP) es uno de los elementos característicos del
Solutrense extracantábrico. Este tipo de proyectiles se analizan a partir de
parámetros morfológicos y tipométricos. Se propone un modelo sobre los procesos
de fabricación y su repercusión en el registro arqueológico. A partir del
análisis de las PAP se establecen las características balísticas de este tipo
de utillaje. Su morfología contribuye a plantear la hipótesis de que se hayan
utilizado como punta de flecha para arco. Los resultados muestran que las PAP
son morfológicamente y métricamente adecuadas para ser lanzadas por un arco.
Las réplicas tuvieron un comportamiento balístico perfecto, así que podemos
considerar que el origen del arco podría situarse antes de lo pensado
tradicionalmente.
El
instrumental lítico cinegético del Paleolítico superior, salvo la punta de la
Font-Robert y la mayor parte de las puntas solutrenses, se sustenta en
proyectiles creados mediante retoques abruptos. Algunos trabajos, tanto
experimentales como sobre piezas arqueológicas, realizados sobre puntas de la
Font-Robert y puntas de la Gravette demuestran la presencia en este tipo de
puntas de algunas fracturas de impacto, que probablemente no pudieron
originarse si se hubieran lanzado engastadas en una jabalina con la mano. El
desarrollo del propulsor como nuevo sistema de lanzamiento de las jabalinas
podría estar en relación con el diseño de estos nuevos proyectiles: punta de la
Font-Robert, de la Gravette o la punta de muesca gravetiense. La aparición de
las puntas de retoque plano del Solutrense inferior y medio y la ruptura con la
tradición técnica gravetiense podría ser explicada por la generalización del
uso del propulsor. Sin duda, este tipo de piezas serían idóneas para ser
lanzadas en astiles largos mediante esta técnica. Si bien es cierto que los
primeros restos conservados de propulsores datan del Solutrense final y la
mayor parte se sitúan en el Magdaleniense, generalmente rematados con
esculturas naturalistas en bulto redondo, no sería descabellado pensar que
estos elementos pudieran haber sido realizados con anterioridad en madera y,
por lo tanto, estar ausentes del registro arqueológico. La explosión simbólica
y decorativa del instrumental óseo del Magdaleniense podría explicar el cambio
de materia prima para realizar estos elementos. Lógicamente, no hay evidencias
materiales de su uso antes del final del Solutrense, pero del mismo modo, ¿nos
atreveríamos a aseverar que los grupos magdalenienses del mediterráneo
peninsular no conocen el propulsor debido a que no ha aparecido ninguno?, ¿o
que su uso en la cornisa cantábrica es meramente testimonial debido al escaso
número de ejemplares recuperados?
La
aparición de puntas solutrenses con diferentes modificaciones para facilitar su
enmangue en el Solutrense superior, al menos en el caso de la PAP, estaría
relacionada con la aparición del arco como nuevo sistema de propulsión de estos
proyectiles. Los arcos más antiguos aparecen desde el final del Magdaleniense
en el sur de Escandinavia, Dinamarca, Alemania y Rusia, donde las
características singulares del depósito arqueológico han permitido su
conservación. En muchos casos se trata de evidencias recuperadas en zonas
pantanosas, o en regiones de tundra, donde se han creado las condiciones
necesarias para que hayan podido llegar relativamente intactos hasta nuestros
días. Sin embargo, la conservación diferencial de los elementos que conforman
el registro arqueológico y las circunstancias excepcionales que han permitido
la preservación de los primeros ejemplares, no presupone la aparición del arco
en este momento. Por un lado, la perfección formal tanto de las palas como de
la empuñadura de los arcos mesolíticos hace pensar que no es posible su súbita
aparición en el acervo cultural y tecnológico de uno o varios grupos, sino que,
más bien, es el resultado de una evolución gestada en momentos anteriores y
producto de un largo proceso de experimentación. Por otro lado, la complejidad
del sistema de fabricación y el control de todos los factores que inciden en
una mayor o menor rentabilidad cinegética del arco, también hace pensar en un
proceso evolutivo largo y costoso en donde hay una gradación temporal en los
avances técnicos conseguidos. Igual que no es factible pensar en la invención
del arco compuesto sin la experiencia previa del arco reforzado, del mismo
modo, la aparición del arco simple no hubiera sido posible sin prototipos más
rudimentarios, en donde el concepto de la transmisión de la energía no se
materializa de forma totalmente correcta. Estos “arcos de fortuna” podrían
haber servido para propulsar los proyectiles pedunculados que a partir del
Solutrense superior se generalizan en Europa occidental.
Sin
embargo, la aparición del arco y la flecha no significa necesariamente la
exclusión de otros sistemas de lanzamiento ya existentes para el desarrollo de
las actividades cinegéticas concretas. Así, a pesar del conocimiento de la
tecnología del arco y la flecha, los aztecas usaron propulsores para pescar y
cazar aves acuáticas. Los esquimales también usaron el propulsor para cazar
aves y focas desde pequeñas embarcaciones (Stirling 1960). La principal ventaja
del arco frente al propulsor radica en la mayor rapidez, facilidad, alcance y
precisión del disparo. Además, el lanzamiento de un dardo mediante el propulsor
requiere de un conjunto de movimientos coordinados, complejos y violentos que
pueden asustar a la presa.
La
sustitución de la PAP por la punta de muesca de retoque abrupto estaría
relacionada con la búsqueda de una morfología más efectiva para las actividades
cinegéticas y un proceso de fabricación más sencillo. La forma ideal de la
punta de flecha, para las actividades cinegéticas, es la radial con tres o
cuatro aspas, ya que es la que provoca heridas amplias que el astil no puede
taponar. Si la punta no alcanza un órgano vital, una herida amplia favorece la
pérdida de sangre y, por lo tanto, que el animal se debilite paulatinamente y
que el cazador pueda seguir fácilmente su rastro. De hecho, en la arquería
cinegética actual para la caza mayor se emplean puntas con esta morfología:
tres o cuatro aspas. La PAP (dos aspas) sería reemplazada por varias puntas de
muesca en el mismo astil (tres o cuatro aspas). La vuelta a las tradiciones
gravetienses de proyectiles de retoque abrupto al final del Solutrense junto
con el ascenso de la industria ósea en el Magdaleniense estaría relacionada con
la creación de flechas con elementos compuestos (azagayas, hojitas de dorso,
microlitos…) capaces de provocar estas heridas amplias imposibles de taponar
por el astil.
Cuando
la PAP reaparece en el registro arqueológico, en el Neolítico, la única
diferencia que observamos con respecto al periodo anterior es el aumento de la
potencia de los arcos en unas 10
libras de media. Posiblemente, la velocidad de impacto
con estos arcos de mayor potencia sería suficiente para abatir tanto presas
como enemigos. A partir del Neolítico las puntas de flecha mantendrán una
morfología de dos aspas hasta el inicio de la Edad del Hierro con la aparición
de las primeras puntas metálicas de tres alerones.
Figura
A.- Puntas de aletas y pedúnculo y propuesta de enmangue en astil de flecha. Figura
B.- Puntas de muesca de retoque abrupto y propuesta de enmangue en astiles de
flecha.
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Genial Paco. Voy a ver dónde puedo encontrar bibliografía, porfavor.
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