CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (112-113), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón
HISTORIA
Estación rupestre todavía inédita y en la que se localiza un panel con antropomorfos y signos esquemáticos.
La existencia de este abrigo, se documentó en la primera década del 2000, por M. J. Calvo, quien iniciaría los trabajos de estudio y calco junto a V. Baldellou pendientes de una próxima publicación.
LOCALIZACIÓN
El abrigo se encuentra en las inmediaciones de las estaciones decoradas de Santa Ana I y II, junto a las que forma, sin duda, una unidad artística en cuanto a contenido, estilo y ubicación geográfica. El abrigo de Monderes, ubicado frente al de Santa Ana II, se localiza en las cercanías del embalse que da nombre a los dos conjuntos antes mencionados. El acceso a las pinturas de Monderes resulta hasta cierto punto complicado pues, aunque visible desde la presa del canal de Piñana por sus grandes dimensiones, no existe una senda marcada hasta el mismo. Las pinturas aparecen en diferentes sectores de un abrigo de grandes dimensiones y una relativamente profunda visera.
Merece la pena destacar que los conjuntos de Santa Ana II y Monderes se localizan justo en un estrechamiento bastante marcado del barranco, ubicándose un abrigo a cada lado, lo que les confiere un valor geoestratégico de primer orden, elemento que se subraya por el hecho de que también desde Monderes se tiene contacto visual directo con el abrigo de Santa Ana I.
DESCRIPCIÓN
Las pinturas se distribuyen a lo largo de todo el abrigo, formando agrupaciones en algún caso sin que sea posible establecer una relación directa entre las mismas. La mayoría de éstas responden a criterios estilísticos esquemáticos documentándose la presencia de digitaciones o dedadas en rojo y en negro, diversos elementos de tendencia circular con pequeños trazos que parten del contorno hacia el interior y, sobre todo, antropomorfos esquemáticos. Figuraciones de pequeñas dimensiones y coloración rojiza que responden a la tipología de antropomorfos en phi con un trazo central para la representación del cuerpo y de la cabeza y dos trazos curvos para los brazos que aparecen en forma de “asa”, el mismo convencionalismo empleado para la plasmación de las piernas.
En un caso aparece la yuxtaposición vertical de varias de estas figuras mediante un única trazo vertical de grandes dimensiones a cuyo recorrido se han ido añadiendo, a intervalos concretos, pequeños trazos curvos u óvalos que simularían los brazos y las piernas de seres antropomorfos. Esta figuración de carácter longitudinal se realizó a escasos centímetros de una fisura natural de la roca, siguiendo el desarrollo de la misma, por lo que tal vez el accidente natural pudiera estar en relación con la figuración. Esta misma temática aparece figurada en el vecino abrigo de Santa Ana II, por lo que a la relación de las estaciones por proximidad geográfica habría que subrayar la que tienen por cuestiones estilísticas, temáticas y técnicas. Ambos abrigos tendrían un significado conjunto que tal vez tuviera que ver con el estrechamiento del barranco en el punto donde se localizan.
En una zona de la pared afectado por diversas acciones vandálicas, se observa una representación humana de aire esquemático aunque de convenciones que hacen imposible su relación con las anteriormente descritas. Se trata de una figura realizada en color negro y compuesta por un trazo vertical que conformaría el cuerpo del individuo, otro horizontal en el extremo superior del primero para la plasmación de los brazos en cruz, y dos trazos algo más finos y cortos que podrían identificarse con las piernas ligeramente abiertas. El sujeto se muestra carente de cabeza y detalles anatómicos.
Diversas manchas de color rojo, algunas de grandes dimensiones, aparecen en las paredes del abrigo, sin que sea posible identificar ningún elemento reconocible.
Al margen de las figuraciones esencialmente esquemáticas que se han descrito, existe en el abrigo unos restos pictóricos cuya observación directa permite desmarcarlos de las anteriores representaciones al menos en cuanto a la técnica empleada. Se trata de seis trazos longilíneos inclinados de color rojo oscuro, bastante finos y de trazo seguro que recuerdan a las agrupaciones de flechas observadas para el arte levantino. Junto a éstos se observan restos de pintura de la misma tonalidad aunque resultan totalmente inidentificables por su mala conservación.
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