viernes, 21 de febrero de 2020

INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA SUBACUÁTICA EN LAS CUEVAS DE MALLORCA

Por Manuel J. Fumás Soldevilla, licenciado en historia por la UNED, doctorando en Historia y Arqueología Marítima por la universidad de Cadiz y vicepresidente de la Sociedad Nacional de Arqueología Subacuática.
   Los navíos antiguos que unían la ruta marítima entre la península Itálica con la Ibérica solían fondear, desde antes del siglo II a.C., en la bahía de Alcudia (Mallorca) para abastecerse de agua. Allí, a un centenar de metros del mar, se abre una oquedad, llamada Fuente de Ses Aiguades, en la que introducían ánforas mediante un sistema de poleas y cuerdas para llenarlas agua, pero muchas no se recuperaban, ¿por qué? un misterio que intentan descubrir  los responsables del Proyecto IASCM (Investigación Arqueológica Subacuática en las Cuevas de Mallorca), que se preguntan si es que se les rompía el sistema de alzamiento o las arrojaban directamente como ofrendas a este pozo hallado en 1998 por un grupo de espeleobuceadores del Grupo Norte de Mallorca y la Sociedad Espeleológica Balear (GNM y SEB). 


   Hasta ahora, la datación de las vasijas se había realizado mediante comparaciones con otras semejantes, siendo mayoritariamente de producción romana tarraconense. Pero en agosto pasado se llevaron a cabos nuevas inmersiones realizando novedosas técnicas de prospección como los sistemas de radiolocalización, sistemas de geolocalización de mapeo por hilo guía, fotogrametría 3D y sondeos estratigráficos. 

   
   Estas técnicas utilizadas junto a los futuros estudios microscópicos (polen, sedimento, cerámica y huesos de animales extinguidos), les permitirá conocer de un modo global este yacimiento único en el mundo. “Los resultados del laboratorio nos permitirán, además de conocer mucho mejor la cavidad, la datación exacta de las ánforas y responder a las preguntas hasta ahora sin respuesta”, explica Fumás.

   
   El acceso a la Fuente de Seis Aiguades se realiza a través de una galería vertical de unos 6 m de altura con una sección aproximada de unos 0,90 x 0,60 m. que conduce directamente a una  sala donde se ubica el yacimiento arqueológico, de unas dimensiones aproximadas de 16 x 14 m, y con una profundidad de hasta -14 m. Es la entrada a una cueva de agua dulce, con alto grado de cloruros, que llega a tener un desarrollo total de 180 m, de los cuales la mayor parte son subacuáticos, sin embargo, son abundantes las cámaras de aire repartidas  por toda la gruta. De sus techos cuelgan estalactitas. 


   Fue descubierta por el equipo científico de Xisco Gràcia hace casi 20 años, que halló en su fondo gran cantidad de material arqueológico, recuperando 189 ánforas y recipientes correspondientes tanto a época romana republicana, como a islámica o a los siglos  XVIII y XIX. En su interior también se hallaron restos óseos de animales, como el Myotragus, una especie caprina desaparecida que habitaba la isla hace 5.000 años.

   
   El estudio, cuyos resultados se comenzarán a conocer este año, determinará si la cueva fue utilizada como refugio, santuario medicinal ( a causa de las propiedades del cloro de sus aguas) o fue solo un punto de abastecimiento de agua. “El misterio estriba en por qué hay tanta concentración de ánforas. No es normal. Se pudo caer alguna, al romperse la polea, pero no casi 200. Algunos investigadores como Enric Colom, del Institut Català d'Arqueologia Clàssica, quién está analizando el material anfórico de la cavidad, opina que pueda tratarse de alguna especie de santuario relacionado con la navegación y las divinidades acuáticas, siendo estas ánforas, ofrendas a alguna divinidad protectora. 


   Muchas de las ánforas ya extraídas presentan estampillas con letras de sus centros productores, los denominados Titulus pictus que es un tipo de inscripción usada en la antigüedad. Se trata de un epígrafe de carácter comercial (que especifica por ejemplo origen, destinatario, contenido, etc.) llevado a cabo sobre algún objeto (frecuentemente ánforas). Pero también se han hallado jarras de época islámica, así como cangilones y recipientes de producción local y de época moderna de entre los siglos XVIII y XIX. Los historiadores del equipo han encontrado documentos fechados en 1738 que hacen también referencia a esta fuente "como lugar de importancia militar”.

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