viernes, 20 de junio de 2025

EL ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO AL AIRE LIBRE SOBRE SOPORTES NO CONVENCIONALES

CENTRO DE LA UNED DE BARBASTRO. CURSOS DE VERANO 2025*. "EXPERIMENTAR PARA COMPRENDER. DE ARMAS, MUJERES Y HOMBRES: CAZA Y CONFLICTO EN LA PREHISTORIA"*

Resumen sesiones
Ponente: Sergio Ripoll López.
Catedrático de Prehistoria. UNED. 

*Con la colaboración del Parque Cultural del Río Vero. 

Desde el siglo XIX, los prehistoriadores del arte paleolítico han centrado fundamentalmente sus investigaciones en entornos cerrados como cuevas y abrigos. Para sorpresa de muchos especialistas, y sólo desde hace tres décadas aproximadamente, ha comenzado a ponerse en valor el arte rupestre paleolítico al aire libre.
Los primeros estudios se centraron en las cuencas de los ríos Duero, Tajo y Guadiana pero, conforme han aumentado los estudios, han ido apareciendo muestras de este arte al aire libre en diversos puntos de nuestra geografía peninsular, muchos de ellos, curiosamente, a gran altitud sobre el nivel del mar.
La mayoría de los conjuntos que hemos identificado hasta ahora se sitúan en zonas aisladas, lejos de grandes núcleos urbanos. 
La existencia de este rico patrimonio permitirá fijar a la población joven en su entrono creando centros de interpretación y visitas guiadas a los diversos enclaves.
Al tratarse de zonas bastante remotas, estos conjuntos de arte rupestre paleolítico al aire libre sobre diferentes soportes pétreos se ven inmersos en entornos naturales de gran riqueza paisajística y faunística.

Evidentemente no tendrá un impacto inmediato en los núcleos rurales, pero una correcta difusión en medios de comunicación y en instituciones locales y provinciales, provocarán un interés por conocer este nuevo patrimonio legado por nuestros ancestros, siendo la primera y más antigua expresión del pensamiento humano que ha llegado hasta nosotros en forma de imágenes y signos. 
Estamos hablando no solamente de un lenguaje o un metalenguaje de imágenes que lo reflejan, si no también, de un importante conjunto de datos que comienzan a ser de una importancia fundamental en nuestra historia y probablemente para nuestra especie.
La puesta en valor de estos nuevos hallazgos, sin duda, contribuirá al desarrollo económico y social de las comarcas donde se localizan estos yacimientos, siendo un polo de atracción para el turismo sostenible y un elemento dinamizador para la denominada "España vaciada”. 
Asimismo, la divulgación entre la población local de su patrimonio histórico, sin duda, contribuirá a que los habitantes de estos territorios se conviertan en los primeros defensores de su conservación y se sitúen en la primera línea de defensa para su protección.

¿Por qué ahora? ¿y por qué nadie lo ha visto hasta ahora?
Hace141 años Marcelino Sanz de Sautuola descubrió la Cueva de Altamira. La comunidad científica de la época denostó ese singular hallazgo y el insigne investigador montañés falleció sin ver reconocida su autenticidad. 
Hasta hace unos 35 años se conocían algunos lugres al aire libre con representaciones denominadas de “Estilo Paleolítico“ que se incorporaban a la síntesis de forma marginal o en forma de notas a pie de página. Pero desde comienzos de los años 90 del siglo pasado han ido apareciendo numerosos conjuntos de arte paleolítico al aire libre fundamentalmente sobre soportes de esquisto. Hoy en día nadie niega su existencia e importancia.

Desde hace un par de años, por casualidad, gracias a una combinación de la luz solar apropiada y la experiencia acumulada en el estudio  de grabados paleolíticos de trazo fino, identificamos una serie de figuras incisas al aire libre, sobre granito. Hasta ese momento los investigadores habíamos buscado en los soportes graníticos, figuras pintadas o grabadas encuadrables en el arte esquemático del Neolítico y de la Edad de los Metales.
La existencia de inmensos conjuntos de arte rupestre paleolítico repartidos por amplias zonas geográficas, venía a desmontar el paradigma al uso sobre el arte rupestre. Siempre se había pensado que las figuras paleolíticas se ubicaban en entornos cerrados (cuevas) donde las prácticas mistéricas realzaban el poder de las imágenes.
Sin embargo hoy creemos que este hito se ha transformado totalmente. Lo habitual era el arte al aire libre y lo raro era el arte en cuevas. Hemos pasado en la oscuridad de las cavernas a los entornos soleados.
Necesitábamos encontrar un patrón de identificación que nos permitiera localizar más evidencias en otras zonas partiendo del núcleo original de la Sierra Oeste de Madrid.
Hoy en día ese patrón nos ha llevado a zonas hasta ahora impensables como puede ser la alta montaña, la meseta o el litoral mediterráneo.

¿Por qué hay tanto?
Para intentar realizar un encuadre cronológico, en nuestros estudios utilizamos una serie de convenciones estilísticas que nos permiten fechas con más o menos precisión los diferentes conjuntos. Hasta ahora podemos afirmar con más o menos precisión que la mayoría se sitúan entre un Solutrense Superior y un Magdaleniense Medio. Es decir unos 6.000 años de duración. Y entre unos 22.000 y 16.000 años antes del presente.
Este gran lapso temporal se puede traducir en 18.000 generaciones de antepasados siguiendo unas rutas preestablecidas y plasmando  una y otra vez aquellos animales que les llamaban la atención o que habían cazado, volviendo a grabar una y otra vez sobre las mismas superficies. 
La erosión natural sobre estos soportes pétreos nos permite identificar el fondo de los surcos grabados, frente a los entornos cerrados donde las incisiones se conservan perfectamente y por tanto son más profundas.

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