sábado, 11 de enero de 2020

CUEVA DE REGACÉNS. ASQUE-COLUNGO (PARQUE CULTURAL RÍO VERO)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (129-131), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA 
   El conjunto rupestre de Regacéns fue descubierto por J.M. Cabrero, párroco de Alquézar, en 1979, quien informaría sobre su existencia al Museo Provincial de Huesca, siendo V. Baldellou el que confirmaría la autenticidad de las pinturas. La estación sería objeto y sujeto de los trabajos de estudio y calco dirigidos por el propio V. Baldellou, publicándose monográficamente en 1993 (Baldellou et alii 1993b).

LOCALIZACIÓN
   La cueva de Regacéns se localiza en el barranco del Castillo, a la orilla izquierda del río Vero, no muy lejos de la villa de Alquézar en dirección Este, población que resulta visible desde la propia cueva. El acceso a la estación decorada parte desde el pueblo de Asque, donde se toma una senda que se deberá recorrer a pie durante 30 minutos
hasta la cueva.
   Se trata de una cavidad con una boca de grandes dimensiones y morfología circular que alcanza 16 metros de anchura, aunque de escasa profundidad, apenas 10 metros. Como ocurre en otros casos, la cueva fue acondicionada para su uso como corral para el ganado, cerrándose con una construcción en piedra seca.
   Las pinturas levantinas se localizan en la superficie central de la cueva, distribuyéndose las de conceptos más esquemáticos desde la zona medial hacia la derecha.
DESCRIPCIÓN
   El primer sector de los tres en que se distribuyen las manifestaciones pictóricas, contiene mayoritariamente figuras naturalistas, todas ellas de color rojo carmín, algo desvaído en determinadas zonas. Éstas estarían formadas por un grupo de tres cápridos, y al menos otros tres más dudosos por el estado de conservación en que se encuentran. Los animales identificados que conforman la parte central de la representación participan en una misma escena en la que aparecen orientados a la izquierda, con una posición ligeramente inclinada y descendente. El dinamismo de los animales figurado por la disposición de las patas en actitud de correr se subraya con la composición oblicua de los mismos. En dos de las tres mejores figuras aparece plasmada la cornamenta, compuesta por dos grandes trazos curvos hacia atrás en perspectiva semitorcida. Merece destacarse que los cápridos coronados por la cornamenta tienen asociado una especie de trazo lineal y fino que se interpreta como un posible venablo clavado. Quedaría, por tanto, justificada la actitud dinámica, en clara huída, de los animales que formarían parte de una escena de caza en la que no se representaron, o no se han conservado, los cazadores.
   A la derecha de estas representaciones, la temática decorativa cambia con respecto a lo anterior. Ahora, son las figuras esquemáticas las que centran la composición. Aparecen signos confeccionados a partir de trazos lineales rectilíneos y curvilíneos junto a manchas y restos sin morfología definida. Casi sin solución de continuidad aparece el sector 2, a la derecha del primero, aunque se encuentran físicamente diferenciados por medio de un saliente rocoso. El empleo de accidentes naturales resulta recurrente en este sector, ya que las dos zonas que lo componen se encuentran separadas mediante una colada estalagmítica.
   En la zona A sólo se adivinan dos restos pictóricos, uno de ellos clasificable como uncuadrúpedo esquemático de color negro en el que, saliéndose de los rasgos que definen
este estilo, la cabeza parece adoptar una morfología algo más elaborada, con la plasmación de, al menos, una larga oreja e incluso el hocico, mientras que un corto trazo curvo y caído hace las veces de cola. Estos rasgos permiten aventurar su definición como un posible équido.

   En la segunda zona destaca la representación de un cérvido orientado a la izquierda y de estilo subnaturalista tosco con unas grandes astas con ramificaciones que surgen en direcciones opuestas y hacia el exterior desde cada uno de los ejes verticales. Lo más destacable es el repintado que
evidencia esta figura en la que es posible observar diferencias cromáticas y estilísticas. Así, el color rojo claro aparece por debajo de una tonalidad más oscura del mismo color, mientras que el repintado se realizó con un estilo mucho más tosco que el de la figura original.

  Este conjunto se completa con la representación esquemática de un antropomorfo, una agrupación de digitaciones y otros restos inidentificables. 
   El último de los sectores del friso decorado contiene manifestaciones de carácter esquemático, si bien su temática la individualiza del resto. En este sector, también subdividido en dos grupos o zonas, destacan unas curiosas representaciones antropomorfas de color rojizo con distintas tonalidades.
   Se trata de figuras humanas muy estilizadas, compuestas por un trazo vertical lineal que da forma a un largo y fino cuerpo de cuya zona inferior surgen otros dos trazos lineales para representar las piernas; la cabeza se destaca como un engrosamiento en el extremo superior del cuerpo. La identificación de los brazos resulta problemática ya que el tercio superior de la figura y a ambos lados de ésta aparecen una serie de delgadas líneas verticales y paralelas que podrían ser cintas o algún tipo de adorno afín que colgarían de los brazos representados en cruz, al menos el derecho con el que parece sujetar un objeto de tendencia lineal ligeramente más grueso en su extremo superior del que surgen dos pequeños trazos horizontales. 
   A la derecha de este antropomorfo se ha definido otro igualmente estilizado pero con diferencias notables. Así, el cuerpo adquiere una tendencia triangular, surgiendo de los hombros dos largos brazos que caen paralelos al cuerpo hasta fundirse con el tronco, al menos el izquierdo. Dos elementos circulares aparecen figurados uno a cada lado de la cabeza. 
   El conjunto se completa con una figura humana tipo “golondrina” y diversos trazos, barras o digitaciones en tonalidades rojizas.




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