ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE TERUEL (220-221), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón
HISTORIA
Las pinturas fueron descubiertas por C. Forcadell a mediados de los años sesenta, y rápidamente fue estudiado por Beltrán, quien
hará público el descubrimiento mediante
breves avances en la revista Caesaraugusta y
en el “Homenaje a Vaufrey” (Beltrán 1967 y
1968), en el Simposio Internacional de Arte
Rupestre celebrado en 1966 en Barcelona. El
abrigo fue publicado con el nombre de La
Fenellosa, si bien el topónimo tradicional del
enclave es el de La Fenellosa.
En el marco del proyecto denominado “Restauración y protección del arte rupestre de
la Comarca del Matarraña”, coordinado
desde la Comarca del Matarraña y financiado por la Dirección General de Bellas Artes y
Bienes Culturales, del Ministerio de Cultura,
a través de 1% cultural, se procedió en
2008 a la excavación arqueológica al pie del
conjunto rupestre y al estudio integral de las manifestaciones conservadas (Bea et alii,
2009). Dentro del proyecto se contempló la
realización de un nuevo y más amplio cerramiento para la estación decorada.
LOCALIZACIÓN
El abrigo se ubica en las cercanías del denominado Parrizal, en un entorno abierto
rodeado de pinares en el que se destaca
una especie de peñón rocoso a la orilla
izquierda del Matarraña. Las pinturas se
realizaron en la cara Norte de la acumulación caliza, justo enfrente de una fuente llamada La Fenellosa, de la que recibe el
nombre el conjunto y que se localiza a unos
4 kilómetros al Sur del núcleo de Beceite.
En el panel se reconocen hasta doce figuraciones de estilo netamente esquemático y
de las que ocho resultan reconocibles. El
color rojo de las representaciones contrasta
abiertamente con la tonalidad amarillenta
de la superficie rocosa lo que, unido al relativamente buen estado de conservación de
las pinturas, permite discriminar la temática
y formación escénica contenida en el abrigo.
Siete son los cuadrúpedos que mirando
hacia la izquierda aparecen representados
con las convenciones típicas del arte esquemático. Un trazo horizontal para la figuración del cuerpo y de la cabeza, cuatro líneas
verticales para indicar las patas, mientras
que dos trazos revelan largas orejas. Este
hecho ha llevado a Beltrán a identificar
estos animales como équidos o asínidos
(Beltrán 1967: 102), si bien no resultaría del
todo descabellado contemplar la posibilidad de que se trataran de bóvidos, teniendo en cuenta algunos paralelos encontrados en Los Estrechos I.
Cinco de los cuadrúpedos aparecen montados por sendas representaciones humanas
esquemáticas, al menos cuatro de ellas
masculinas. Las líneas rectas predominan
nuevamente en la realización de estas figuras de manera que un largo trazo vertical
sirve de cuerpo, cuello y sexo, dos líneas
oblicuas, una a cada lado del trazo vertical,
hacen las veces de piernas abiertas, mientras que una horizontal en el tercio superior
del cuerpo representa los brazos abiertos.
Un simple trazo más o menos globular y sin
detalles configura la cabeza.
En el grupo compuesto por cuadrúpedo y
humano localizado más a la derecha del
conjunto pictórico se aprecian una serie de
elementos que lo individualizan con respecto a los otros. Así, la cabeza aparece realizada con un perfil irregular, en el extremo
de los brazos se plasmaron sendos abultamientos en los que se han querido ver
incluso los dedos, las piernas ya no aparecen abiertas, sino que se representaron las
caderas. Asimismo, bajo los brazos y a lo
largo del cuerpo aparecen una serie de formas de tendencia circular, un óvalo y una
línea horizontal con extremos verticales
más cortos.
Tras los trabajos de limpieza y restauración realizados por E. Guillamet y L.
Ballester, se pudo recuperar un motivo
compuesto por un cuadrúpedo y un
antropomorfo que aparece cabalgando
sobre el primero, perdidos bajo una escorrentía desde que Beltrán realizara el primer estudio del conjunto.
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