sábado, 18 de enero de 2020

ABRIGOS DE MURIECHO. COLUNGO (PARQUE CULTURAL DEL RÍO VERO)

ARTE RUPESTRE EN ARAGÓN (1998-2018)*
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS DE HUESCA (133-135), por Manuel Bea Martínez (Coordinador)
*Editado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón

HISTORIA
   El abrigo de Muriecho L fue descubierto en 1981 en el curso de unas prospecciones arqueológicas llevadas a cabo por el equipo del Museo Provincial de Huesca. Breves notas sobre el espectacular contenido de la estación rupestre serán publicadas por V. Baldellou (1982, 1991), hasta que vio la luz la monografía de las pinturas en 2000, tras un exhaustivo y minucioso trabajo de fotografiado y calcado de las figuras (Baldellou et alii 2000), presentando además dos nuevos abrigos con representaciones esquemáticas localizados en la misma partida.
LOCALIZACIÓN 
   Los abrigos de Muriecho se localizan en la margen derecha del denominado barranco de Fornocal, tributario del Vero por su orilla izquierda. El acceso al abrigo no resulta complicado, si bien hay que realizar una parte del camino a pie. Tomando una pista forestal de circulación restringida que se abre a la derecha de la carretera que lleva de Colungo a Asque, prácticamente a mitad del trayecto, se llega a una especie de altozano desde donde se inicia un breve descenso hacia el barranco donde se ubican los abrigos y que, a pesar de la formación de algunos saltos de agua en el fondo del mismo, no resulta demasiado abrupto en esta parte del barranco. 
   El abrigo de Muriecho L se localiza justo en la zona en la que el recorrido del barranco cambia de dirección dirigiéndose hacia el Sur, de manera que desde su posición se tiene un amplio campo de visión. Merece destacarse que en este mismo barranco se localiza, aguas abajo y en la margen izquierda, el conocido Portal de la Cunarda, un impresionante arco natural con más de 30 metros de altura, cuya presencia podría haber determinado la elección del barranco en el que realizar la decoración rupestre.
DESCRIPCIÓN 
   El abrigo de Muriecho L se compone de una cavidad de morfología alargada, con 17 metros de longitud por algo más de 5,5 metros de profundidad máxima, si bien se podrían diferenciar dos cavidades internas separadas por un saliente rocoso. Las pinturas se localizan en la zona central de la más profunda. 
   Sin duda, las representaciones contenidas en este abrigo resultan unas de las más interesantes de todo el arte levantino en Aragón, no sólo por concentrar la práctica totalidad de las representaciones humanas de la provincia de Huesca, sino por componer una de las escenas más numerosas y simbólicas que se reconocen en el arte levantino.
  Las figuras se distribuyen en dos paneles diferentes, con una subdivisión interna que no implica una diferenciación temática de sus contenidos. 
   El sector 1, el ubicado a la derecha del friso decorado, contiene un elevado número de representaciones sobre las que se ha debatido acerca de su participación global en una escena de carácter simbólico. Los autores del estudio admiten, no sin reservas, que al menos una parte significativa de las representaciones podrían formar una composición escénica (Baldellou et alii 2000: 46). 
   En ésta aparecerían representadas hasta 39 figuras humanas de color rojo, en diversas actitudes e incluso con diferentes tratamientos corporales, a pesar de lo cual se inscriben perfectamente en la misma actividad. La acción central se desarrolla en la parte inferior de la agrupación, donde un ciervo de gran naturalismo, y del que se conserva sólo la mitad delantera, es apresado en plena huida por tres antropomorfos. Dos lo sujetan en su parte delantera por los cuernos y por una de las patas, mientras que otro lo sujetaría de las extremidades traseras, si bien éstas no se han conservado. Hacia el animal capturado se dirige un posible arquero que porta lo que parece una especie de lazo en la mano, tal vez para ayudar a sujetar al cérvido. Alrededor de esta escena de captura del ciervo vivo se distribuyen en diferentes planos un número importante de figuras humanas de cuerpo estilizado, dispuestos u ordenados en filas mientras parecen presenciar la escena de captura a la par que algunas contorsionan sus cuerpos y disponen los brazos de una manera que parecen tocar palmas o realizar una especie de danza. Asimismo, algunas de las representaciones sujetan un elemento rectilíneo que se llevan a la boca y que, tal vez, pudiera tratarse de algún tipo de instrumento musical de viento. Resulta muy interesante que el antropomorfo que sujeta al animal por los cuernos, presenta una cabeza de morfología extraña que, según los autores del estudio, podría responder a una máscara, subrayando así el valor esencialmente simbólico de lo representado. 
   Parece evidente el carácter simbólico de la escena representada en la que la captura del animal vivo adquiere importancia social (Utrilla y Martínez Bea 2005), al participar en la misma un elevado número de representaciones, algunas de ellas definidas como femeninas.
   Las representaciones contenidas en el panel 2 se distribuyen en una mayor superficie, lo que facilita su división en diferentes zonas decoradas y escenas. La primera de éstas estaría formada por dos antropomorfos de estilo subnaturalista orientados a la derecha que portan los mismos objetos. Las figuras avanzan a buen paso, tal y como indican las piernas abiertas, conformadas por un cuerpo macizo en el que parece plasmarse la curvatura lumbar y los glúteos salientes. Llevan una especie de largo vestido o abrigo con sendas mochilas o fardos a la espalda de los que sale un elemento rectilíneo en posición vertical. Ambas figuras portan en la mano más adelantada un objeto también lineal para el que se ha propuesto su identificación con un arco destensado. 
   A la derecha de este conjunto se representaron cinco cuadrúpedos, dos de ellos casi completos, de tendencia naturalista algo estilizada y caracterizados por un cuerpo alargado y más masivo en sus cuartos traseros, finas patas sin tratamiento anatómico, un largo cuello y una pequeña cabeza con el morro redondeado, dos graciosas orejas, y en la que además se reconocen dos cuernos muy finos que se curvan hacia atrás sólo en su extremo distal, particularidad que ha permitido identificar a estos animales como posibles sarrios. En este mismo conjunto se observan restos pertenecientes a otro cuadrúpedo, así como la cabeza y las astas de un ciervo. 
   En el sector 3 aparecen unos restos inidentificables, mientras que en el 4 se observa una figura mal conservada de un ciervo orientado a la izquierda del que sólo se reconoce parte de la cabeza y de la cornamenta, así como el cuello, pecho y muy poco de los cuartos traseros. 



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