CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (151-153), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón
HISTORIA
En el contexto de las prospecciones sistemáticas iniciadas por el Museo Provincial de Huesca desde 1978, con el objeto de localizar y documentar abrigos con arte rupestre, es donde se debe enmarcar el descubrimiento del conjunto rupestre de la Cueva Palomera. Será en 1982 cuando se publiquen los resultados del estudio realizado sobre las pinturas de la estación referida (Baldellou, Painaud y Calvo 1982), si bien serán recogidas en trabajos posteriores (Baldellou, Painaud y Calvo 1983) y en otros de índole general.
LOCALIZACIÓN
La denominación de “cueva” aparece justificada en este caso. Se trata de una gran oquedad abierta en el barranco de la Fuente, cercana de la villa de Alquézar, que alcanza los 45 metros de longitud, 17 metros de altura y 28 de profundidad máxima.
El trayecto hasta la cueva resulta relativamente fácil, ya que basta con seguir el cauce del río, si bien el acceso aparece más complicado por la escarpadura que hay que salvar para llegar a la cavidad, a la que se llega por un estrecho paso colgado directamente sobre el cauce del río.
DESCRIPCIÓN
Las representaciones contenidas en la estación se distribuyen en tres sectores bien diferenciados desde el punto de vista temático y cromático, aunque no estilístico. En el primer sector aparecen una serie de puntuaciones o cortas digitaciones de color negro que en un caso se ordenan en cuatro alineaciones verticales y paralelas entre sí con un número de puntos que varía entre 10 y 12. A escasos centímetros de esta formación, y también realizadas en negro, se reconocen tres cuadrúpedos esquemáticos y otros dos posibles, que
responden a los patrones más esquemáticos, pudiéndose definir como pectiniformes. Un mera línea horizontal hace de cuerpo mientras que cuatro verticales más cortas representan las patas. Tan sólo en un caso se adivina un corto trazo vertical en el extremo izquierdo de la figura, configurando una oreja.
En el sector 2 las representaciones se confeccionaron en color rojo oscuro, aunque mantienen criterios esquemáticos o semiesquemáticos de aspecto bastante tosco. En esta zona aparecen, junto a restos y manchas informes, dos claros cuadrúpedos y otros dos dudosos, con la particularidad de que uno de ellos se representaría con las patas hacia arriba, como muerto, interpretación que vendría avalada por un trazo lineal clavado en el dorso del animal y que podría tratarse de una especie de flecha o venablo.
En cuanto a las representaciones humanas se aprecia una diferenciación estilística. Una se plasmó mediante un mero trazo vertical para el cuerpo, otro horizontal para los brazos y uno oblicuo para una pierna; en el otro caso la cabeza adquiere cierto volumen, quizás con un tocado, brazos arqueados y hacia abajo, mientras que el cuerpo fue tratado muy sencillamente engrosando la zona inferior a modo de dos piernas muy cortas y gruesas o como una posible falda.
En el último de los sectores tan sólo se reconoce un trazo vertical o digitación que se desarrolla en paralelo a una colada calcítica de la roca.
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