domingo, 21 de mayo de 2017

EL POSTPALEOLÍTICO AL MICROSCOPIO

CENTRO DE LA UNED DE BARBASTRO. 
CURSOS DE VERANO 2017. DEL 26 AL 30 DE JUNIO. 
EXPERIMENTAR PARA COMPRENDER: LA PREHISTORIA RECIENTE
Resumen sesiones
Ponente: Ignacio Martín Lerma. Profesor de prehistoria. Universidad de Murcia
LOS PERIODOS POSTPALEOLÍTICOS AL MICROSCOPIO: NUEVOS RETOS PARA LA TRACEOLOGÍA 
La interpretación de todo yacimiento arqueológico requiere un enfoque multidisciplinar, por lo cual, la presencia de la figura del traceólogo es cada vez más relevante, ya que será el encargado de investigar la funcionalidad de los útiles, es decir, el uso que se les dio en el pasado.

Ignacio Martín Lerma realizando un estudio traceológico a través del microscopio

   La Traceología, a través de las huellas de uso que observamos a través de un microscopio, nos aporta un diagnóstico de uso de la pieza: las zonas activas del útil, el tipo de acción (cortar, raspar, perforar, etc.), la materia trabajada (hueso, asta, piel, etc.) e, incluso, en ciertas ocasiones, el tiempo estimado que duró la actividad. Pero estos estudios funcionales no sólo se centran en aspectos propios del útil, sino que integran el diagnóstico anterior en una visión con mayor complejidad: la posición del objeto dentro de una cadena operativa y, por lo tanto, la funcionalidad del lugar donde se encontró.


Huellas de uso producidas por el corte de cereal (Foto: I. Martín Lerma)

Todo estudio traceológico requiere un protocolo bien establecido donde la Arqueología Experimental posee un papel fundamental, ya que se replican las piezas encontradas y se utilizan con un modus operandi propio de la época que está siendo objeto de estudio. De esta manera, se puede llegar a comprender el comportamiento de los útiles frente al uso y, lo más importante, se puede generar una colección de huellas de referencia para su contrastación. En esta fase es preciso el control de los elementos que intervienen en la experimentación: las variables independientes (materia prima, materia trabajada, gesto y tiempo) y las huellas que se generan (variables dependientes). Una vez superada esta fase, se realizaría la aplicación de estos conocimientos al material arqueológico. Ésta es la única manera de afirmar o desechar teorías sobre la funcionalidad de la cultura material perteneciente a las sociedades humanas del pasado.


Bordes de una lámina de sílex con pulimento denominado "lustre de cereal"     (Foto: I. Martín Lerma)

Estos trabajos han tratado cuestiones muy diversas con el fin de obtener una mejor comprensión de los asentamientos prehistóricos y resolver problemas específicos de determinadas etapas. En este curso, me centraré en los trabajos que han abordado el estudio de los periodos prehistóricos “postpaleolíticos”. Abordaremos, por tanto, cuestiones como las relaciones entre la morfología de los instrumentos y su función, ya que tradicionalmente, el uso de los objetos se ha obtenido, de manera incorrecta, atendiendo a la forma que el objeto tiene. Otro aspecto que trataremos es la compresión global de la vida del útil, desde que se selecciona la materia prima         -piedra, hueso, metal-  para confeccionarlo hasta que el utensilio se abandona. Igualmente, el lugar donde se encuentra también aporta información sobre la delimitación de áreas de actividad, con talleres específicos, definiéndose de esta manera la funcionalidad del yacimiento en cuestión.


Estigmas microscópicos que nos indican una actividad de siega (Foto: I. Martín Lerma)

La búsqueda de información relativa a aspectos sociales, económicos e ideológicos se ha derivado, sobre todo, del análisis de los contextos funerarios de este período. Los elementos que acompañan al difunto, los ajuares, nos ofrecen gran cantidad de datos tales como saber si han sido confeccionados de manera ex profesa por la muerte del individuo y por lo cual no tienen uso previo o, al contrario, identificar los usos para poder asociarlos a aspectos como el estatus social, el sexo o edad de los individuos.
No se puede obviar que, para el análisis de los diferentes procesos de trabajo, la Etnoarqueología nos aporta una documentación de primer orden. La unión de la experimentación, anteriormente citada, y la documentación etnográfica ha permitido ahondar en tareas poco conocidas hasta el momento, como pueden ser las prácticas de cultivo que se llevaron a cabo a partir del Neolítico. Por esta razón trataremos, también, cuestiones referentes a los pueblos primitivos actuales, tribus contemporáneas a nosotros, pero con unos modos de vida muy similares a los de las sociedades prehistóricas.
Como se extrae de estas líneas, la Traceología se ha convertido en un método cada vez más necesario en la investigación multidisciplinar sobre nuestro pasado. De ahí, la necesidad de dar a conocer y divulgar esta interesante disciplina que arroja luz sobre nuestros orígenes.

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