Sergio Ripoll López. UNED.
"El profesor S. Ripoll fue el director de este curso de verano, y el valedor de muchos otros desarrollados en el Centro de la UNED de Barbastro. Además de esta parte de su ponencia, unimos otro trabajo que nos entregó en la documentación del curso".
La fotografía de patrimonio, como se explicita en el texto
del programa de este curso, es un compendio de fotografías. En realidad
la fotografía del arte rupestre no difiere mucho de las otras técnicas que
hemos planteado para este curso de verano. Unas y otras comparten recursos y
metodologías que son de común aplicación. En estas sesiones preveraniegas,
eminentemente prácticas, queremos que sea el propi@ alumn@ el que experimente
con su cámara, que haga fotografías y posteriormente, entre todos, analizarlas
para ver cuales son los puntos buenos……y cuales son los mejorables.
Hoy en día las
cámaras digitales han abierto un campo inusitado de posibilidades. Desde
repetir infinitamente una toma, hasta hacer un virado en sepia en el mismo
momento y sobre todo la posibilidad de visualizarlas inmediatamente.
Con una cámara
convencional, se tenía mucho más cuidado en el momento de hacer una toma
fotográfica, se reflexionaba un poco más, e incluso se hacían bocetos de cómo
debía de ser, ya que muchas veces el montaje exigido no permitía repetir la
foto de forma tan fácil y versátil como lo hacen las cámaras digitales. Otras
se utilizaban películas especiales como el infrarrojo o el ultravioleta y su
procesado y revelado eran tan costoso que antes de hacer una toma, uno se lo
pensaba dos veces.
En concreto
para la fotografía del arte rupestre, me remito al texto que se incluyó en la
carpeta de resúmenes del año pasado y que reproducimos a continuación,
reservando estas líneas como una introducción general al tema propuesto.
Tenemos que diferenciar entre: fotografía artística o
fotografía de trabajo.
Una fotografía
artística, busca la espectacularidad de la toma, la efectividad de la misma, la
utilización de filtros distorsionadotes etc. Frente a la fotografía de trabajo
que tiene un propósito totalmente distinto y que generalmente debería incluir
una escala fotográfica que ocupa una parte importante del fotograma para
proporcionar información. En este caso, la visión general del motivo u objeto a
documentar se reduce a cambio de una documentación como puede ser el tamaño,
orientación, buzamiento etc. En algunas excavaciones incluso de pone en todas
las tomas una cartela o pizarra con toda la información relativa a la campaña,
el nivel, la fecha, etc…
Esta misma
información se puede obtener en una foto artística, pero ello implica llevar un
cuaderno de campo en el que consignar todos los detalles de la toma como son el
objetivo utilizado, la distancia focal, la orientación de la cámara, etc.
La información
que nos proporciona la escala fotográfica tiene que ser completa y por lo tanto
que nos permita restituir todos los datos necesarios. En algunas excavaciones,
muchas veces se utilizan jalones bicolores ya que normalmente vienen en
secciones de 1 metro y son muy útiles para grandes espacios. Sin embargo su
utilización muchas veces es errónea. El planteamiento inicial es bueno, pero su
aplicación ulterior es malo.
La escala, ya sea un jalón, de papel, una regla o cuatro
cuadros blancos y negros, SIEMPRE tiene que estar paralela a algún eje de la
cámara, sino no sirve para nada.
No es
recomendable utilizar monedas o la tapa de el objetivo, no porque esto no sea
un elemento de medida, sino por su aspecto antiestético.
Algunas veces,
generalmente en excavaciones de gran envergadura vemos jalones dispuestos
perpendicularmente a la toma, hecho que nos permite saber que aquella
habitación de una casa romana tiene más de tres metros de longitud, pero su
aplicación real es nula ya que no podríamos restituir todas y cada una de las
piedras de los distintos muros a su tamaño o a escala, ya que las medidas
siempre estarían distorsionadas.
La cámara siempre tiene que estar paralela al plano que se
documenta, tanto en posición fronto-trasera como bilateral.
Si se trata de
documentar una representación paleolítica en la pared de una cueva o al aire
libre, sucede a veces que se encuentran a bastante altura con respecto al suelo
actual. Si hacemos una toma, situando la cámara a la altura de nuestros ojos y picamos la cámara hacia arriba, podemos
obtener una imagen muy espectacular, pero cuando la utilizamos para restituirla
en dibujo, resulta que aquel caballo estilizado y paticorto, se ha convertido en una yegua preñada y con unas
extremidades larguisimas.
En algunos
casos, el propio artista distorsionó intencionalmente la imagen pensando que su
observación iba a hacerse desde un plano distinto al de ejecución y con una
gran maestría acortaba o alargaba los distintos elementos iconográficos para
conseguir un volumen real.
Esta técnica
llamada trampantojo conlleva no sólo una gran habilidad para representar la
figura, sino también una gran maestría metodológica.
El trípode es un elemento importante en la fotografía de
patrimonio en general y en el arte rupestre en particular. Tiene que estar
perfectamente afianzado.
En una cueva,
cuando intentamos documentar una pintura rupestre, podemos utilizar el flash
frontal de la propia cámara y de esta forma evitar el tener que utilizar el
trípode. Pero si situamos la cámara bien afianzada y ponemos una fuente de
iluminación ligeramente lateral, obtendremos un mayor volumen de la superficie
rocosa, frente a un documento totalmente plano.
Cuando se
trata de grabados, más o menos profundos, el empleo del trípode es
imprescindible ya que tendremos que hacer una exposición bastante larga con una
iluminación oblicua para conseguir obtener el relieve de los surcos.
Algunas veces
aquellas figuras, se encuentran en las bocas de las cuevas o en abrigos poco
profundos y comprobamos que no es necesaria la utilización de fuentes de
iluminación artificiales y que con la luz natural, por muy escasa que sea, es
preferible para ver, y documentar, las representaciones tal como las hicieron
nuestros remotos antepasados.
Es entonces
cuando se hace imprescindible el trípode, ya que generalmente tendremos que
hacer exposiciones largas con el obturador cerrado para lograr una mayor
profundidad de campo y conseguir que todos los planos queden enfocados.
Si utilizamos
el trípode sobre un andamio o una estructura artificial hay que tener la
precaución de no moverse ya que el movimiento, por muy ligero que sea, se
multiplica por la superficie de la estructura y se traslada al trípode
provocando una toma movida.
No retirar la cámara hasta comprobar que la foto obtenida es
la ideal.
Esta
circunstancia solamente es posible cuando tenemos un ordenador en el que
descargar las imágenes. También se puede hacer en el visor de la cámara, pero
el reducido tamaño de los lcd convencionales muchas veces no permite apreciar
todos los detalles. El tema es importante ya que algunas veces la preparación
de la toma puede ser muy laboriosa y si nos precipitamos en retirar la cámara y
el trípode, nos veríamos obligados a volver a empezar.
Evidentemente
hay otros muchos puntos y detalles que se explicaran a lo largo de las
distintas clases que se impartan en el curso.
Barbastro, septiembre 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario